—Despierta, dormilona, ¡ya es otro día!
Rin gruñe mientras se tapa con las sábanas, irritada y malhumorada de que Luka estuviera removiéndola de forma brutal para que se levantara. Quejidos emergen de sus labios mientras se destapa y le mira con el ceño fruncido.
—Es domingo, Luka—protesta al notar en su celular que son apenas las ocho de la mañana.
—¿Y qué? ¡No deberíamos desaprovechar los días, Rinny!—Exclama alegre, fresca como lechuga mientras corretea por la habitación—. Estoy haciendo el desayuno, ¡vamos!
La rubia pone sus ojos en blanco antes de acostarse en la cama nuevamente, mirando el techo de madera e intentando recordar el extraño sueño que tuvo anoche. Era agua helada, sangre y vergüenza, un rugido dentro suyo, una insistencia que consumió su alma... no lo comprende, pero le genera un malestar insoportable en su estómago.
Se siente como que está por vomitar mientras recuerda unos ojos completamente oscuros como ébano, como las alas de un cuervo que penetró en lo más profundo de su espíritu para mancillarla.
—¿Te sientes bien?
Rin deja de contemplar su plato con panqueques, alzando su mirada vacilante y posándola en los bonitos ojos celestes de su hermana. Pero no es eso lo que la mantiene inquieta, sino el vacío que siempre tuvo en su interior que parece extenderse.
Algo falta...
—Sí, solo que sigo con sueño—miente mientras le sonríe, su hermana no luce muy convencida pero aún así, no indaga.
Comen el desayuno en un silencio ensordecedor.
Luka admira sus manos manchadas con un líquido carmesí viscoso, pegajoso, desagradable. Parpadea y las palmas de sus manos se encuentran limpias, puras y con un poco de agua con jabón. Ella traga y apaga la canilla del lavado, dejando los platos y las tazas del desayuno olvidados. Se agarra por el borde de la isla fría de granito mientras contempla por la ventana frente suyo el día pálido y gris, percibiendo un escalofrío bajo su piel. Un zumbido incesante.
Su cabeza duele y el sentimiento amargo impregna su lengua, casi pudiéndolo degustar dentro de su boca. De reojo observa a Rin sentada en la sala de estar, mirando algo por la televisión y riendo, acurrucada en el sofá mientras sonríe. No le puede hacer ésto a ella, piensa, no le puede preocupar por pequeñeces.
Con un trapo se seca sus manos y decide ir a la habitación que solía pertenecer a sus padres, las fotos siguen colgadas en las paredes del pasillo cuando camina y su habitación de pequeñas está olvidada en algún rincón de la casa. Luka abre la puerta lentamente y la cierra, si hace ésto, tendrá que hacerlo sin Rin.
—¿Dónde estás?—Murmura mientras rebusca en su tocador el rosario que solía pertenecer a su madre, que lo mantenía guardado en su cajita de alhajas.
Sonríe suavemente cuando lo encuentra, es de madera y luce desgastado. Luka se arrodilla frente a la cama, dónde una cruz de madera se encuentra puesto en medio de la misma, colgando en la pared. Su madre solía ser bastante religiosa, Luka recuerda que antes de su trágica muerte en un accidente de auto le llevaba a la iglesia junto con Rin cada domingo sin falta.
Inhalando profundamente cierra sus ojos, mientras el rosario envuelve sus manos. Su mente es impura, tiene que dejarla en blanco mientras reza, mientras solo se llena de Dios, pero no puede. La desesperación y la soledad empañan cada rincón oscuro. Sus instintos la desgarran. Nerviosa, traga saliva mientras nota que empieza a temblar. Se siente despojada y como si la temperatura de la habitación disminuyera.
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when the demon calls | rilen
ParanormalY allí dentro está la voluntad que no muere. ¿Quién conoce los misterios de la voluntad y su fuerza? Pues Dios no es sino una gran voluntad que penetras las cosas todas por obra de su intensidad. El hambre no se doblega ante los ángeles, ni cede por...