Xion.
Ha pasado una semana desde que me la encontré en tan mal estado. Olía muy mal y tenía el cuerpo muy débil. Encontrarla en tal estado hizo que algo dentro de mí se quebrara. Me dolió, no fui capaz de mirarla por mucho tiempo, pero no me separé de ella de camino al hospital. No sé cómo mierda la hemos encontrado. Supongo que gracias a un chivatazo. El padre de Anisa tiene muchos contactos.
La vi atravesar la puerta y no fui capaz de mirarla una oleada de culpabilidad me atravesaba. Debía cuidar de ella y no fui capaz de hacerlo. Recuerdo la conversación que tuve con su padre en la sala de espera.
— Por una cosa que te pido y mira que ha pasado. Dime Xion, ¿dónde mierda estabas, mientras secuestraban a mi hija? ¡Dime!
— Yo... lo siento mucho...
— ¿Crees que tus disculpas sirven de algo? Eres un irresponsable. No te quiero al lado de mi hija.
— Espere...
— Ni se te ocurra rogarme, Xion. Mi hija es lo más importante para mí. Fuera de mi vista, ¡ya!
Me marché de aquel hospital y la vocecilla de mi cabeza me decía que era culpable de todo.
La observo ir hacia sus "amigas". Si de verdad fueran amigas no la habrían dejado sola con un desconocido. Se la ve molesta, tiene un brazo vendado y tiene todavía el ojo un poco hinchado. Guardo las cosas en mi casillero y paso por detrás de ella. Escucho a una de sus amigas hablar:
— Se te veía muy cómoda con ese chico...
Mi estómago se revuelve y me entran ganas de vomitar. ¿Cómo son capaces de decirle algo así? Voy hacia mi clase y tiro los libros sobre mi pupitre. Teo me mira con el ceño fruncido y algo se me viene a la mente.
— ¿Dónde te metiste la noche de la fiesta?
— Me marché porque me aburría.
Se encoge de hombros desinteresado y me lo quedo observando con la esperanza de que me esté diciendo la verdad. No veo ningún indicio de mentira, asique me relajo en mi asiento. ¿Cómo pude sospechar de Teo? Necesito tomarme un respiro.
Las clases se pasan con bastante rapidez y ya es la hora del recreo.
— Bro... vamos a...
— No puedo ahora, voy en otro momento, adiós.
Voy hacia la cafetería con rapidez, busco la mesa de las amigas de Anisa, y me encuentro que están sentadas sus amigas, pero no ella. Voy junto a ellas. Se dan cuenta de mi presencia y empiezan a reírse y a cuchichear entre sí. Ruedo los ojos, no van a tener ni una oportunidad conmigo.
— ¿Dónde está Anisa?
— ¿No te interesa más estar con nosotras? Puedes sentarte con nosotras si quieres.
La morena que está hablando me guiña el ojo e intento no rodar los ojos. De verdad, no estoy de humor para esto.
— No me interesa. Quiero saber dónde está ella.
— Ay que aburrido eres, está en la biblioteca.
La pelirroja que me habla ahora, está mascando un chicle, mientras se mira las uñas. No les digo nada y voy directo a la biblioteca. Cuando voy a atravesar la puerta de la cafetería. Escucho la voz de la pelirroja.
— Denada, eh.
Vuelvo a pasar de ella y abro la puerta en dirección a la biblioteca. Entro en ella y me la encuentro leyendo un libro con el ceño fruncido. Está tan concentrada en el libro que no me ve llegar. Me siento al lado de ella y aún nada.
— Ejem.
Ella levanta la cabeza del libro, y nos miramos a los ojos.
— Oh, hola Xion.
Me da una sonrisa, como si nada hubiera pasado. No la entiendo, debería odiarme. Yo la dejé, no la protegí. Una ola de rabia me abarca y siento mi corazón latir como loco.
— ¿Por qué mierda me sonríes?
Ella frunce el ceño, en señal de confusión. ¿De verdad no me odia? Seguramente me odia.
— Xion... ¿estás bien?
— Y tú ¿lo estás?
Ella no contesta y su vista se nubla de lágrimas no derramadas. De repente mi mano cae sobre su cabeza. No sé porque he hecho eso. Ella con la mano que no está vendada, me agarra y me abraza. Después de unos minutos nos separamos. Ella entreabre los labios, se está pensando que decirme.
— Xion... he hablado con mis amigas y no me puedo creer lo que han dicho...
— ¿Qué te han dicho?
— Pues que se me veía muy cómoda con un chico, dicen que no querían estropearlo y por eso me dejaron sola. Yo no soy así... Ellas actúan como si no me conocieran...
— Supongo que es por la imagen que das aquí en el instituto. Te ven como la chica perfecta.
— Puede ser...
— Siento que ellas no son tus amigas de verdad.
— Yo también lo siento, por eso me voy a alejar de ellas. Pero me voy a quedar sola...
— Seguramente haya mucha gente que te quiera conocer.
— No quiero que la gente venga a mí por interés. Quiero que me conozcan por como soy.
Y de repente algo en mi cabeza cambia. Escucharla decir esas palabras, me da esperanza. Tal vez ella es diferente...
— Estoy seguro de que lo lograrás.
— No me lo creo. Lo he intentado contigo y no funciona. Te piensas que soy igual a todos esos ricos que solo buscan dinero y formas de divertirse.
— Pero es porque soy un terco. Deja que la gente te conozca por como eres Anisa. Todo irá bien.
Le vuelvo a tocar la cabeza y le doy una pequeña sonrisa. Ella me devuelve la sonrisa. Veo gratitud en sus ojos. Pero siento que no me la merezco. Yo... no estuve para ella...
— Por cierto, yo... Debería haberte cuidado...
— ¿Eh?
— La noche de la fiesta.
— Oh, bueno, ya es pasado Xion. Procura que no vuelva a pasar.
— Ya no trabajo para tu padre y normal...
— ¿Y el dinero?
— Me las arreglaré.
Frunce el ceño no está conforme con lo que le he contado.
— Pero si dejas de ser mi espía, ya no quedarás conmigo.
Me la quedo viendo, contengo la risa y le doy una mirada divertida. No me lo puedo creer.
— Se supone que los espías no deberían interactuar con las personas que vigilan.
Ella se me queda mirando con una sonrisa pícara.
—¿Entonces seguirás quedando conmigo?
— No tengo más remedio ricachona.
Me levanto de mi sitio, porque acaba de sonar el timbre. Me voy hacia la salida y escucho su voz.
— Xion, no fuiste el culpable del todo. También soy culpable.
Niego con la cabeza, estoy de espaldas a ella y menos mal si me hubiera visto la cara que estoy poniendo se burlaría de mí siempre. Me voy hacia clase.
Quiero creer en ella. Quiero creer en ella de verdad.
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El espía de mi padre
Romansa- Te dije que no era una buena persona, que no te iba a tratar bien, ¿por qué aún así sigues a mi lado? Me mira entre expectante y curioso. Quiere que le dé una respuesta. Bien, pues se la voy a dar. Le voy a decir lo que realmente siento y pienso...