3. Sentimientos.

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Narrador.

Al llegar de su primer día de trabajo, Joaquín se encontró con la sorpresa de que Emilio le había preparado la comida y que incluso había encontrado un poco de inspiración para escribir su nuevo sencillo.

Mi cuerpo quiere
Lo que tú tienes
Es un impulso que no quiero controlar

Y tú bien sabes
Que ya me tienes
Se ve de lejos que te mueres por bailar.

Al cantarle un pedacito de la letra, Joaquín se puso muy feliz. Pues le emocionaba saber que su chico estaba encontrándole el lado bueno a la música otra vez.

—Amor, en serio me encanta. —dijo Joaquín felizmente.

Emilio se acercó a abrazarlo por la cintura.

—Y a mi me encantas tú. —dijo Emilio en su oído.

Emilio.

Después de comer y hablar de la nueva canción que me encontraba escribiendo, decidimos salir al patio a beber algunas copas de vino.

—¿Y cómo te fue en tu primer día, amor? —pregunté.

Noté que Joaquín se puso un poco nervioso.

—¿Todo bien? —dije.

Joaquín me miró a los ojos y rápidamente desvió la mirada.

—Si, amor. —dijo— Todo bien.

Lo miré un poco confundido. Sentía que me estaba escondiendo algo.

—Joaco... —dije.

Joaquín me miró fijamente e hizo a un lado su copa de vino.

—Bien. —dijo— En general mis alumnos son muy buenos. Todos me trataron muy bien. La mayoría están entre dieciocho y veinte años.

Lo miré atento. Hasta ese momento no entendía cuál era el problema.

—A excepción de uno. —dijo— Tiene veintiuno y se llama Alan.

Asentí en señal de que siguiera contándome.

—No quiero que te pongas celoso. —dijo.

De repente mi postura y mi expresión se volvieron tensas.

—Digamos que me tiró la onda. —admitió.

Mi mandíbula se tensó y aparté la mirada.

Años atrás cuando Diego me platicaba acerca de Alexa y de que algunos chicos se le acercaban en la universidad, mi consejo siempre era que no hiciera un drama de celos.

Pero con Joaquín me sentía diferente. Realmente me ponía celoso.

—¿Qué fue lo que te dijo? —pregunté serio.

[...]

Después de que Joaquín me contó lo que él tal Alan le había dicho, decidimos entrar de nuevo a la casa.

Cuando cerré la puerta corrediza por la que salimos al patio, decidí jugarle una broma.

—Bien. Si quieres ve escogiendo la película en lo que lavo los trastes. —dije fingiendo estar molesto.

Joaquín me miró serio y se acercó a mí.

—Amor... —susurró.

Me separé un poco de él y me dirigí a la cocina.

—¿En serio vas a actuar así? —dijo molesto.

—¿Así cómo, Joaquín? —pregunté serio.

Cambios. | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora