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Soldados, centinelas, criadas, perros, todos corrían persiguiendo cada uno de sus pasos. La princesa tenia por seguro que tenia que ser mas rápido que ellos, tenia que ser mejor que cientos de personas. Sus piernas se hundieron en la nieve haciendo quemar su piel por los ligeros ropajes que vestía.

Toda la llanura bañada en nieve se le hizo eterna, la distancia que había entre ella y el bosque se alargaba según se iban debilitando sus piernas

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Toda la llanura bañada en nieve se le hizo eterna, la distancia que había entre ella y el bosque se alargaba según se iban debilitando sus piernas. Los aullidos de los perros se hicieron notar mas cercanos de lo que estaban. Por el rabillo del ojo observó a sus dos lados, uno de aquellos animales ya la había alcanzado. Apretó los labios con pavor, la iban atrapar antes de lo que esperaba.

A lo lejos vio un caballo abandonado justo en medio de aquel desierto echo hielo. Era un milagro, al fin los cinco se habían alienado para darle apoyo celestial. No lo hacia a menudo, bueno en realidad jamás lo hacia, pero en aquel momento le dio gracias a los dioses por su gran regalo. También pensó que pudo ser por pura suerte, de todas maneras no creía en los dioses, ni siquiera ponía atención a que se dedicaba cada uno.

A medida que se acercaba al relajado caballo se percató de la costosa montura que poseía. "¿Será de algún cazador?" pensó. Se detuvo y no perdió el tiempo en mirar hacia atrás, se subió con torpeza al caballo y cabalgo hasta el bosque y esta vez con mas velocidad que antes. Segura de que llegaría a su destino sonrió triunfante, rió sin saber por que, podría ser por el miedo o por lo triunfante que se sentía. Ambas cosas podían llevarte a la locura.

Rápido el caballo la tiro justo en la entrada del bosque, ella cayo al suelo y se estampo contra la superficie congelada. Rodó por el suelo sintiendo como algo crujió dentro de ella. De un momento para otro sintió como el respirar el aire fresco apretaba sus pulmones con fuerza, no podía llenar sus plumones del todo.

"Ya sabia yo que los dioses no existían" pensó tocándose el pecho, se apoyo en el tronco de un árbol y andó a duras penas por los adentros del lugar. 

—Seguramente este por aquí.— dijeron los soldados a sus espaldas.

—¡Aela La loca! ¿Donde estas?— gritó Lord Worken.

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(16)= Esconderse.

(14)= No esconderse.

El creador de mundos / Libro interactivo/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora