Problemático➳ 난 Jungkook x Jimin 한

20.

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Jungkook.

Mientras lo recostaba en la cama, lo seguía besandolo, dejando que su lengua traviesa se adentrara en mi boca y se topará con la mia, provocando en mi descargas que pasaban por todo mi cuerpo y me hacían estremecer, sentía también sus manos jugar con mis cabellos y aquello me estaba volviendo loco. En realidad todo Jimin me estaba volviendo loco. Poco a poco sentía como mi cuerpo comenzaba a calentarse y mi pulso elevarse. Sin poder evitarlo mi cuerpo comenzaba a reaccionar, me estaba excitando y mis caderas comenzaban a moverse por si solas en busca de un rose que aliviara de una vez por todas aquel fuego, pues para ese momento mi cuerpo entero ya pedía a gritos el de Park.

De pronto un gemido bajo que venía de parte de Jimin me hizo temblar, fue entonces que me atreví a hacer el mismo movimiento, moviendo mis caderas para provocar ese punto tan sensible entre su entrepierna, pero esta vez haciendo el movimiento más intensamente. Fue cuando me di cuenta que Jimin también estaba poniéndose duro, que se estaba perdiendo en el placer de la misma forma que yo lo estaba haciendo y me lo hizo saber cuando separo sus labios de los míos para poder echar su cabeza hacia atrás, elevando sus caderas en busca de más contacto. Aproveche el paso que me dio a su cuello y comencé a besarlo, abriendo mis labios para poder tomar aquella piel suave, presionando fuertemente, sintiendo como su cuerpo temblaba entre mis brazos cada vez que hacía eso.

— Mhmm... — Escuche como un jadeo más fuerte escapó de sus labios, eso hizo que soltara una pequeña risa contra la piel de su cuello.

— Me lo estás poniendo muy difícil, lo sabes, ¿verdad? — Le dije en un susurro y vi como Jimin solo se incorporó para besarme, siento como el menor enreda las manos en mi cuello para después llevarlas a mi cabello, tomándolo entre sus dedos, mientras bajo las manos para poderla meter por debajo de su camisa negra, tocando directamente su piel de la espalda.

— Te lo quiero hacer tan difícil, que ni siquiera pase por tu mente el querer parar — susurro arrimando sus caderas a las mías provocando un pequeño rose que me hizo gemir — Quiero ser tuyo, Jungkook.

Park se incorporó un poco para poder sacarse la camisa por completo, lanzandola a algún lugar de aquella habitación, pero realmente no presté atención hacia donde, y no me importaba, ya que mis ojos solo prestaban atención a aquella piel que se encontraba expuesta ante mi. De pronto sentí mi pulso correr mas rápido que antes y mi sangre arder.
Y la poca cordura que tenía, se jodio. Baje mi rostro para tomar de nuevo sus labios, después baje de nuevo por su cuello, comencé a trazar en el un camino que me llevo hasta su pecho, llegando a lo que era mi objetivo desde el momento en que comencé a bajar: su pezon. Me atreví a chuparle y morderle, haciendo que Jimin me tomara del cabello fuerte.

— ¡Ah! — gimio fuerte, haciendo que ese ruido se perdiera en la enorme habitación.

En ese momento subí hasta sus labios, susurrando un "Shh" contra su boca. Me encantaba escuchar sus gemidos, saber que lo estaba llevando al límite hacia que me encendiera de una manera que no podía imaginar, pero también sabía que no estábamos solos en aquella casa, que a pesar de que era grande tenía muchos empleados trabajando para mi, y en cualquier rato uno de ellos podía estar vagando por los pasillos y no quería que escucharan nada.

Porque para empezar los gemidos de Jimin, eran míos y solo yo podía escucharlos.

Park asintio y atrapó su labio inferior entre sus dientes, tratando de guardar silencio. Pero eso no me estaba ayudando para nada. Me incorporé de nuevo, esta vez dejando mi camisa de lado, bajando de nuevo, besando sus labios y sintiendo la piel cálida de su pecho contra la mía.

Baje mis labios por su cuello, chupando, mordiendo, delineando cada pedazo de su piel con mi húmeda lengua, mientras mis manos bajaban por su estomago hasta llegar a su abultado pantalon, toque su miembro por sobre su ropa, haciendo que el fuerte gemido que quería soltar se perdiera entre su boca que aún seguía atrapada por sus dientes, sentí como comenzó a retorcerse. ¡Maldita sea, mi mocoso estaba tan sensible!