IX

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Los análisis periódicos indicaban que todo iba mejorando poco a poco. Estaba respondiendo bien al tratamiento y estaba recuperándose, lo cual lo llenaba de alegría y de gozo. Todo aquello se le estaba haciendo cuesta arriba, pero estaba pudiendo con el cáncer y eso era un motivo para celebrar. Había pasado un año desde su divorcio y trece meses desde que le diagnosticaron la enfermedad cuando Naruto recibió una llamada desde el hospital. El rubio se preocupó, los hospitales no solían llamar con buenas noticias. Tomó el teléfono con su mano temblorosa y descolgó.

- ¿Diga?

- Soy el doctor Yakushi, ¿podría venir por mi consulta en, aproximadamente, una hora? - dijo Kabuto, sin ninguna clase de emoción en su tono de voz. Siempre neutral y monocorde. - Hay una situación que me gustaría comentar con usted.

Naruto suspiró pero confirmó la cita, dada de improviso por el doctor. Debía ser algo de una importancia extrema como para que lo llamara él personalmente, lo que asustó a Naruto. Debía recurrir a alguien para que fuera con él, no quería pasar por aquel mal trago solo. Solo pensó en una única persona a la que recurrir. Llamó a la casa, si la conocía tal como creía hacerlo, estaría en la casa. Acertó de lleno.

- ¿Naruto?

- Hinata, me acaba de llamar el doctor y... Dice que quiere verme... - dijo Naruto, con un grado de preocupación alto en su voz. - Tengo miedo y... Necesito a alguien a mi lado para que me apoye, y solo pude pensar en ti...

- ¿Quieres que yo...? - Hinata estaba sorprendida de que pensara en ella antes que en nadie más. No pensó en Sakura, Sasuke o Shikamaru. Era ella su primera opción.

- Sí, te necesito a mi lado, por favor. Sé que no debería, pero te quiero conmigo, solo tú, siempre tú, Hinata...

A Hinata le conmovió el matiz suplicante de Naruto. A pesar de todo, él seguía queriendo tenerla a su lado en esos momentos tan difíciles, y eso era positivo para ella. Desde el divorcio, se había comido la cabeza pensando que él no la quería, pero ese detalle le demostraba que sí, que la necesitaba, aunque haya tardado en demostrarlo y lo haga con un fin algo egoísta.

- En 15 minutos paso por tu casa y vamos.

La Hyuga conducía rápidamente, muy preocupada por la repentina llamada del doctor y por cómo estaría Naruto. No quería asustarlo, pero lo cierto es que ella también creía que era un mal presagio. Pero ella tendría que ayudarlo y estar ahí con él.

Cuando llegó al edificio, Naruto ya estaba en el portal esperándola. Se veía triste, lo que despertaba en ella la mujer que siempre cuidó de su hombre en los malos momentos, tal como lo era ese. Se acercó a él lentamente y lo miró con cautela. Definitivamente, al verlo de cerca, pudo percibir un profundo pesar en él que hacía que ella estuviera también dolida, pero no podía dejar que se viniera abajo.

- Hola, Naruto. ¿Qué tal?

- Hinata, estoy muy preocupado... - dijo Naruto mientras se acariciaba su propio brazo buscando algo de calma. - Ahora mismo solo puedo darte las gracias por estar ahí, Hinata. Si hubiera hecho las cosas de otra forma...

Hinata negó con la cabeza. No importaba eso, ahora lo único que le importaba era estar junto a su hombre. Porque, a pesar de todo, ella no podía pensar en ese rubio de ojos azules como si aún fuera suyo. Aunque no lo fuera y no sabía si él quisiera serlo de nuevo.

- Tú harías lo mismo por mí, Naruto. - dijo Hinata.

Naruto simplemente sonrió, dándole la razón. Hinata se colgó a su brazo para darle confort y seguridad. Al verlo, Naruto se quedó tremendamente sorprendido del contacto tan íntimo que tenían. La recuperación de esa costumbre que habían tenido le pareció tan agradable que, simplemente, lo vivió. Pero no sabía por qué ella se tornaba tan cariñosa como lo fue antaño a pesar de todo.

No hay vuelta atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora