13. Adoración de cicatrices

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¡Hola melocotoncitas!

¡Gracias por sus estrellitas, las súper aprecio mucho! :D Para el día de hoy les traigo un AU sobre Xene y Janus. Hace tiempo que tenía ganas de poder escribir algo así y estoy alegre de poder haber hecho un primer paso con este shot.

Y sí, uso los nombres europeos porque son más geniales que los originales y suenan más fluidos :)

Espero les guste~

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Janus, sentado en la banca viendo como aquel sujeto esquivaba pelotas y pateaba otras a máxima potencia y rindiendo con todo lo que su cuerpo podría, sonreía porque muy en el fondo gustaba de verlo sufrir. No en el mal sentido, no. ¿Había uno bueno? No sabía y no estaba interesado, pero no podía evitar deleitarse al ver ese cuerpo ya de por si flaco siendo magullado por pelotazo tras pelotazo en un entrenamiento demasiado complicado incluso para el top de equipos que tenía para ofrecer el Instituto. Eso le recordaba que nuevamente tendría que cambiar su dieta, necesitaba más carne si pretendía seguir viviendo.

Dejando el lápiz descansar, observaba con sus afilados ojos negros la figura entrenando, pensando, ¿Lo odiaba como el resto de los suyos hacia? Eso significaría que estaba de acuerdo con sus superiores, y él no quería tener nada que ver con ellos. Odiar requería tiempo y dedicación, él simplemente se limitaba al mero resentimiento por no poder considerarlo rival al no estar a la altura, y en lo más profundo siendo fervientemente ignorada estaba la gran envidia hacía sus habilidades.

¿Lo admiraba? Desafortunadamente bastante, muy para su propio ego. Si se maravillaba con lo que podía hacer Épsilon, presenciar el entrenamiento de Xene era un espectáculo privilegiado. Como estaba haciendo ahora, esperando ordenes sentado porque aquel miembro de la élite le había concedido el permiso, pues sus entrenamientos llevaban un tiempo muy por encima del humanamente requerido.

Bueno, se podía dar una palmadita con ese conocimiento. Después de todo él mismo había decidido cuantas horas Xene entrenaría al día. Él manejaba las potencias, la velocidad y el tiempo con el cual debía ganarle a la maquina. No por menos, habían acordado eso hace ya su tiempo y aun así su superior no parecía acostumbrarse del todo. Le estaba dando un entrenamiento de ganadores sin saber apreciarlo. Claro, el pelirrojo tenía que estar de acuerdo, algo muy fácil cuando usaba el "es lo que haría enorgullecer a padre" que siempre tenía bajo la manga de ese jersey gris.

Miró hacia la computadora. Aun faltaba un tiempo antes de que el cronometraje se complete. Bien, había visto justo que Xene se había movido no lo bastante rápido y estaba alterando su tiempo, esas eran las pequeñas cosas que gustaba anotar en su cuaderno para luego remarcárselas al final del día. Claro, no le costaría mucho recuperar el ritmo pero Janus era partidario de que no debía perderlo en primer lugar porque perder es para buenos para nada.

Y no era tonto, sabía que se distrajo por checar si lo estaba viendo realmente. Lo cual era un insulto a su persona porque jamás le quitaría los ojos de encima, pero lo dejaría pasar si no terminaba con algún impacto en el cuerpo como la última vez. Aunque si terminaba impactado, claro, mucho no le importaba.

Adoraba el cuerpo de Xene porque no podía mentirle. Xene podrá decir que la maquina no fue reto suficiente y que lo estaba retrasando. Pero sus magullados miembros y el sudor chillaban por descanso, y las heridas por asistencia.

Ahí estaba, las heridas. Janus adoraba verlo herido. Marcas de guerra, de triunfo, de esfuerzo, eso es lo que eran y las adoraba porque significaba que hacía un buen trabajo, iban por buen camino. En especial cuando cicatrizaban, porque precisamente eran las huellas que dejaban en ese camino.

Honey HoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora