28. Desesperación

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Owen:

Ella miente.

—¿Me crees?.—La pregunta de Dafnée me deja sin respuestas.—Owen.. ¿Me crees?

—Dafnée...

Sus ojos se llenan de lágrimas, ella niega con la cabeza.

Lo siento...—Pronuncia y esas lagrimas caen muy rápido por sus mejillas.—Lo siento, Owen.

—Solo dime la verdad.

Me acerco a ella y le sostengo de los hombros, sus ojos me miran dolidos y el dolor me los trasmite a mí también.

Toda esta situación me ha llevado a sentirme así.

Manipulación...

Eso es lo que está haciendo Dafnée conmigo ahora e intento entenderla, intento que entienda que no necesita usar esto porque estoy aquí.

Las lágrimas comienzan a traicionarme a mí también.—No tienes que mentir, así que ya basta.

—Owen...

—¡Ya no mientas más, por favor!

Sus ojos tiemblan, Dafnée se rompe en mis brazos y termina cayendo al suelo, no deja de llorar y yo la atraigo hacia mi pecho.

El dolor comienza a traicionarme y las lágrimas también, tengo que levantar la vista para evitar que caigan, pero joder.

Es completamente inutil.

No me dejes, Owen...—Solloza.—Por favor, no me dejes, te quiero.

—Dafnée..

—No me dejes, No me dejes..

Ella lo repite y solo me hace sentir peor.

—No me dejes, Owen...

Tengo otro nudo en la garganta, la aprieto contra mí y le digo que todo estará bien.

Tiene que estarlo.

—No lo haré, no voy a dejarte, Dafnée.

Su llanto comienza a calmarme poco a poco y quizás he cometido el error de decirlo tan pronto.

—Busquemos ayuda.

Todo el cuerpo de Dafnée se paraliza, ella me aparta y me ve completamente espantada, sin embargo aun cuando tengo esa mirada aterrada sobre mí, sé que esto es lo correcto, así que se lo digo de nuevo.

—Busquemos ayuda, Dafnée.

—¡No!

—Dafnée...

—¡No.. no no!.—Me grita con fuerza.—¡No!

Ella no deja de gritar y otra vez comienza a llorar.

—¡Tú quieres encerrarme otra vez!

—No, Dafnée.

—¡Eso quieres, quieres encerrarme y luego quieres dejarme igual que Lorenzo!

Dios mío.

—¡Eso harás, Owen! ¡Y cuando te des cuenta que no puedo sanar como lo hizo el vas a dejar de pagar ese manicomio y me dejaras botada!.—Continua gritándome desesperada.—¡Me dejaras botada! ¡Me dejaras botada como hizo el!

Su voz se quiebra.

—No iré, no iré, no iré.

—Dafnée, yo jamás...

—No.. no quiero, no quiero volver a ese lugar..—Ella llora.

—Dafnée.

Intento tocarla, pero ella me aparta.

—¡No me toques!

Ella se pone de pie y se aleja de mí, intento ir detrás de ella, pero no me deja, incluso cuando ya estamos fuera del edificio.

Intento detenerla, juro que lo intento.

Y luego veo el coche.

El maldito coche.

—¡Dafnée!

En cuestión de segundos yo logro sacarla.

Al menos logro sacarla del camino.

Al menos he logrado eso.

Dafnée cae al suelo y su voz desgarradora llena mis oídos.—¡Owen!

Ya es demasiado tarde.

Máscara de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora