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Se lo tuvo que pensar por unos largos minutos, no era fácil confiar en alguien que te habia estado durante toda tu vida jodiendo la existencia. Al final pudo llegar a una conclusión que siempre oía en historias sobre aventuras y dioses "Tu peor enemigo puede ser tu mayor aliado". La miró segura de si misma, ella apartó la mirada detonando nerviosismo.

—¿Me ayudaras a escapar?— pregunté.

—Por supuesto, no podría negarme a cumplir sus deseos.— dijo con sorna de nuevo.

—¿Cual es tu plan?— la rubia se cruzo de brazos.

—El pelirrojito a entretenido a los guardias de una forma heroica ¿No crees? Su plan a ido como una rueda cuesta abajo.—sonrió.

—¿Nos ha estado espiando?— preguntó sin dar créditos a sus oidos.

—Un poquito.

—¡Estela!

—Agh no es para tanto, madura un poco.— prosiguió.— A lo que iba, los soldados en realidad era tu mayor problema, ahora te queda huir. Y que mejor que huir por un pasadizo secreto.

—¿Un pasadizo secreto?— sabia por experiencia y por sus propios ojos que no había ningún pasadizo secreto por la fortaleza.

—Eh Aela, espabila niña ¿O debería llamarte mujer?— su tono sonó burlón y dibujo una sonrisa divertida en su rostro.

—¡Tambien me espiaste en ese momento! ¿No tienes otra vida mas interesante?

—Estamos en un pasadizo.— se hizo la sorda y hablo por encima mía.— Son los pasillos de emergencia para que tu y la reina en caso de alguna invasión o algo que haga peligrar vuestra vida, podáis escapar sin problema por ellos. Aquí nadie te seguirá.

—¿Segura?

—Segurisima.

Luego de una pausa silenciosa Aela se atrevió a...

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(Elija jugador, como reaccionar, comenta cual eliges y no leas la que no has optado. Ten cuidado con lo que eliges, las decisiones que tomas podrán hacer que tu camino sea mas fácil o no.)

A) A darle un abrazo.

B) A darle monedas.

C) A darle su colgante.

d) A darle un beso.

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A)... abrazarla con todas sus fuerzas, estaba muy agradecida por su ayuda. Estela sorprendida se quedó con los brazos abiertos, no la correspondió si no que empezó a reírse seguramente de lo ridícula que estaba pareciendo. Le puso una mano en la cabeza y la acaricio.

—Vete ya idiota.— la apartó.





















B)Sacó una bolsa de monedas de su mochila y se lo dio.

—Con esto me asegurare de que tampoco digas nada.— dijo desconfiada.

—¿En serio crees que una bolsa de monedas me va a callar?— en silenció Aela la enfrento. 

Y luego le dio la espalda. Habia gato encerrado.





















C)—Muchas gracias Estela.— se quitó el colgante.— Esto es para ti, asín me podrás recordar. Era de una amiga mía, me daba suerte, espero que te la de a ti.

—Gracias.— chasqueó la lengua mientras lo recibía y lo miro.— Lo venderé a un buen precio.

Voltee los ojos decepcionada y gire sobre mis talones para comenzar mi escapada.





















D) Algo impulso a Aela a abalanzarse hasta el rostro de Estela y besadlo. Sus labios se unieron como dos piezas en un puzzle que encajaban a la perfección.

 Sus labios se unieron como dos piezas en un puzzle que encajaban a la perfección

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La de pelo azabache la aparto en seguida. Ambas se quedaron mirándose. De pronto un millón de sensaciones florecieron bajo su piel, notó sus mejillas calentarse hasta tal punto que empezaron a sudar y su corazón vibro como un tambor.

—Lo siento... Lo siento mucho, yo... — rápido dió media vuelta antes de comenzar su frase y corrió en dirección a la salida.

—¡Espera Aela!— gritó a la lejanía. 























Esta escapada estaba resultando ser mas complicada de lo que pensaba. Corrió rápido entre la oscuridad que dominaba cada camino de aquel túnel sin antorchas. Después de un pequeño momento sus piernas empezaron a pincharle y su corazón a golpear a su pecho con fuerza. Se detuvo para coger aire y levanto la cabeza para mirar a la lejanía, todavía le quedaba bastante camino por recorrer.

De nuevo se puso en marcha y de pronto escucho unos quejidos de dolor que provenían de las estancias de arriba. Se paró por segunda vez y puso atención a esos quejidos. La voz que producía gritos afligidos eran los de Makaleo. Se asomo por la reja que brindaba visión de la habitación superior.

—Eres un mentiroso. Una criada nos dijo que te vio entrar a los aposentos de la princesa.— varios hombres sujetaron al joven mal herido.— ¿Donde esta?

—Os juro que no lo se.—admitió rompiendo a llorar. Uno de ellos golpeo sus mejillas.

—Ya verás como lo sabrás cuando traigamos a la reina. Vayámonos chicos.— Se fueron de la estancia cerrando la puerta con llave.

El chico se limpió la sangre y se quedo sentado en la otra punta de la habitación, la rubita le chistó para que se acercará a las rendijas. Él la miró y su rostro brillo de esperanza. Se acercó a cuatro patas.

—Aela.— dijo.— Creí que ya no nos volveríamos a ver más.

—¿Makaleo estas bien?— dijo sacando varios dedos para poder tocarle el rostro.

—Eso es lo de menos, lo importante es... ¿Y tu lo estas?

—Si, estoy escapando por un pasadizo que me dijo Estela.

—¿Estela?— dijo sorprendido, la verdad es que Aela también le sorprendió. 

—Lo que has oído.

—Eso es muy raro...—se quedó pensando.— ¿Oye crees que me podrás sacar de aquí antes de que vengan de nuevo?

—Ehhh...

— Por favor Aela, si descubren que he mentido me colgaran por traidor.

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(10)= Salvar a Makaleo (Arriesgado)

(11)= No salvarlo (Seguro)

El creador de mundos / Libro interactivo/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora