VIII

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Poco a poco, la relación con la que fue su familia fue mejorando levemente. A pesar de todo, seguían teniéndole aprecio a Naruto, y realmente se esforzaban por tratarle lo mejor que sabían y que podían, lo cual le servía al Uzumaki para ir avanzando poco a poco. Los análisis mostraban que, poco a poco, la enfermedad iba remitiendo, pero no bajaban la guardia.

— Entonces... ¿Estoy mejor? — preguntó Naruto al doctor.

— A ver, toda mejoría en enfermedades de este estilo es relativa, porque uno nunca sabe cómo puede evolucionar el paciente. — dijo el doctor Yakushi, una eminencia. — Pero parece que los signos, a tenor de lo que indican los análisis, es positivo, su conteo de leucocitos es mayor que en las últimas dos pruebas.

El médico estaba tremendamente satisfecho con los resultados, parecía que todo marchaba correctamente. Pero sabía que este tipo de enfermedades son muy traicioneras, por lo que estaba analizando las posibilidades de maximizar las opciones de recuperación y minimizar los efectos nocivos, cosa que no era nada fácil.

Naruto salió motivado al conocer los resultados positivos, sabía que era una batalla larga, pero poco a poco estaba plantando cara y saliendo airoso, lo cual era algo que tenía que compartir con Hinata y con los niños. Fue raudo y veloz a la que alguna vez fue su casa para dar las buenas nuevas. No contaba con que, cuando llamó al timbre, no le abriera la puerta Hinata, sino que lo hizo Neji, que lo miraba absolutamente furioso.

— ¡¿Cómo te atreves a venir a esta casa, desgraciado?! — gritó Neji con una rabia incontrolable.

— Tengo que hablar con... — intentó decir Naruto, pero fue interrumpido por Neji.

— ¡No tienes que hablar con absolutamente nadie, así que lárgate de aquí antes de que te dé un buen golpe!

Naruto cerró el puño, para posteriormente abrirlo y dejar caer la mano con toda la calma del mundo. Pensó que igual tenía que explicarlo todo, pero las únicas personas a las que debía explicaciones eran su mujer y sus hijos, aunque legalmente ya no lo fueran; y a ellos se los había explicado absolutamente todo.

— Apártate de mi camino. — dijo Naruto, con una voz plana y lúgubre, plagada de desprecio hacia el hombre allí presente. — No vas a ocupar mi lugar en la familia.

— Tu lugar lo abandonaste tú. — dijo Neji, calcando el tono de voz y la mirada de Naruto.

— No te voy a dar explicaciones, ya lo hice ante mi mujer y mis hijos. O te apartas o te aparto, tú eliges.

Naruto sabía que tenía todas las de perder. Estaba enfermo y débil, y Neji parecía estar en muy buena forma física, pero el rubio tenía el coraje y las agallas suficientes para hacerle frente. Y eso era bastante para el Uzumaki.

— Llevo tiempo queriendo darte una lección, Uzumaki.

Neji salió sin decir una palabra más frente a Naruto, tronando sus dedos en gesto claro de pelea. Naruto no se achantó y se puso también en posición de pelea. El Hyuga se posicionó frente a la casa, como si estuviera formando una barrera para impedir que Naruto accediera a la que fue su casa.

En ese instante, se oyó un grito desesperado desde lejos, queriendo detener la pelea con un desesperado "¡basta ya!". Unos pasos acelerados se acercaron a los dos hombres, algo que hizo desistir a Naruto. Pero no a Neji, que le propinó tal puñetazo que lo tumbó en el suelo. Los pasos se hicieron cada vez más cercanos, y ella se acercó a Naruto, que estaba agarrándose la mandíbula.

— ¡Neji, qué demonios haces! — le gritó Hinata a Neji totalmente iracunda.

— Te dije que si me lo cruzaba un día, le daría una lección. — dijo Neji, totalmente seguro de sí mismo.

— ¡Neji, Naruto está muy enfermo! ¡Tiene leucemia!

El rostro le cambió a Neji por completo. Se sintió instantáneamente culpable. Su padre, Hizashi, también había padecido un cáncer muy agresivo, en su caso, un melanoma que se lo llevó cuando Neji era apenas un niño, quedando al cuidado de su madre.

— ¡Y tú, Naruto! ¡Tendrías que habérselo dicho! — a Naruto también le tocó su parte de la reprimenda.

— Yo solo le debo explicaciones a tres personas: a Boruto, a Himawari y a ti. A este no le debo nada. — dijo Naruto, despreciando a Neji.

Neji le ofreció la mano para ayudar a Naruto a levantarse, a lo que Naruto, simplemente, lo dejó colgado. Se levantó por sí mismo y pasó al lado de Neji sin dirigirle la palabra y sin mirarlo. Tampoco podía culparlo por ello, pero ya tendría tiempo de hablar con Naruto más tranquilamente y arreglar las cosas.

Al cabo de un rato, Hinata le ofreció un té amargo a Neji y uno más dulce a Naruto, con el fin de apaciguar las cosas y de hablar con Naruto tranquilamente. Ambos no disfrutaban de la bebida porque sabían que tendrían que aguantar la reprimenda de Hinata.

— ¿A qué venías, Naruto? — dijo Hinata, con calma.

— Hoy tuve revisión médica y... Bueno, parece que estoy ganando al cabrón por el momento, pero no hay que confiarse. — dijo Naruto, que aunque dijera eso, su mirada reflejaba con total claridad el optimismo que tenía. Sus ojos brillaban con la esperanza de poder vivir una vida normal.

— ¡Eso es fantástico, Naruto! — dijo ella, con una alegría totalmente genuina.

— Naruto, ¿cuándo supiste que...? Ya sabes. — Neji no podía mencionar siquiera la condición del rubio. Le recordaba a la situación de su padre.

— Bueno... — Naruto estaba ya más calmado y no vio mala intención en la pregunta de Neji, así que relajó su alerta. — Fue aproximadamente un mes antes del divorcio.

— Entiendo...

Neji tomó otro sorbo de té, reflexionando sobre lo que le había dicho Naruto. Las fechas cuadraban, la causa solo podía ser esa, porque hasta ese entonces, Hinata siempre había presumido de lo buen esposo que era Naruto: guapo, romántico, detallista, generoso y siempre dispuesto a ayudarla. Era su hombre ideal, y de pronto, un día, todo se quebró.

— Naruto, ¿te divorciaste por el cáncer?

Asintió de forma lenta. Aún le parecía increíble cómo todo el mundo leía su intención con una facilidad absolutamente pasmosa.

— No quería que ella me viera morir, ni que mis hijos tuvieran que pasar por quirófano. Dejarlos libres mientras yo me consumía me pareció la mejor decisión. — dijo Naruto con la cabeza gacha y con mucho pesar. — Me costó muchísimo tiempo aceptar que me había equivocado.

— Rectificar es de sabios, Naruto. Al menos confiaste en Hinata como para hablarlo y dejar clara la situación. No todos lo harían. — dijo Neji, tremendamente reflexivo y tranquilo. — No es algo fácil, pero estoy convencido que te recuperarás.

— Todo es por mis amigos, si no fuera por ellos ni siquiera habría hablado con Hinata. — dijo el rubio. — Fueron ellos quienes hablaron con todo el grupo y fue Sakura quien llevó a Hinata al apartamento a que hablara conmigo. De no ser por ellos, igual ya estaría muerto.

Naruto estaba siendo totalmente honesto. Su humor había mejorado mucho al tiempo que lo hacía su salud, y eso era algo que nunca terminaría de agradecer a Sasuke, Shikamaru y Sakura en particular, y a todos en general. Y, por supuesto, la ayuda que le había brindado Hinata había sido absolutamente imprescindible.

Naruto sentía como poco a poco iba recuperando su vida anterior, era cierto que habían cosas que habían cambiado, pero estaba dando pasos en la buena dirección. Sus errores le habían hecho perder mucho y tanto o más le estaba costando retomar de nuevo su vida, pero lo estaba haciendo a pesar de las dificultades que le ponía la vida. Lo único que le faltaba era, probablemente, lo más complicado de todo: recuperar a su familia. No quería hacerlo por pena, aunque de momento le había bastado eso para que lo aceptaran. La realidad era que quería recuperar a su familia gracias a la magnitud de los sentimientos que tenía por ellos.

No hay vuelta atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora