El abrazo dura minutos en los que ambos se sienten tan cómodos que no quieren separar sus cuerpos. Sin embargo, el rubio rompe la conexión cuando observa que Ashton los descubre. Atenea, con una sonrisa de oreja a oreja, vuelve a su lugar. El rubio dirige su mirada hacía la chica, que vuelve a acariciar su brazo en busca de nuevas figuras. Ríe sin carcajear demasiado fuerte, no quiere sacar de su trance a la peli-negra. Él, por ende, busca también entre el físico de la muchacha algún lunar para imitarla. En el proceso se detiene a observar con detalle cada rincón de Atenea, corroborando sus pensamientos de que, para sus ojos, es tan perfecta que parece irreal.
Con éxito, lleva su dedo índice a los lunares que encuentra en sus muslos. Traza algunas lineas sin sentido pero es suficiente movimiento para que Atenea preste atención.
— El tridente de Neptuno. —Luke pronuncia. Su amiga, sorprendida, forma un círculo con sus labios. El rubio, viendo la forma en la que reacciona, sonríe. Asiente levemente para confirmar sus palabras.— Tienes un pedazo del dios del mar en la piel.
— ¿Eso crees? —Atenea, pareciendo una niña pequeña, hace el recorrido en su pierna que previamente había visto en Luke.
— Estoy seguro. —El rubio le enseña el patrón. Tras ver la alegría que la muchacha desprende, se replantea buscar otras evidencias que demuestren que Atenea está bendecida por el océano. Y, si no es capaz de hallar más pruebas, se las inventaría con tal de ver su sonrisa.
La conversación se ve interrumpida por los gritos de tres adolescentes. Ambos miran hacía el mar. Grandes olas vienen desde los más profundos hasta la orilla, donde rompen y se extienden por lugares previamente secos. Tanto es así, que consigue llegar hasta los jóvenes. Luke, que siente falta de oxígeno en sus pulmones, se incorpora rápidamente esquivando el agua. Su corazón le ordena que debe acercarse pero sus pies están anclados en la arena. Como su único recurso, con mirada suplicante y sin habla, pide ayuda a su amiga. Atenea, ante el miedo que los ojos de Luke le transmiten, huye hacía el alterado mar corriendo todo lo que sus piernas permiten. Al sumergirse, provoca que el agua de su alrededor forme una espuma blanquecina que se expande hasta desaparecer.
El rubio está apunto de llorar. Se siente inútil. Está volviendo a vivir su peor pesadilla y, lo peor es que, de nuevo, no es capaz de hacer nada para evitarlo. Se acerca pero al sentir la humedad en los dedos de sus pies, sale disparado hacía, lo que él considera, un lugar seguro. Lo intenta aunque su esfuerzo es en vano. Su cuerpo tiembla y no puede controlarlo. No tiene fuerzas para mirar al mar. La voz de Atenea, que parece estar dando órdenes, le hace recobrar la esperanza en que todo acabará en un buen susto. Sin haberse percatado, sus ojos están cerrados de manera tan fuerte que, al abrirlos, puede ver varias partículas imaginarias que interfieren en su visión. Entre todas ellas, consigue ver a Michael. Es el único que ha logrado salir. Su amigo, derrotado por haber intentado luchar contra la mayor fuerza de la naturaleza, se tira, derrotado, en el terreno. Sus brazos abiertos dejan ver marcas de heridas que, siendo un alivio, no parecen ser graves.
— ¡Michael! —Luke, sintiendo la adrenalina recorrer sus venas, se acerca a su mejor amigo. Coge sus manos y tira de él hacía atrás, sacándolo por completo del mar.
El rubio teñido tose varias veces y limpia sus labios con el dorso de su brazo, llenándose inevitablemente de arena. Lo que menos importancia tiene en aquellos momentos de angustia.
— Ha ocurrido de repente. —Michael asegura. Luke no tarda en rodear con su toalla el cuerpo del chico muerto de miedo.— Estábamos charlando cuando Calum encontró algo y todo se volvió oscuro en un abrir y cerrar de ojos.
Luke, que también siente que todo fue así, se arrepiente de bajar la guardia de proteger a sus amigos por observar a Atenea.
La misma que sale a la superficie para coger aire. Logra divisar a Calum que hace el mismo procedimiento. Se acerca a él, batallando las salpicaduras de agua en su rostro y, con ayuda del morocho que sigue los pases de la muchacha, entrelazan sus manos.
ESTÁS LEYENDO
OCÉANO | lrh
FanfictionMientras que para Luke el océano es su mayor temor, Atenea adora perderse entre las olas de madrugada. NOVELA TOTALMENTE DE MI PROPIEDAD. PROHIBIDA TODA ADAPTACIÓN O COPIA DE LA MISMA.