quattuor

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    Cuando se cumplen dos semanas de las vacaciones de verano su madre necesita buscar algunas cosas de su casa, por lo cuál junto con su padre deciden irse por el fin de semana para empacar todo lo que necesiten además de tomar un respiro.

—¿Segura qué no quieres acompañarnos?—Cuestiona mientras corre algunos mechones de cabello de su frente, Rin cierra sus ojos, disfrutando del tacto cálido y suave de la mano de su madre.

—No, mami, me quedaré con la abuela—afirma mientras sonríe, su madre suspira mientras se levanta y deja de estar agachada frente suyo, luciendo aún algo insegura.

—Está bien, pórtate bien, ¿sí? No tardaremos mucho—promete mientras le da un beso en la cabeza.

—Sip.

—Tranquila, Miriam, estará bien bajo mi cuidado, ahora vete—parece correr con diversión mientras su madre pone los ojos en blanco.

—Bien, volveremos en menos de dos días.

—Genial, ahora adiós—dice Lily mientras se ríe al mismo tiempo que Miriam se aleja hacia el auto aparcado frente a la casa de la abuela, dónde Luka y su padre ya se encuentran sentados y con el cinturón de seguridad puestos.

    Antes de entrar al auto en el lado del pasajero su madre le saluda efusivamente con la mano, al igual que su padre dentro del auto, Rin les devuelve el saludo con una sonrisa radiante.

—Abuela, ¿podemos hacer galletas?—Cuestiona mientras se adentran en la casa, caminando por el camino de piedritas en el patio delantero.

—Claro que sí, cariño.


    Su abuela era genial, Rin no entiende porque creía que era extrañara y rara. Ahora, se arrepiente de aquellos pensamientos.

—Tengo chispas de chocolate por algún lado—murmura mientras revisa las alacenas, gruñendo en voz baja improperios al no encontrarlas. 

    Rin sonríe mientras nota en la mesa harineada a Len dibujar una casa, luce exactamente igual a la abuela.

—Eso es genial, Len—anima mientras su abuela se da vuelta con un paquete dos paquetes brillantes.

—Ah, es un buen dibujo.

—¿Verdad qué sí? Len se nota feliz ahora que los demás se han ido—cuenta mientras nota a su abuela posarse a su lado, dejando los paquetes a un lado mientras amasa un poco.

—Lo sé, ha sido idea suya—dice mientras la pequeña observa como Len levanta el cabello de la abuela, ésta ríe mientras Rin se recuesta sobre la mesa.

—¿Cómo?

—Tenía que alejarlos de alguna forma, no hay tiempo que perder, Rinny.

—¿A qué te refieres, abuela?—Confundida inquiere, frunciendo su ceño mientras observa como sus manos blancas por la harina amasan con fuerza.

—El momento se acerca, prontamente te prepararé—es todo lo que responde antes de detenerse, sonriendo con el resultado de su masa—. Ahora, ¿quieres chispas blancas o negras?

—¡Ambas!


    El día transcurre con bastante facilidad, para Rin es mejor ahora que no están sus padres, pues puede hablar con Len y no fingir que no se encuentra a su lado. Su abuela lo entiende, e incluso, ella también habla con él. Cuando las galletitas se encuentran listas y las meriendan junto con leche fría en el patio trasero su abuela le explica de dónde conoce a Len.

when the demon calls | rilenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora