Blossom 🌸 Itachi Uchiha 🔞

🌸 22

Tn llegó a su departamento, arrojó el bolso a un lado del sofá y se dejó caer en este. Estaba exhausta. Suspiró y cerró los ojos, y cuando estaba por dormirse, la puerta se abrió.

– ¡Tía Tn!

Sarada se quitó los zapatos y corrió hacia ella, abalanzándosele encima para abrazarla. La chica rió y la miró.

– Hola, cariño –revolvió su cabello.

Itachi sonrió, se quitó los zapatos y colgó su abrigo, para luego acercarse a ambas.

– Buenas noches, Tn.

– Hola, Itachi –sonrió.

– ¡Tía Tn, encontramos algo en el camino!

– ¿Ah, si? –se incorporó.– ¿Qué encontraron? ¿Un gatito?

– Oh, ¿Puedo tener uno?

– Si quieres –rió.– Pero… ¿Qué encontraron?

– Una foto.

– ¿Foto?

El pelinegro abrió la bolsa de papel que cargaba, sacando una revista y enseñándola a la pelirrosa. En la tapa se la veía a ella, vestida con un uniforme escolar, con sus trenzas algo sueltas y sentada en un hermoso sofá blanco de costado, con la espalda contra uno de los apoyabrazos y las piernas colgando del otro lado, sujetando una enorme paleta. Ella se sonrojó, quedando con la cara casi roja.

– ¿D-D-Dónde encontraron eso?

– Cuando salimos de la cafetería, Sari la vio en una tienda de revistas de la calle.

– Tía Tn, eres muy bonita.

– No sabía que eras modelo –rió.

– N-No lo soy. Sólo…Ese día necesitaban una persona porque la modelo se había retirado, así que mi Jefa me insistió en hacerlo.

– Bueno, te ves bien –sonrió.

– G-Gracias…Itachi… –murmuró.

Sarada rió. Tn sacudió la cabeza y aclaró la garganta.

– Bueno, debemos cenar, ¿No? –dijo, tratando de cambiar el tema.– Iré a cocinar.

– Pareces cansada.

– Un poco, pero no es nada.

– No te preocupes. Podemos pedir algo.

– Ah…De acuerdo.

Itachi sacó su teléfono, entró a una app de comida y ordenó algo, y cuando llegó bajó a recibir la comida mientras Tn y Sarada ordenaban la mesa. Los tres se sentaron a cenar.

                       

Tras la cena, Sarada se dio un baño y se preparó para irse a la cama, pero antes de ello se despidió de sus tíos.

Tn e Itachi quedaron solos. Él sirvió dos copas de vino, le entregó una a la pelirosa y se sentó a su lado en el sofá.

– Entonces…ahora eres modelo –sonrió.

– Oh, dios –rió, sonrojándose.– Pensé que lo habías olvidado –dijo divertida.

– No puedo hacerlo –tomó la revista.– Nunca te imaginé como modelo, pero…me gusta –sonrió, mientras ojeaba las fotografías de la revista.

– Basta…

– Pero te ves bien –la miró.

– No es cierto –cubrió su rostro con una mano.– Por dios, esto es vergonzoso…