Capítulo 8

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Anisa.

Me despierto con una gran sonrisa, ayer Xion dijo que no lo pasó tan mal estando conmigo, es un gran avance. Poco a poco le estoy demostrando que soy diferente a todos o eso quiero hacerle ver.

Me doy una ducha relajante, es todavía muy temprano asique puede durar el tiempo que desee. Me concentro en como el agua caliente moja mi piel y desestresa mis músculos. Me echo una champunada en el pelo y tras dar un masaje a mi cabello, me lo aclaro, así hago con la segunda y la tercera. Después me lavo el cuerpo y salgo de la ducha. Tampoco voy a demorarme tanto, como mucho han sido 30 minutos.

Me pongo una blusa blanca, una falda rosa con unos tennis blancos. Me seco el pelo y dejo las ondulaciones que ha dejado mi baño relajante. No me apetece planchármelo, además me gusta cómo me queda el pelo así.

Bajo las escaleras y me encuentro a mis padres desayunando, voy junto a ellos y les doy un beso en la mejilla antes de sentarme.

— Vaya, estás de buen humor.

— Sí, lo estoy. Con toda esta comida, para no estarlo.

No le podía decir que estaba feliz por un chico, ellos son muy estrictos, siempre me han dicho que lo primero son los estudios. Si les cuento que salgo todas las tardes con un chico se volverían locos.

— Anisa, tienes que mantenerte saludable. Tienes que cuidarte, no puedes engordar.

Ruedo los ojos, esas palabras me lo han repetido millones de veces. No creo que sea nada malo tener peso de más si tienes una buena alimentación. Hay diferentes tipos de cuerpo y que estés más rellenita puede que no tenga nada que ver con tu alimentación. Cada cuerpo es único y lo más importante es amarnos. Por mucho que se lo dijera a mis padres era un tema complicado.

Me como el desayuno que consiste en un croissant, con un vaso de leche y un zumo de naranja. Subo las escaleras para lavarme los dientes, no quiero apestar.

Cuando acabo agarro mi mochila y bajo, voy hacia la puerta en donde el chófer ya me está esperando. Me subo y mientras la música suena miles de escenas se cuelan en mis pensamientos.

Llego al instituto y por instinto lo busco con la mirada. Cuando lo veo, una mueca se muestra en mi cara y mi corazón se aprieta. Está muy cerca de una chica, no sé porque me extraña, encima están en la entrada, genial. Me siento extraña solo quiero ir a junto de ellos y gritarle. Pero no puedo hacer eso. Tengo que comportarme.

Paso al lado de ellos, chocando el hombro de la chica. No pude soportarlo, ups. Ella me da una mirada fría y le sonrío. Ni siquiera miro hacia su acompañante. Que le den. Camino hacia mi taquilla y siento como me agarran del brazo. Cuando me giro, está delante de mí la última persona que quisiera ver.

— ¿Qué te pasa? ¿por qué has hecho eso?

Encima me pregunta el porqué. De verdad o es cortito o es un ciego.

— Soy torpe.

Me encojo de hombros con desinterés. Él me mira con el ceño fruncido, sin entender. Es idiota.

— Tú no eres torpe... lo hiciste porque querías atención. Siempre queréis eso...

— Estoy cansada de que me compares. Yo soy yo, no me compares.

Me voy hacia mi clase y tras pasar tres horas de clases no he conseguido deshacerme de la imagen de Xion con la chica. ¿Desde cuándo me importa con quién esté?

Estoy con mis amigas en el recreo, estamos sentadas en el césped, comiendo nuestro almuerzo. Hace buen tiempo, hay que aprovechar. Están hablando sobre ropa, la verdad es que esos temas no me interesan mucho asique las escucho hablar sin decir nada.

El espía de mi padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora