Internado Woodstock «Classic Rock»

5. Secreto bien guardado.

El corazón de Kurt latía a gran velocidad y sus manos no daban abasto para buscar su tan preciado cuaderno. Ya había revisado por todos lados: abajo de la cama, entre su ropa y detrás de la puerta, pero no había señales del adorado objeto del rubio. Con autorización de sus compañeros de cuarto había revisado sus cosas también, con la esperanza de que anoche mientras ordenaban su dormitorio se hubieran mezclado los objetos personales de cada uno, pero lamentablemente el cuaderno no aparecía.

Ya estaba lo suficientemente preocupado por no llegar tarde a su primera clase de Historia de la música I como para perder tiempo en buscar su diario íntimo también, pero ahora estaba aterrorizado de que aquél objeto forrado en color negro y páginas amarillentas que portaba tantas confesiones haya caído en las peores manos.

Y aquellas manos eran las de Axl Rose, tal vez el peor alumno que había pisado este Internado en cuánto a notas o comportamiento se trataba, pues el talento con el que cargaba le sobraba. Su banda llamada Guns N' Roses era de las mejores que había salido de este instituto y todos los profesores creían que iban a ser una gran promesa musical en el futuro, si es que optaban por el camino del bien y no por el de la autodestrucción como solía pasarle a varios de ellos.

Pero Axl sabía bien lo que quería y ser un músico exitoso era su gran objetivo, sin importar que tuviera que pisar un par de cabezas en el camino, ya que para él era divertido acabar con la competencia ya sea sobre el escenario o fuera de este. Por eso obtener el diario íntimo de aquél nuevo chico era como un as escondido bajo su manga, preparado para ser utilizado en cuánto Kurt suponga un riesgo para él o el desempeño de su banda.

Y el rubio ya sospechaba dónde podía estar aquél cuaderno, por lo que esquivó el desayuno para ir en busca de él antes de que comenzara su primera clase. Recorrió todo el Internado y agradeció que todos se encontraran en el comedor ahora para no tener que ir perdiendo el tiempo esquivando obstáculos.

Su cabello estaba todo alborotado por la corrida y su respiración agitada aumentaba a medida que se acercaba a la puerta de esos chicos. Estaba seguro de que no había nadie allí pero tampoco podía entrar y arriesgarse a que algún directivo o mismo uno de sus compañeros llegara a verlo, pero no podía dejar que su cuaderno pasara un minuto más bajo la custodia de esos abusivos chicos y que usen esa información para sabotearlo de alguna manera. Así que tomó aire y coraje, giró la perilla y se mandó dentro de esta habitación dónde ahora dormían esos tales Duff y Slash.

Habían pasado tan sólo una noche allí pero el cuarto ya estaba tan alborotado que parecía que una bomba había estallado allí dentro. Tenían ropa por un lado, partituras por el otro, camas deshechas y restos de comida chatarra regados por el suelo.

Con cuidado y atención para no perder ningún detalle, Kurt revolvía de arriba abajo el dormitorio, pero no había señal alguna de su cuaderno y se maldecía a si mismo por dejarlo en un lugar tan obvio como debajo de su almohada. Su diario había sido encontrado por la gente equivocada y él tenía que salir de allí antes de que alguien lo encontrara también.

Trató de dejar todo de la misma forma que estaba como cuando entró y pegó una última ojeada al desordenado panorama con la esperanza de que ese objeto tan preciado para él apareciera en el lugar más insólito de la habitación.

Pero tuvo que salir de allí con las manos vacías y enfrentarse a un problema aún mayor como lo suponían los dueños de ese dormitorio más sus otros tres amigos.

—¡Miren quién apareció aquí! ¡Mi amigo Kurt!—exclamó Slash en tono de burla.

El rubio retrocedió hasta chocar su espalda contra la pared y quedó acorralado, asustado por la presencia de esos chicos, pero sobre todo la del pelirrojo al que todos se dirigían como Axl, el cual estaba cruzado de brazos y miraba toda la situación sin emitir palabra o mostrar expresión alguna en su cara.