I

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— ¿Estás seguro de que esto es lo que quieres?

Naruto ya estaba algo hastiado de la insistencia que mostraba Hinata. Ya era bastante difícil el haber tomado esa decisión como para que ella le mortificara. Su decisión era irrevocable, y nada le haría desviarse de su camino. Por más que ese camino le doliera como nada nunca lo había hecho antes, ni siquiera la muerte de Jiraiya, su padrino, y de sus padres, Minato y Kushina.

— Sí, Hinata, lo estoy.

Hinata sabía que había algo que no tenía sentido. Habían sido siempre un matrimonio feliz, con sus altibajos causados por todos los años de convivencia que habían tenido, y de la noche a la mañana, le pedía el divorcio, alegando que no quería que estuviera más a su lado.

Lo más difícil de todo fue comunicarle la noticia a Boruto y Himawari. Naruto nunca consiguió explicarles por qué tomaba esa decisión, e Hinata no sabía qué pasaba por la mente del Uzumaki para haber llegado ahí. Hubieron muchísimas preguntas sin ninguna respuesta, pero los niños estuvieron conformes. Era una decisión de adultos y no podían intervenir de ninguna forma.

Por eso se hallaban en el juzgado, para dictar sentencia y anular de una vez aquel matrimonio que siempre fue feliz, que formó una familia modélica y que ahora ya no lo sería más.

Entraron juntos a la sala con sus dos respectivos abogados, que habían llevado en secreto con ambos cónyuges los puntos del acuerdo. Por último, acordaron que cada uno llevaría una parte del acuerdo al juzgado, luego encajarían sus propuestas en un debate para que no hubiera polémica de ninguna clase. En realidad fue un divorcio relativamente amistoso, pero sí que hubieron puntos de polémica. Pero, sorprendentemente, llegaron a un acuerdo.

La jueza recibió el acuerdo de divorcio y lo miró sorprendida. En general, era un divorcio amistoso, pero hubo un punto que sorprendió a la magistrada.

— Aquí dice que el solicitante, Naruto Uzumaki, renuncia a la patria potestad sobre Boruto Uzumaki y Himawari Uzumaki. Así mismo, el solicitante reclama el pago de un estipendio a Hinata Uzumaki para el cuidado de sus hijos. ¿He entendido bien?

— Sí, señoría. — dijo el abogado, aún sorprendido ante la petición de Naruto. — Mi cliente acepta el pago de la manutención, renunciando a todo derecho a la custodia de los hijos surgidos del matrimonio.

— ¿Y la otra parte está de acuerdo?

— Mi clienta, con el fin de que el acuerdo sea pacífico, ha aceptado la condición.

La jueza cerró el expediente y emitió su sentencia definitiva: el acuerdo era legítimo y, oficialmente, pasaban a estar divorciados. Lo que fueron una vez, ya no lo son, y en qué se convertirán, solo el tiempo lo dirá.

Decidieron salir juntos del juzgado, a pesar de lo decepcionada que estaba Hinata con él, todavía le costaba creer que quisiera olvidarse de todo lo que fueron y de sus propios hijos, y eso le dolía más que cualquier otra cosa. Pero cuando lo miraba, podía ver que estaba triste y decepcionado, como si él tampoco quisiera separarse de ella y de su familia. Lo achacaba a que ahora sí que estaría solo, porque cuando sus padres y su padrino fallecieron en un accidente de tráfico, Hinata se volcó por completo en Naruto, haciendo que éste se enamorara perdidamente de ella. Pero el amor no había sido suficiente para llegar a su final feliz.

Ya fuera del juzgado, Hinata Hyuga, que ya estando divorciada recuperó su antiguo apellido, decidió llamar a un taxi para que la fuera a buscar, pero el rubio allí presente le tocó el hombro, llamando su atención.

— Déjame llevarte a tu casa, es lo menos que puedo hacer por ti después de todos estos años de felicidad...

Hinata no sabía qué responder, le resultó terriblemente extraño que, una vez divorciados, quisiera seguir siendo amable con ella, justo ahora que no tenía ninguna clase de responsabilidad con ella o con sus hijos. Había algo extraño en él, pero no sabía qué era.

No hay vuelta atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora