XI

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Fueron al piso de Naruto a recoger unas cuantas cosas para ir comenzando con la mudanza: ropa, enseres del hogar y lo más básico para ir acomodándose desde ya. No le sorprendía la determinación de Hinata porque ella siempre fue tan cabezota como el rubio, o quizá más. Por eso él siempre desistía cuando discutía con ella o cuando le pedía algo, porque sabía que era una batalla perdida para él.

Cuando cerraron el maletero, Naruto sintió como sus sueños y esperanzas de futuro volvían a ser uno con los de Hinata. Volvían a ser uno, aunque fuera por las circunstancias, pero si dependía de él, todo seguiría igual después de curarse. Porque esta era la primera vez en mucho tiempo que sentía que todo iba a salir bien. Lucharía por ello, tal como le dijo a Himawari cuando se reencontraron.

Poco a poco sentía como ese irrefrenable impulso de proteger a Hinata de sí mismo se desvanecía con cada metro mientras se acercaban al que fue el domicilio familiar. Si ella estaba siendo tan fuerte como para ayudar a quien le había roto el corazón en mil pedazos, él podía serlo para no agravar el dolor de Hinata. Estaba entendiendo que la única forma de no dañar a Hinata era lo suficientemente fuerte como para no aumentar el dolor emocional que sentían.

Cuando se bajó del coche y tomó las cajas, vio como Neji se acercaba a él, haciendo que Naruto se pusiera en alerta. Sin embargo, lo que hizo el primo de Hinata fue ayudarle con las cajas, algo que dejó al rubio atónito.

- Vamos, Naruto, ¿te vas a quedar mirando? - dijo Neji desde la entrada de la casa.

Naruto caminó con otra caja como un zombi, totalmente ido. Creía que Neji lo odiaba por lo que había hecho, así que la repentina amabilidad lo dejó descolocado. Su rostro estaba inexpresivo, buscando mentalmente una explicación a aquello.

- Creía que...

- ¿Te odiaba? - terminó de decir Neji. Acto seguido negó con la cabeza. - No es que te odiara, más bien detestaba lo que le habías hecho a Hinata, pero tú nunca me caíste mal. Pero cuando te vi, solo pude pensar en mi prima y en el dolor que había pasado y no pude contenerme.

- Ya no más, Neji. No volveré a dañarla de nuevo, he aprendido que cuando ella sufre, yo sufro el doble: sufro por ella y por mí, que no soporto verla padecer por mi culpa. - dijo Naruto con una seguridad aplastante.

Neji sonrió ante la declaración de Naruto y se dio la vuelta para entrar con los enseres de Naruto, que se sintió aceptado por el Hyuga de nuevo, aunque no sabía si el motivo era la lástima o que de verdad se alegraba por él y por Hinata. No iba a atosigarlo preguntándole la realidad de su cambio de opinión, pero le alegraba esa nueva actitud de Neji.

Naruto estaba esperando a saber dónde iba a alojarse, suponía que el cuarto de invitados, aquel que usaba el Uzumaki como despacho cuando se llevaba trabajo a casa, así que fue directamente allí. En aquella salita no había absolutamente nada más que su antiguo escritorio y una estantería con muchos libros, no había cambiado nada desde su marcha, lo cual sorprendió al rubio.

De repente, Hinata se puso a su lado guardando una ligera distancia mientras veía el rostro de sorpresa de Naruto al ver que esa habitación estaba prácticamente igual a cuando se marchó.

- ¿No has cambiado nada, Hinata? - dijo el rubio estupefacto.

- No, esa era tu sala y no quise cambiar nada. - se sinceró Hinata.

- ¿Dónde me voy a alojar? - Naruto no entendía nada, no habían más habitaciones disponibles y no creía que le fuera a hacer dormir en el sofá.

- Vas a quedarte en la habitación grande, necesitas espacio. - dijo Hinata con tranquilidad, aunque en realidad estaba extremadamente nerviosa.

- ¿Y...? ¿Tú donde te quedas? - Naruto se tensó al oír que se iba a quedar en esa habitación por un motivo: era donde ellos dormían juntos cuando estaban casados.

No hay vuelta atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora