Capítulo 6.5

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Sentí un escalofrió por toda mi espina, mi mente estaba totalmente perdida, sentía como cada vello de mi cuerpo se erizaba. No quería mirar y ver a mi padre observándome con su mirada cruda y llena de ira percatándose que había un intruso en su lugar sagrado. ¡Oh Rosa… Cuanto lo siento! Te he metido en este lio y ahora por mi culpa podrás perder el empleo o algo peor.  Era demasiada responsabilidad sobre mis débiles hombros y nunca pensé con claridad lo que hacía, lo que me convertía en un total y descuidado idiota… ahora mi desgracia era completa.

Esperando lo peor, me reusaba a levantar la mirada sintiendo como el miedo plagaba cada musculo de mi cuerpo, lo que lo hacía más difícil aún. Esperé un poco agachado en completo silencio, hasta que escuche una voz que me decía: “Hijo ¿Qué estás haciendo acá?”. Esa voz era cálida y compasiva, no era la voz fría y mecánica de mi padre… era la de Roberto. En ese momento se acercó y me regaló una tranquilizadora sonrisa al mismo tiempo que su mano se posaba en mi hombro derecho dándome a entender que todo estaba bien. Acto seguido, apareció rosa detrás de él para señalarme que el tiempo se había acabado.

Después de entregar la llave a Rosa y aún confundido al tener una mezcolanza de ideas en la mente, decidí que tenía que ir a un lugar tranquilo a pensar y ordenar todas mis pistas… sacar la primera conclusión definitiva para así colocar las primeras piezas del rompecabezas en su lugar. El día se había trastornado frio y gris, pero a pesar de eso, quise dirigirme a la alameda de mi ciudad, la que era un lugar lleno de árboles, flores, arbustos y bancas para sentarse a reflexionar en todo aquello que atormentaba mis pensamientos. El camino no era largo, pero ese ambiente solitario me hizo pensar y recordar las cosas que me pasaron alguna vez, como la muerte de mi madre, el insensato de mi padre, la ayuda de Roberto y Rosa, mis amigos de la universidad y… a Michelle… ¡cuanto anhelaba verla! Ver su radiante sonrisa que tanto me gustaba, que me hacía sentir en mi hogar…el lugar donde realmente pertenecía.

Cuando llegué a la alameda, busqué el banco más solitario y sereno para así poder adentrarme en mi mente, esa pequeña fábrica de ideas que estaba en el apogeo de sus labores, intentando colocar todo lo que había descubierto en su lugar. Empecemos desde el principio: primero, escuché una conversación rara de mi padre donde llegaba un supuesto “paquete”, segundo, encontré en el sótano una pistola y un documento de la Deep web, además de un certificado de adopción en francés y la foto de una bodega oculta en un bosque, esa misma bodega fue la que mencionó Roberto…  el día en que murió mi madre ¿Mi padre estuvo con ella ese día? ¿Por qué dijo que no la pudo salvar? ¿Trabaja en algo ilegal? ¿Tendrá el número de la bastarda algo que ver con el certificado de adopción? ¿Tendré un hermano o una hermana perdida? ¿Tuvo ese acontecimiento algo que ver con la muerte de mi madre?  Todo era tan confuso, o quizás me daba miedo entender lo que estaba realmente pasando, me daba miedo comprender que he vivido rodeado de mentiras, de secretos y el saber eso me producía una angustia y una ansiedad imponderable. Era un hecho que mi madre fue asesinada, estoy seguro de eso su muerte no tiene sentido, era joven, en buen estado físico y de buena salud, alguien así no muere de la noche a la mañana. Además, el hecho de que la última vez que Roberto la vio con vida fue en una bodega oculta lo hace más sospechoso aún. También, tengo el presentimiento que mi padre tiene negocios raros, ilegales…  ¿por qué habría en mi casa un papel impreso de la Deep web ¡y un arma!? ¿por qué en la llamada amenazó a alguien como si quisiera matarlo? Mmm… ya se lo que debo hacer, tengo que llamar a “la bastarda”. Siento la plena convicción de que ella es la clave de todo esto, ella hará que la mayor parte de este rompecabezas se pueda armar, ella… es la piedra angular de esta construcción ¡la llamaré! ¡No puedo esperar más! Es ahora o nunca. Antes de que pudiera sacar el celular sentí una presencia cerca de mí. Estaba siendo observando de hace algunos minutos, pero no era una mala sensación… más bien, era una sensación familiar la que inundó mi cuerpo. Al levantar levemente la mirada me di cuenta quien era… ¡era ella! Y estaba ahí para darme guía…. Michelle me podría ayudar a aclarar mis ideas, para saber que hacer.

- ¿Michelle? 

- ¿Javier? No puede ser, que coincidencia verte acá.

- ¡Hola! lo mismo digo, no esperaba verte en este lugar, aun así, es un enorme gusto encontrarme contigo luego de tanto tiempo.

- Puedo decir lo mismo Javier Vergara. Es un placer verte de nuevo – esbozando esa hermosa sonrisa que tanto me enloquecía – ¿puedo sentarme junto a ti? Estoy algo cansada y me gustaría aprovechar para ponernos al día.

- Será todo un placer – dije entusiasmado –

En el momento en que ella tomaba asiento, sentía como con solo su presencia un gran peso que estaba sobre mí, se volvía tan liviano como una pluma. Sin duda ella hacía que todo el ambiente tenso que arrastraba desde mi casa se hiciera cada vez más ameno. No me sorprende, ya que la verdad, es lógico que alguien con una personalidad tan linda (de esas que te pueden cambiar todo el día con un simple gestó, una dulce mirada o al menos eso me parecía a mí por alguna extraña razón) tenga la capacidad de cambiar la atmosfera tan fácilmente, bueno… eso pude sacar de las relativamente pocas conversaciones que tuvimos anteriormente.  No dejaría pasar este momento para aprovechar de disfrutar de su compañía, cosa que no había hecho antes por tonto y despistado. Así que procedí a preguntar lo típico:

- ¿Cómo estás? ¿Qué has hecho en este último tiempo?

- La verdad he estado bastante ocupada con mis quehaceres de la universidad, pero eso no me ha impedido darme algunos gustos como viajes y salidas con amigos. También empecé a hacer deporte hace poco y debo admitir que no se me da bastante bien, pero igualmente me esfuerzo.

- Debe ser algo complicado… a decir verdad, yo no soy muy bueno para hacer deporte, así que puedo entender un poco como te sientes.

- Pero el esfuerzo vale la pena joven Javier. Por ejemplo, hoy decidí salir a caminar por la alameda y aunque al principio me abrumaba, me obligué a venir y mira con la maravillosa sorpresa que me encontré sentada en una banca de este lindo lugar.

Percibía como me derretía por dentro al escuchar eso, pero no podía dejar que ella viera esa parte de mí, así que procedí a seguir preguntando obviamente con la educación correspondiente:

- Me siento alagado al saber que se te hace amena mi presencia. Entonces, se puede decir que estas bien ¿verdad?

- Aunque he tenido algunos problemas, estos no me han impedido disfrutar del día a día como tanto me gusta. Así que en resumidas cuentas estoy bastante bien ¿Y tú? ¿Qué has hecho? ¿Por qué no me has llamado? – dijo con un tono muy agradable y con una pequeña risa inocente que inundaba todo ambiente.

- Eeeeeem… he estado algo ocupado… ya sabes, buscando respuestas, escarbando mi pasado y resolviendo mi futuro. No he tenido tiempo para casi nada y los estudios me consumen bastante de él. Pero al igual que tu estoy bien dentro de todo.

- No se ve que estés muy bien – dijo ella mirándome fijamente – en tus ojos veo cansancio y angustia… si quieres contarme algo eres libre de hacerlo y trataré de ayudarte como pueda.

Percibía sus buenas intenciones y quería que me ayudará, pero… para ser realista no había hablado tanto con ella anteriormente y sumado al factor de que no la veía hace tiempo, no me sentiría cómodo contándole mis planes y preocupaciones. Aun así, una parte de mi se sentía tan bien estando con ella que llegaba a parecer que la conocía de toda la vida, aparte, como dije anteriormente, su personalidad no dejaba espacio a malas intenciones o malicia alguna… estaba seguro que podía confiar en ella. Decidí contarle solo un poco de mis preocupaciones para ver como avanzaba el asunto. Pero, Mientras razonaba todo ello, ella me interrumpió diciendo:

- Javi… el futuro se asemeja a una senda que tiene una espesa niebla, no podemos ver lo que nos depara el camino hasta que estamos frente de el…  Así es el futuro, desconocido, incierto, nebuloso no sabemos que nos tocara hasta que esta allí enfrente de nuestras narices, es irónico ¿no?

- ¿Irónico? ¿por qué? –pregunté intrigado –

- Porque el futuro nunca dura, siempre llega ser nuestro presente tarde o temprano y eso a veces puede doler, pero al final hay felicidad o al menos eso creo yo.  Así que no te preocupes, sea como veas tu futuro, sombrío y lúgubre o alegre y lleno de luz, al final del sendero hallarás felicidad en tu vida. Estoy segura de eso… tú la encontrarás o ella te encontrará a ti.

- ¿Y tú la encontraste? – pregunte con curiosidad–

- Aún no del todo…  pero estoy convencida de que estoy más cerca que nunca de hallarla. Cuando te veo siento que tu igual estas cerca de encontrarla.

Una brisa suave llego a nosotros, moviendo algunas hojas de un lado a otro acompañado de ese sonido tan típico, pero tan especial que al instante sumergió el lugar… Allí, sentados juntos, uno al lado del otro, ambos viendo el espectáculo, cada hoja con su pareja, cada hoja bailando un exquisito vals al frente de nuestros ojos, solo para nosotros.

- ¿Sientes esa paz? – le pregunte –

- La siento Javier, y no quiero que acabe nunca.




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