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—Voy a esperar a mañana. Al salir el alba.— dijo al fin.

—¿Esperar? No puedes hacer eso, vienen mañana.—le dijo angustiado.

—Lo se. Pero al alba es en el único momento donde la guardia intercambia puestos. Los soldados no estarán pendientes y mi madre duerme por la mañana como yo en un día frió de invierno.— explicó.

—Esta bien. Mientras tanto escóndete si entra alguien. Diré que te vi corriendo por los bosques para que dejen de buscarte por un tiempo.—rió nervioso.— Lo que tengo que hacer por ti, mocosa.

—Mak... no puedes mentir, si te pillan te echaran. Tu saldrías perdiendo en toda esta... locura.

Su amigo podía perder el puesto por su culpa. Maldita sea, por que las cosas tenían que llegar hasta ese punto, todo era tan difícil, cuando era niña los juegos de escapes no era tan complicados, aunque esta vez aquello no era un juego, había gente que podía perder realmente cosas importantes.

—Prefiero perder lo que alimenta mi estomago, que perder lo que alimenta mi corazón.— confesó.

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(Elija jugador, como reaccionar, comenta cual eliges y no leas la que no has optado. Ten cuidado con lo que eliges, las decisiones que tomas podrán hacer que tu camino sea mas fácil o no.)

A) Besar.

B) Agradecer.

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A) Aquello la hizo reír. Makaleo era el chico mas dulce que jamas había conocido. Antes lo veía como un simple inmaduro, pero después de tantos años, el pelirrojo había crecido tanto mental y físicamente que no lo lograba reconocer con quien estaba hablando. 

Sus hombros eran anchos, sus ojos fríos, sus pecas adorables. "Aela no te lo pienses más imbécil." Le agarró del rostro y le ofreció su primer beso. El se sonrojo a tal punto que sus mejillas se colorearon del mismo color que sus cabellos. Él sin dudarlo la correspondió.

 Fue largo y cómodo. Los labios del chico eran blanditos y su aliento olía a menta - a su amigo le encantaba comer hojas de lluvia-. Ojala pudiese terminar su historia así, sin embargo tenía que huir. Huir para poder encontrarse de nuevo con su nuevo amor. Aunque sabia que no volvería verlo. Él también lo tenia por seguro, por eso se emociono derramando dolorosas lagrimas por sus rosadas mejillas.

 Él también lo tenia por seguro, por eso se emociono derramando dolorosas lagrimas por sus rosadas mejillas

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B) Sonrió agradecida.  Makaleo era el chico mas dulce que jamas había conocido. Antes lo veía como un simple inmaduro, pero después de tantos años, el pelirrojo había crecido tanto   ommental y físicamente que no lo lograba reconocer con quien estaba hablando.

—Gracias de nuevo Makaleo.— lo abrazo apoyando su cabeza en su tonificado pecho.

Él la correspondió. No sabia el por que pero estar rodeada por los brazos de su amigo la hacia sentir protegida de todo lo malo. La calidez que transmitía la tranquilizo unos instantes. Sabia que no volvería verlo. Él también lo tenia por seguro, por eso se emociono derramando dolorosas lagrimas por sus rosadas mejillas.

 Él también lo tenia por seguro, por eso se emociono derramando dolorosas lagrimas por sus rosadas mejillas

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.......

Después de su duradera despedida. Ambos se separaron, sentenciando que sus caminos a partir de ahora se dividieran. Aela con una mano se toco el pecho deseando que sus caminos se unieran de nuevo.

Espero en su habitación, bloqueo la puerta para que nadie pasará. Luego se dio cuenta que no hacia falta bloquear nada, nadie entraba. Makaleo de seguro que ya les había dicho su elaborada mentira. Miró por la ventana para confirmarse que de verdad se estaban dirigiendo al bosque y buscando por las llanuras algún rastro de ella.

Lo que vio a través de ella fue a soldados montados en sus correspondientes caballos. Desde esa distancia los veía como hormigas recibiendo ordenes de la hormiga reina. Se apartó de la ventana con rapidez.

Llegó la noche y no ceno, ni se baño como hacia diariamente, lo que realizo durante todo el día fue preparase una maleta de viaje. Esta la escondió debajo de la cama por si las moscas. Después se tumbo en la cama y calculo todas las posibilidades que tenia de huir con éxito.

En la noche durmió plácidamente, sin ni siquiera interrupciones, era asombroso como los soldados y su madres podrían ser tan estúpidos. 

Las trompetas del cambio de turnos de los centinelas la despertó, indicando su salida. Rápida no se concentro en vestirse en condiciones, sujeto la maleta con una mano y salió disparada de su habitación. Ando deprisa por los pasillos de la fortaleza.

Cuando se encontraba en el exterior vio una carreta oscura. Era la carreta de los Workens. El chico con el quien se iba a casar la miró por la ventanilla.

Ella corrió mas deprisa.

- ¡Madre! ¡La princesa se escapa!- rugió Worken con varios soldados a sus espaldas.

- ¡Seguirla que no sobrepase los limites del bosque de los "Mil aullidos"!- ordenó.

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