decem

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    Finge que no lo conoce, quizás está haciendo absurda pero no sabe como afrontar el hecho de volver a verlo. Le causa escalofríos, pero también una sensación bajo su piel, un zumbido placentero que la hace vibrar.

—Hola, eres Rin, ¿verdad?

    Desvía su mirada por puro instinto, no pudiendo afrontar la pesadez que el simple contacto visual con otra persona parecía conllevar. Asintió torpemente mientras juntaba sus cosas, guardando todo de forma rápida y torpe en su mochila.

—S-Sí, um, tú eres Len—dice en un balbuceo estúpido y se arrepiente ni bien termina de decirlo, ¿qué está mal con ella?

—Lo soy, es un placer que nos reencontremos, Rin—saluda y se escucha extraño que su nombre sea pronunciado por sus labios, casi profano.

—Supongo, uh, ¿necesitas ayuda con algo?—Inquiere mientras se levanta de su asiento y se cuelga la mochila al hombro, con la cabeza cabizbaja mientras observaba los bonitos tenis blancos de Len.

—Bueno, no quiero sonar como un desesperado pero no te has contactado conmigo—murmura, su voz es pura agonía y le hace sentir culpable hasta que recuerda su tarjeta oscura.

—¡Ah, cierto!—Recuerda mientras alza su cabeza, finalmente chocando con su viscerales ojos zafiros—. L-La casa... yo, quiero decir, he llamado a la agente de bienes raíces y me dijo que se contactaría contigo—parlotea mientras pestañea e intenta no mirarlo demasiado, ¿estaría siendo muy obvia? ¿Sabría él?

—Oh, qué decepcionante—responde mientras su rostro parece decaer, aunque Rin se pierde un poco en sus largas pestañas.

—¿Di-Disculpa?

—Nada, ¿quieres acompañarme a la cafetería? Bueno, me estarías guiando de hecho, es mi primer día aquí y el mapa luce confuso—explica mientras lentamente caminan fuera del salón.

—No hay problema, ¿vamos?—Acepta mientras intenta sonreírle, pero falla y su sonrisa sale torcida, no parece importarle a Len.

—Qué pueblo más característico—murmura su acompañante mientras caminan por los pasillos, Rin solo se siente sorprendida de que nadie le haya chocado el hombro o empujado sin querer, pues cuando tocaba hora del almuerzo todos se volvían un poco locos.

—¿Por qué lo dices?—Inquiere mientras caminan de forma sincronizada. Len frunce su ceño de vez en cuándo, mirando entre algunos de los estudiantes que se encuentran dispersos por los pasillos, mientras luce molesto.

—¿No sabes acerca de las ancestrales leyendas de Dunwich? Dicen que los indios solían participar de ritos que invocaban misteriosas figuras a las afueras de la ciudad—habla mientras mete sus manos en los bolsillo de su jean, luciendo como todo un modelo aún si no estuviera posando, pero sus palabras son lo que sacan un poco de eje a Rin.

—Pero es solo una historia, ¿verdad?

—No, fue real. Estoy bien versado en la historia de Dunwich, además que cualquier profesor al cuál le preguntes podría decirte que es verídico—afirma con una sonrisa ladina que solo lo deja más atractivo, pero a Rin solo le provoca un escozor en la boca de su estómago.

—Uh, no sé como sentirme al respecto, ¿por qué quieres la casa entonces? Se encuentra a las afueras del pueblo—razona mientras aprieta las correas de su mochila con fuerza, enfocándose en las enormes puertas de madera de la cafetería.

—De hecho, se encuentra ubicado sobre un viejo terreno que pertenecía a una tribu indígena, era utilizado como cementerio—cuenta y la rubia se detiene, temblando—. ¿Qué ocurre?

when the demon calls | rilenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora