Cap 8 : Mental Games

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Minutos después de los intensos acontecimientos de ese día, para suerte o desgracia de ambos jóvenes, estos se vieron acompañados por el par de adultos que, a insistencia de Yuzo, habían regresado a la habitación y no habían vuelto a retirarse del lugar. El pelirrojo mayor no había escatimado a la hora de atacar al pecoso con preguntas que pasaban de ser normales y serias hasta las más insospechadas y ridículas.

-Así que estudiaste en UA -habló el hombre observando al pecoso como si estuviera investigando a un criminal buscado por los más perversos crimines- ¿Qué se siente estudiar en una escuela de mediocres?

Obviamente las burlas no podían faltar.

-No tiene como saberlo Yuzo, él nunca asistió a la tuya -respondió Do en total defensa de su protegido.

El hombre estiró sus labios en una sonrisa cómplice con el menor antes de dirigir su atención a su amigo el cual le estaba reclamando el hecho de que interfiriera en su conversación con Midoriya, empezando entre ambos un intercambio de insultos.

Izuku correspondió a la sonrisa que el mayor le profesaba. Giró su cabeza hacia la dirección donde la chica de cabellos escarlata se encontraba, mucha fue su sorpresa al encontrar su mirada sobre su persona. Sus mejillas se enrojecieron cuan tomate, pero aun así le regaló una tímida sonrisa.

Yune al notar que había sido descubierta, con el corazón en la garganta como si la hubieran descubierto enterrando un cadáver, intentó inútilmente dirigir sus orbes a cualquier punto de la habitación y así fingir que no observaba a Izuku, algo completamente inútil.

-¿Que me ves? -susurró la chica a la defensiva intentando que los dos adultos que estaban inmersos en su propia discusión no se percataran de tan vergonzosa escena.

-Pero tú me estabas mirando primero -contestó Izuku apoyando su codo en el apoyabrazos de la silla teniendo una mejor vista de su mayor.

Yune se vio acorralada, era su turno de sonrojarse esa vez -como tantas veces lo había hecho en el día-, no soportaba la idea de sentir necesidad de mirarlo a escondidas como si fuera una maldita chiquilla de trece años ¡Tenía veintidós, por el amor de Dios, era una mujer adulta y madura!

No le gustaba el rumbo que estaban tomando las cosas entre ella y el chico pecoso que ahora la miraba descaradamente como si estuviera viviendo un ensueño. Imbécil no era, sabía lo que pasaba en la mente de Izuku, su agudeza para comprender los comportamientos de las personas era algo que muchas veces le habían halagado, si iba a asistir al psicólogo debía asegurarse de aprender algún que otro truco, verdad. No tenía idea de cómo lo haría, pero esto tenía que parar antes de que fuera imparable y ella misma se encargaría de ponerle punto y final al asunto.

-Si te miraba -confesó, logrando que Midoriya girara su cuerpo hacia su dirección, como si así pudiera escuchar y ver mejor-, observaba lo horrible que eres, digo tu cabello es tan ... -trastrabilló, tenía que encontrar una ofensa desgarradora, lo suficiente como para que él se desencantara con ella ,pero al observar sus grandes ojos llenos de expectativa ,como si estuviera esperando un regalo navideño ,sintió como su corazón era flechado por la culpa, simplemente no podía -, verde, como una maldita pelusa.

Soltó las palabras con resignación, ni siquiera quería mirar la expresión de su contrario, pero su curiosidad era mayor, así que movió ligeramente su rostro encontrando a Izuku rodeado de una atmosfera rosa con brillitos, su rostro era el de alguien al que le habían dado la mejor noticia de su vida pues sus orbes tenían un brillo especial.

-A mí también me encanta tu cabello, es tan rojo y suave -su voz sonaba melodiosa, como el cantar de mil ángeles.

La muchacha simplemente quería desaparecer, que la serpiente volviera y le diera otro apretón para acabar de una vez con esto. Le había hecho un insulto, no uno con la fuerza que hubiera querido, pero lo había hecho, no era para que estuviera frente a ella a punto de vomitar un arcoíris.

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