El amanecer del sexto día había despertado a Atenea de un maravilloso sueño en el que volvía a su hogar. Ariel lamía su rostro mientras dormía por lo que se ha despertado con la cara pegajosa. Ha tomado una ducha y su piel ha vuelto a colorearse. Ya ni siquiera le asusta. Durante todo el tiempo que ha estado en casa de sus tíos no ha parado de mojarse para que ellos puedan estudiar el por qué. Incluso le gusta la forma en la que los tonos azulados, rosas y morados se mezclan. Sus abuelos le habían prometido que no pasarían muchos días más antes de volver. Estaba ansiosa por hacerlo cuanto antes ya que echaba de menos el mar. Pero también a los chicos. Se preguntaba todas las noches si sus amigos también pensaban en ella como Atenea lo hacía. Había tenido horas muertas para aclarar su cabeza y los sentimientos que la embriagaban cuando se encontraba con cada uno de ellos. Las dudas se disparan cuando se trata de Luke. Se culpa a si misma por imaginar cosas con alguien comprometido con otra chica. No lo puede evitar. Antes de dormir fantasea con que el rubio la abraza, protegiéndola con sus brazos, haciéndole saber que nada malo va a pasar mientras se encuentre entre su cuerpo.
Intenta sentirlo en este mismo instante. Se encuentra sentada con sus familiares en la mesa redonda de la sala principal. Libros y fotos están regados por todo la superficie, haciéndole imposible la acción de apoyar sus codos sobre ella sin arrugar algún papel. Stede explica varias cosas que Atenea puede lograr comprender. No obstante, se pierde en intentar encontrar lógica en muchas otras. Thomas lee en alto un fragmento que parece estar en latin. Atenea frunce el ceño escuchando a su abuelo. Solo entiende la última frase.
— Y sellando el amor en el mar, la guerra finalizará. Más no debes romper el pacto, pues todo lo demás será en vano.
— ¿Qué quieres decir, papá? —Anne pregunta. Thomas vuelve a revisar el párrafo leído pero esta vez para si mismo, paseando sus ojos de lado a lado a gran velocidad.
— ¿No has comprendido nada? —Stede cuestiona mirando a su esposa. Esta, intimidada por la mirada de su padre, niega.
— Quiere decir que si la promesa se rompe, todo lo demás también lo está. —Thomas explica. Atenea arruga sus labios cuando pierde el hilo de la conversación.
— ¿Acaso el pacto no sigue firme? —Thea cuestiona. Atenea traga saliva ruidosamente cuando en su cabeza todas las dudas se aclaran como si la calma de una tormenta lluviosa hubiese llegado. Agacha su cabeza cuando todos la observan con intriga. Juguetea con los dedos de sus manos intentando distraer su mente del momento exacto que se reproduce en su memoria una y otra vez.
— Atenea, cielo. —Anne intenta captar la atención de su sobrina, que se hace la despistada. Vuelve a llamarla, esta vez más ruda. Los ojos azules de la peli-negra se dirigen al cuerpo de su tía, con brazos cruzados y ceño fruncido.— ¿Hay algo que no sepamos?
— No. —La forma en la que la voz débil de Atenea se proyecta confirma la mentira. Thea bebe de un sorbo el café de su vaso y, con una disculpa, se retira de la reunión para calmar sus nervios.
— Te lo preguntaremos solo una vez más. —Stede acaricia la espalda de su sobrina. Atenea muerde sus labios desprendiéndose de algunas pieles muertas y provocando en una de ellas una herida sangrienta. Pasa su lengua y quita el exceso de la rojez, llenando su boca de un gusto a hierro.— ¿Sabes algo que nos pueda servir de ayuda?
— No estoy segura de si lo hará. —La peli-negra confiesa una vez que refresca su garganta con el zumo que su tía le ha preparado esta mañana.
— Cariño, te dijimos que debías contarnos todo. ¿Por qué no lo has hecho? —Thomas pregunta con decepción. Atenea se siente mal pero en realidad no le había dado importancia al detalle hasta que escuchó a su abuela hablar.
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OCÉANO | lrh
FanficMientras que para Luke el océano es su mayor temor, Atenea adora perderse entre las olas de madrugada. NOVELA TOTALMENTE DE MI PROPIEDAD. PROHIBIDA TODA ADAPTACIÓN O COPIA DE LA MISMA.