II

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Hinata vio partir a Naruto, llevándose con él todas sus esperanzas de futuro romántico. Seguía sin entender nada de lo que pasaba por la cabeza de él, pero ya era demasiado tarde para hacer algo. Como sus hijos se habían quedado con su hermana Hanabi, nadie la esperaría para darle consuelo, o eso pensaba.

Al abrir la puerta de la casa, se sorprendió al ver a su primo, Neji, en el recibidor, de pie. No se esperaba que nadie se hubiera preocupado por recibirla, menos alguien de su familia, y mucho menos Neji, que siempre se había mostrado como alguien frío y distante con ella.

— Neji, ¿qué...?

— Me enteré de lo que estabas pasando y quise venir a estar contigo. — dijo Neji, cuyo rostro se mostraba inexpresivo. — ¿He hecho mal?

Hinata simplemente lo abrazó. Su vida se había desmoronado, pero el que al menos hubiera alguien que se preocupara tanto por ella como para estar allí la reconfortaba. Sabía que era un pensamiento bastante egoísta: había tenido el apoyo de su hermana, de su padre, de amigos íntimos como Kiba o Shino y de algunas amigas como Ino, Temari o Tenten, la novia de Neji. Todo ello había causado un cisma bastante importante en las vidas de todos, porque como todos eran conocidos y cada uno había tomado parte por uno u otro, simplemente no se pudo evitar que todos acabaran discutiendo.

Sintió cómo Neji la reconfortaba entre sus brazos, abrazándola con fuerza, intentando darle consuelo ahora que tantísimo lo necesitaba.

— No aguantes lo que sientes, haz lo que te pida el cuerpo.

Cuando oyó a Neji, algo se quebró por completo en Hinata, que comenzó a llorar a lágrima viva. Su matrimonio se había roto por completo, era oficial, toda su vida cambiaría por completo, no solo porque estaría soltera, sino porque tendría que cuidar ella sola a sus hijos.

— No entiendo nada, Neji... — Hinata casi no podía hablar. — Es que...

— Shhhh... Tranquila... — Neji acariciaba ligeramente la espalda de Hinata, de forma tranquilizadora y amistosa. No tenía idea de qué había pasado, pero estaba seguro de que tendría que arreglar cuentas en el futuro.

— Ha renunciado a todo. Hasta a sus hijos...

Eso indignó a Neji, que Naruto estuviera dispuesto a dejar a su esposa, bueno, era algo que podía pasar, los matrimonios pueden romperse por los motivos que fuesen. Pero que renunciara a ser el padre que esos niños merecían era algo demasiado cruel, el vínculo que había entre los padres y sus hijos era demasiado fuerte. Ese hombre era alguien vil y despreciable.

— ¿Cómo?

— Va a pagar la manutención, pero dice que renuncia a ser su padre, no entiendo nada, Neji... — cada vez que recordaba cómo se despidieron y cómo renunció a la familia que habían creado, la confusión se hacía patente en la cabeza de Hinata.

¿Cómo podía renunciar a ser el padre de sus hijos, y a la vez querer mantenerlos? ¿Cómo podía ver en sus ojos y en sus actos que no quería separarse, y a la vez romper con todo? ¿Cómo podía decir que la amaba y a la vez romperle el corazón de aquella manera? ¿Cómo podía decirle que le había hecho tan feliz, pero que necesitaba mantenerla lejos de él? ¿Cómo podría seguir adelante?

— Tranquila, yo cuidaré de ti, Hinata. — dijo Neji, procurando que Hinata supiera que siempre estaría de su parte. Hinata se aferró a Neji con fuerza, aceptando el apoyo de su primo.

Mientras Hinata era consolada por Neji, Naruto llegó al viejo apartamento que había alquilado con el fin de vivir en soledad. Mirando la carta que fue el motivo de todo aquello, comenzó a llorar, sintiéndose desahuciado. La felicidad le sería arrebatada, así que decidió hacer algo tan horrible que Hinata acabaría odiándole. Necesitaba liberarla del yugo de su amor, por mucho que eso le hiciera desgraciado.

No hay vuelta atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora