Cambios. | Emiliaco

10. Confianza.

Maratón 1/3

Emilio.

Cuando iba de camino a casa en el auto de Luis, decidí entrar a mis redes sociales.

"Novio de Emilio Osorio lo engaña con un chico más joven."
"¿Se acabó el amor?"

Fruncí el ceño confundido, hasta que apareció el video de Joaquín y Alan en una cafetería.

Se notaba la tensión e incomodidad de Joaquín en su rostro en el momento en el que el reportero se acercaba a él.

A pesar de que pocas veces me dejaba llevar por el coraje y prefería escuchar primero a Joaquín, no pude evitar sentirme molesto. Por lo que preferí guardar el celular en mi bolsillo.

—Mierda. —susurré.

—¿Todo bien? —preguntó Luis.

Volteé a verlo y asentí.

[...]

Cuando entré a casa, noté que Joaquín no estaba en la sala o la cocina. Típico de él cuando trataba de evitar hablar o contarme algo.

Subí las escaleras y entré a nuestra habitación.

—Hey. —dije.

Joaquín me miró y sonrió dulcemente.

¿Cómo era posible que con solo una sonrisa hiciera que mi corazón se derritiera?

—¿Cómo te fue? —preguntó.

Moría de ganas por lanzarme a él y llenarlo de besos y mimos.

—Fue un día cansado. —dije.

Caminé a nuestro clóset y saqué un pants cómodo. Comencé a quitarme mi ropa y a cambiarme.
Sentía la mirada de Joaquín recorriendo mi cuerpo y reprimí una sonrisa.

Me recosté a lado de él y después de unos minutos, sentí la cercanía de Joaquín. Se puso a horcajadas sobre mi cuerpo y nuestras miradas se conectaron.

Mi corazón latía a mil por hora.

Tenerlo tan cerca, apreciar sus pestañas, sus cejas pobladas, sus labios bien definidos y carnosos, me estaba volviendo loco.

Parecía que estaba pensando algo similar a lo que yo estaba pensando en ese momento. Y en cuestión de segundos sentí sus labios posarse en mis labios.

Ansiaba tanto besarlo de esa manera. Tan dulce y a la vez lleno de deseo.

Nuestras lenguas se fundían y el beso se intensificaba.

"Novio de Emilio Osorio lo engaña con un chico más joven"

Ese pensamiento se hizo presente en mi cabeza y me alejé poco a poco. Joaquín me miró confundido y antes de decir algo, hablé:

—Así que... —susurré— ¿Qué pasa con Alan?

Noté que Joaquín se puso tenso y evadió mi mirada.

—¿Viste la noticia? —susurró.

Asentí lentamente.

—Está por todos lados. —dije.

Joaquín soltó un suspiro y puso sus manos en mi pecho.

—Fuimos a una cafetería a platicar y... —susurró— Emilio, en serio no tenemos nada.

Se escuchaba asustado. Sabía que tenía miedo de que me molestara.

—Lo se, amor. —dije.

Sus ojos se encontraron con los míos y me miró enternecido.