Emilio

2.2K 309 196
                                    


-Como qué no lo sabes?

Preguntó el de abrigo naranja para ponerse de pie, quería pensar que era una mala broma por parte del mayor.

-Están en el baño

El gallego salió corriendo para ir a este, literalmente patio la puerta solo para toparse a nadie, ni siquiera una respiración o algo, se devolvió a la oficina donde se encontraba el de corbata.

-No están allí.

Habló de manera rápida y nerviosa, son niños en una gran ciudad, llena de peligros, secuestros, atropellos, etc, todo tipo de ideas pasaron por su cabeza, algunas como un Zeppelin cayendo sobre ellos.

-¿Cómo qué no están en el baño?

Preguntó el de lentes oscuros levantando su vista hacia al ya nervioso gallego.

-Que no están allí!

Ya no hablaba despacio o de manera relajada, estaba gritando y hablando rápido, faltaba que empezará a llorar por los distintos escenarios que hacía su mente, jugandole una mala pasada.

-¿Donde se metieron?

Ahora el estaba de pie, levantando sus lentes para poner una mano en su rostro, arrugando la nariz.

-Tu sabrás, eres su padre!

[°°°]

Horacio agarro a su mejor amigo y lo llevó con quien estaba apuntó de llorar a cataratas, también era un menor, dirían como de 7 años o menos, pelo negro y piel algo morena, tenía una pequeña coleta en su cabeza, parecía bastante preocupada.

-¿Qué ocurre?

Preguntó Horacio mientras miraba al niño pelinegro.

-¿Qué c-chingados te importa?

Intentaba hablar con claridad aquel niño pero un nudo en su garganta se lo impedía, así soltando algunas palabras entre cortadas

-Uy, Horacio cuidado que nos termina tumbando

Le susurro en el oído al de cresta que tan solo respondió con un suspiro.

-Venga compañero, puedes hablar, yo soy Horacio, el es Gustabo y tu? Cómo te llamas?

Hablo calmadamente el de cresta intentando calmar quien estaba con los ojos llorosos.

-Yo soy Em-

No pudo terminar de hablar cuando un doctor salió de una puertas, llamando la atención de los tres.

-Emilio Escobilla.

Habló un doctor que estaba cerca de ellos con un porta papeles, buscando al recién nombrado.

-Puede venir un momento, su hermano lo llama para.. Despedirse.

El de coleta de caballo corrió dentro de las puertas, dejando a los dos niños confundidos y con un mal sabor de boca, no podían dejarlo solo.

[...]

Allí se encontraba el de coleta, aguantando las lágrimas mientras era abrazado por los recién conocidos, que les agrado de manera inmediata y dice versa, se podría decir que eran amigos, al menos no estaría solo en aquel momento tan malo.

-Ya ya Emilio, qué tal si damos una vuelta?

Habló el de gafas mientras sacaba unos libros de la sala de espera, este solo asintió.

-¿Para qué los libros?

Pregunto el mayor de tres que miraba con bastante curiosidad los libros.

-Las voy atar a mis pies, así alcanzó los pedales del auto.

Emilio le quedó mirando, el no sabía que iban ir en auto, apenas sabe andar en bicicleta y ya iba a subir en un auto que no sea de un familiar aparte manejado por alguien muy joven, iba a rezar para no terminar mal por un choque.

-Carnal, eso no suena tan seguro, eso suena que nos vamos a partir nuestra madre.

Decía con cierta desconfianza, no es como si estuviera ciegamente confiando en aquellos dos tipos que tienen su edad que estaban hablando de conducir. Al salir del hospital se toparon con un zeta, al parecer estaban haciendo una búsqueda, de la mejor forma intentaron pasar desapercibidos, cosa que lograron al salir por las escaleras, tal vez no podrían volver a manejar ese auto negro pero al menos no fueron vistos.

Estaban bajando la escalera cuando un cuerpo cayó desde la valla rota de arriba, cayendo a su lado, cosa que tomó por sorpresa a los tres, iban a ver el cuerpo más de cerca de no ser por unos sonidos de disparos que venían de arriba, salieron corriendo de allí, todos ellos estando atentos a cualquier ataque. Al final acabaron al lado de una tienda de comestibles, apoyados en una pared, comenzaron a soltar carcajadas de lo extraño que fue eso.

-Qué chingados fue eso?

Decía aquel niño de acento mexicano seguido de varia carcajadas.

-No lo sé pero por poco y nos pilla eh

Le respondía el de gafas mientras el mayor de los tres no paraba de reír, después de un rato para tomar aire y calmarse decidieron tomar otro auto pero que esta vez tenga las ventanas abiertas.

-Aquí hay uno, esta to' guapo, a qué si?

Comentó el castaño mientras apoyaba en el vehículo, el auto era uno muy lindo para la vista de todos, color amarillo, bajo de este se veían luces.

-Ostras tienes razón, nuevo auto, venga Gustabo, enciendelo!

Grito el mejor amigo de este, apoyándolo en el delito para que sea más rápido, este solo hizo caso, en cuestión de segundos el auto ya estaba listo para arrancar.

-Suban de una vez, que iremos a toda ostia.

Dicho esto comenzó a ponerse libros atados en sus zapatos para poder alcanzar los pedales, al menos en este auto los pedales no estaban tan lejos, Emilio se sentó en la parte de atrás, así podría decir que podría retroceder o si alguien los seguía mientras tanto Horacio estaba en el asiento de copiloto con el cinturón ya puesto, el castaño tocó la bocina solo por curiosidad, de este sonó una melodia muy pegadiza, dejando sorprendidos a los infantes, sin más comenzó a retroceder para poder salir.

-Eh! Mi auto!

Se escucho un grito desde detrás de ellos, el castaño no sabía que hacer y simplemente comenzó a retroceder a gran velocidad, atropellando al dueño del auto, tan rápido sintió esto, aceleró sin ver atrás.

-Cabron acabas de atropellar a ese wey!

Decía incrédulo el pelinegro para luego mirar hacia atrás por la ventana, ya no se veía al tipo que acabaron de atropellar, su hermano le había dicho que no hiciera pendejadas pero allí estaba el, en un auto que recientemente atropello a alguien, sin ver si estaba bien o ya estaba desmayado.

-¿A dónde vamos?

Pregunto el conductor mirando el camino.

-Vamos al norte! Nunca he ido allá.

Grito quien se encontraba en el asiento de copiloto.

-Vamos a norte se a dicho.

Respondió el conductor mientras aceleraba.

-Gustabo, pon algo de música, estaría chido para la ocasión.

Este solo hizo caso, así sonando una canción muy conocida por el de acento mexicano.

"El norteño", tan sólo comenzar esta canción, el de atrás ya se encontraba emocionado, sus amigos de al frente escuchaban la canción aguantando la risa pero no pudieron mucho cuando escucharon al de atrás cantando.

-Sacame la verga Lupe ven y dame unas mamadas!

Seguido de esto comenzaba a seguir en tarareos, sacando muchas carcajadas al pequeño grupo, sería un gran día.

CrianzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora