Crianza

Cumplir

Conway se encontraba manejando sin decir ninguna palabra, ahora eran 3 niños, al parecer el nuevo integrante se había quedado solo después de que su único familiar en el país allá muerto por un tiretoreo, queriendo proteger al menor, cosa que logró muy bien.

Manejaba hacia la casa suya, más bien la segunda, un hotel bastante bueno, se daba en ocasiones sus lujos pero lo ocupaba muy poco ya que la otra casa estaba cerca de su lugar de trabajo. Aun que las ventanas eran negras los niños veían perfectamente lo que ocurría afuera del vehículo, lo normal de la ciudad, peleas, robos, grupos rapeando o lo que sea.

En la parte de atrás tan solo habían susurros, si el conductor los escuchaba posiblemente les haría callar por ello los susurros, aún que aveces se escapaban unas risitas.

-Y el wey de al lado es su madre?

Preguntó el de trenza a sus amigos que estaban a su lado, sacando una risa a los dos mientras quien hizo la pregunta solo los miró con curiosidad, esperando una respuesta.

-Segismundo es buena gente pero ¿siendo una madre?

Le respondió el castaño pero su mejor amigo habló rápidamente después de que este terminará de decir eso.

-No estaría tan mal, si cocina estupendo aparte es muy gracioso el tí-

Lo siguiente fue interrumpido por el mismo, al darse cuenta de la vista del recién nombrado, que los miraba con una sonrisa, nunca le habían dicho que era alguien gracioso o buena gente.

-Venga continúa Horacio, te escucho

Decía el copiloto mientras la sonrisa se expandía aún más, así como le dijo continuó.

-Es majo, los panqueques le quedan asombrosos, jugamos a muchas cosas y la pasamos de puta madre Emilio!

Ahora la idea de pasar más tiempo con ellos no sonaba tan mal para el de trenza, podría pasar un buen rato con todos ellos.

El vehículo comenzó avanzar adentro del garaje, para mostrar unos cuantos vehículos y motos, del mismo dueño de quien manejaba, los únicos sorprendidos eran el adulto de abrigo naranja junto con el de gorra vaquera, al parecer sus acompañantes del auto ya estaban acostumbrados, se estacionó al lado de una moto de color azul de apariencia extraña.

-Bajad capullos, no creeis que me he olvidado que la han liado robando más de un vehículo.

Dicho por parte del adulto de corbata bajo para luego comenzar a caminar hacia un elevador.

-joder macho, no es para tanto

Se quejaba el de gafas para luego imitar la acción y seguir al dueño del auto,para luego acción ser repetida por el resto de quienes estaban en el auto rosa.

-Pensaba que vivías en esa fea casa.

Comentó el gallego asombrada por todo el sitio, si ya el garaje era lindo ya quería imaginar la habitación de este, sería jodidamente precioso.

-Si tu vives en la jodida basura capullo

Respondió de manera agresivo, ya aburrido por la situación.

-Yo vivo en un departamento para tu información, super mal oliente.

Se defendía el gallego enojado por lo dicho por el otro adulto, mientras los niños sólo miraban, realmente se llevaban mal aquellos dos. El elevador se detuvo en el último piso, sólo para dar paso a una gran habitación bien decorada y con unas bellas vista que hipnotiza a cualquier que se quede mirandolas, el cual fue el caso del de gorra vaquero que fue sacado por sus dos nuevos amigos del elevador para poder tirarse al gran sofá color negro, el cual era bastante cómodo.

-Ostia! Esta todo precioso aquí.

Como si fuera su casa entró e hizo la misma acción de los niños para luego observar a su alrededor, se preguntaba cuanto costó ese lugar? Parecía bastante costoso.

-Ustedes dos, castigados, ya saben que deben hacer.

Horacio y Gustabo se supieron de pie de mala gana, como si fuera costumbre se fueron a sentar en una de las esquinas de la casa, cada uno en una esquina distinta.

-Pensé que les haría trabajo militar, como correr por alrededor del edificio o algo, de tan pesado que eres me lo esperaba.

Comentó el gallego mirando a los niños en cada esquina, cosa que le causó gracia, era asombroso ver como aquellos dos niños que tanto líos hacen estén tranquilos.

-Estuve leyendo un poco sobre castigo y tu, niño vaquero.

Miró a de trenza que tan solo lo miró un poco enojado.

-¿Qué verga quiere?

Contestó de manera agresiva que desde una de las esquina que estaba su amigo castaño le hizo sacar unas carcajadas.

-por allá está su habitación, mientras yo iré a hacer algo, puede dejar tus cosas allí mientras te quedas.

Aquello sorprendió al pequeño norteño que estaba aún sentado, sin reaccionar, hasta que sintió su cabello ser revuelto, era el adulto de abrigo naranja a su lado, este solo le miró de mala gana cosa que hizo este le devolviera el sombrero blanco, se levantó del cómodo sofá para ir a una habitación que le era apuntada por Conway.

La habitación no era pequeña como el pensaba, había un camarote y al lado un escritorio, al parecer ya acomodados por el dueño del piso, todo era reciente, incluso había un pequeño estante con algunos libros, también un closet donde perfectamente caía 5 personas pero estaba casi vacío por la pequeña ropa.

Emilio simplemente se quito su abrigo, allí hacía bastante calor como para estar con un abrigo que estaba sucio y con un poco de sangre seca, fue a la sala para encontrarse a sus dos amigos nuevos sentados en el sofá como si su castigo hubiera pasado.

-¿No que estaban castigados?

Preguntó el norteño, recibiendo de respuesta que uno ponga una mano en el sofá para dar palmadas, en señal de que tome asiento, solo hizo caso y tomo asiento.

-Escucha Emilio, nosotros si estamos castigados pero el supera detergente salió hacer algo, creo que era negociar con un tipo en un banco, no lo recuerdo muy bien, mientras este Segismundo todo se puede.

Habló calmadamente Horacio mientras cambiaba de canal en la pantalla que estaba enfrente de ellos.

-A partir de ahora hasta las..

Se quedó un momento en silencio el castaño para mirar un reloj que se encontraba cerca.

-2 de la mañana para hacer lo que queramos.

Continuó su frase para estirarse y que algunos sonara.

-¿Qué haremos primero?
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