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Mensajes, llamadas y notificaciones de las redes sociales saltan como chispas cuando su teléfono recobra vida. Luke, adormilado, frota el puño contra su ojo mientras un bostezo ocupa gran parte de su cara. Se dedica a contestar en orden de prioridad: madre, tíos y su compañero de matemáticas, con el que se lleva bastante bien pero nunca han salido juntos fuera de clases, justo lo que le propone el chico. Le explica que se encuentra de vacaciones y le manda un par de fotos del océano que días atrás había tomado para mandarlo por el grupo de su familia. Piensa en las anécdotas de ambos y ríe hasta que ve que Petra también se encuentra en la lista de las personas que han intentado localizarlo mientras yacía entre los brazos de Morfeo. Sus manos comienzan a segregar sudor, su corazón se exalta y sus labios dibujan una sonrisa a causa de los nervios. Lee su mensaje, lo vuelve a leer y lo hace de nuevo. Lo mentaliza y la respuesta aparece al instante en su cabeza, no es que no lo haya meditado antes, sin embargo debe parar por un segundo. Bloquea la pantalla, se levanta tras estirar sus músculos y tronar algunos huesos. Se dirige hacía el balcón de la habitación, deja sus brazos reposar en la barandilla color plata y respira hondo cuando la brisa golpea contra su rostro. La risa de sus amigos llega hasta sus canales auditivos, haciendo que baje la mirada para encontrarse con los muchachos corriendo y saltando por la arena. Niega varias veces con la cabeza mientras muerde su labio inferior intentando esconder una sonrisa. Este viaje lo hicieron para pasar momentos juntos y siente que desde hacia unos días permanecía, todo el tiempo, en solitario. Nada tiene lógica desde entonces. Mira el calendario de animales que cuelga en la pared de su izquierda, apenas quedaría un mes para volver.

Tras asearse y bajar con algo de comida chatarra entre sus manos, se sienta al lado de sus amigos, apenas unos centímetros más atrás para que el agua le llegue solo a rozar la planta de los pies. Los cuatro jóvenes comen y beben cerveza sin ni siquiera hablar entre ellos, en realidad mientras haya alimentos de por medio nunca intercambiarían palabras sin terminar antes de engullir.

— Creo que voy a marcharme.

Luke habla rompiendo el cómodo silencio del ambiente. Calum escupe la cerveza que estaba en su boca, Michael suelta la bolsa de patatas y Ashton frunce su ceño. No les mira a la cara pues en su interior sabe que no es lo correcto, pero no siente que deba permanecer más tiempo en Cordelia. No encuentra el sentido: no le gusta el océano, tampoco la arena pegajosa que se cuela por sitios impensables de su cuerpo y desde que Atenea se marchó, se ha vuelto un lugar lúgubre. Lo único que oye es al morocho toser y golpear su pecho al tragar de forma indebida.

— ¿M-Marcharte? —Ashton pregunta titubeante. Michael observa la toalla azul, en la que se encuentra sentado, sin pestañear, sin asimilar.

— Has dicho crees, aún hay una posibilidad, por muy remota que sea de...—Calum, siempre es el más positivo de los cuatro, intenta brindar esperanzas pero Luke interrumpe su argumento.

— Lo siento.

Los tres amigos se miran entre sí y dirigen su mirada al frente. El cielo no reluce de la misma forma que hacía cinco minutos, la marea se ha levantado más fuerte salpicando varias gotas en el cuerpo de los jóvenes que se quedan quietos sin poder creerlo. En las semanas que prepararon los detalles de esta escapada, las expectativas pintaban su primer viaje de colores vivos, neones. En cambio, la triste realidad solo se colorea fríamente.

— ¿Hemos hecho algo mal? —Michael cuestiona, leyendo la mente de los otros dos chicos que sienten como las palabras se han quedado estancadas en su garganta sin querer salir para no escuchar alguna verdad que pueda herirles.

— ¡Por supuesto que no! —Luke sube sus brazos para enfatizar su exclamación. Toma aire y ordena las frases sueltas en su cabeza. Es hora de abrirse ante sus amigos.— Los días que hemos estado aquí han sido maravillosos. He podido desconectar de mi antiguo yo y todo lo que conlleva serlo, necesitaba pasar tiempo alejado de mi familia y dejar de escuchar cada noche como mi madre se lamenta en su habitación. He dejado atrás una persona que me gusta. Quiero respuestas y necesito que sean cara a cara, no por un teléfono que no muestra sus facciones ni la manera en la que posiciona su cuerpo ante mi.

OCÉANO | lrhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora