20. Propuestas.

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Joaquín.

Después de tomar todas mis cosas y agradecerle a Gris por los días que me había hospedado en su casa, me despedí de ella. Me abrazaba con tanta fuerza y su sonrisa era tan grande al verme junto a la persona que más amaba en el mundo. Mi Emilio.

Nos pusimos un poco de acuerdo sobre el festejo de nochebuena y la llegada de mis padres y Renata a la ciudad para festejar las fiestas decembrinas.

Después de meter mi maleta y mis cosas al auto, Emilio me propuso que pasáramos un rato a casa de su madre. Cruzamos la calle y tocamos el timbre de la casa.

Mientras esperaba que la mamá de Emilio abriera la puerta, le quité una pequeña basurita del cabello y me acerqué a su mejilla para depositar un beso.

Emilio sonrió y volteó a verme.

—¿Ya te dije hoy que te amo? —sonrió y atrapó mis labios rápidamente.

Amaba besarlo. Amaba sentir sus labios y el calor de su boca. El sabor de aquellos labios que tanto amaba y la ternura y el deseo con el que me besaba.

Escuché cuando la puerta se abrió y al separarme de Emilio con una sonrisa, volteé al frente.

—Hijo. —dijo Juan al vernos.

Mis ojos se abrieron como plato al ver a Juan frente a mí y no pude evitar tomar a Emilio de la mano. Seguía causándome escalofríos después de tanto tiempo.

—Joaquín. —sonrió ligeramente al verme— Buenas tardes.

Quería sonreírle o saludarlo, pero en ese momento el miedo y la inseguridad al tenerlo frente a mí, era más fuerte.

—Papá... —susurró Emilio— Qué sorpresa.

La mamá de Emilio se asomó y sonrió al vernos.

—Mis niños. —dijo— Pasen.

Emilio volteó a verme y me dedicó una sonrisa. Supuse que lo hacía para trasmitirme confianza. Depositó un beso en mi cabeza y susurró en mi oído:

—Todo está bien, amor. —dijo.

Asentí lentamente y pasamos. Nos percatamos de que Juan y su madre estaban comiendo antes de que llegáramos y Niurka no tardó en ofrecernos comida.

—No mamá, gracias. —dijo Emilio sonriente.

Aunque no comimos, decidimos sentarnos en el comedor con ellos y acompañarlos mientras comían. A pesar de que aún seguía sintiendo cierta tensión al estar junto a Juan en la misma mesa, me daba gusto darme cuenta de que no existía tensión entre Emilio y sus padres.

Emilio le comentó a Juan cosas relacionadas a su concierto y lo bien que la había pasado. Podía notar la mirada de orgullo que su padre le dedicaba al escucharlo hablar y no pude evitar sonreír al notar aquello.

Era tan bonito y especial ver a mi Emilio siendo libre y hablando cómodo con sus dos padres. Aquello que por años había deseado, se le había cumplido.

Cuando sus padres terminaron de comer, Emilio le ayudó a su madre a llevar los platos a la cocina y Niurka fue detrás de él.

—Los dejamos un ratito. —nos dijo Niurka a Juan y a mí.

Quise que la tierra me tragara en ese momento y volteé a ver a Juan con una sonrisa forzada. Podía sentir la tensión e incomodidad en el ambiente.

—Joaquín. —dijo— ¿Podemos hablar?

Mi boca se abrió ligeramente por la sorpresa que aquello me había causado y asentí. Nos levantamos del comedor y decidimos platicar en la sala.

Cambios. | EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora