Si bien gran parte de esa paz de la que estaba hablando se debía al grato ambiente que se había formado, no dejaba de ser producto de la paz que Michelle me hacía sentir. No quería que esto acabara nunca. Y el hecho de que ella también lo sintiera, me hacía pensar en la posibilidad de que experimentará algo más por mí y eso me hacía muy feliz.
Llegado el término de mi meditación, ella empezó a preguntarme algunas cosas:
- Cuéntame... ¿qué es lo que te preocupa?
- Yo creo que más que preocupación, es la congoja e impotencia de saber que vivo en una realidad muy diferente a la que yo pensaba.
- Comprendo… la verdad no quiero sonar genérica al decirte que te entiendo solo por decirlo, quiero que sepas que estoy acá para apoyarte. ¿Sabes? sé que no nos conocemos del todo bien, pero siento que te puedo llegar a ayudar de alguna forma.
Esas palabras tan bondadosas sirvieron como un limpiador en mi mente, una mente que estaba llena de suciedad. El hecho de verla sentada junto a mí y dispuesta a ayudarme me hacía ver que no estaba solo.
Al pasar los minutos el ambiente seguía transformándose más tenue, frío y pálido, pero, al estar ahí al lado de ella, hasta el frío más gélido se sentía cálido y acogedor. Era una sensación extraordinaria que muy pocas veces experimenté, una paz casi absoluta.
A pesar de eso, tenía la mirada perdida al lado opuesto de donde estaba ella, observando un pino de París que en el lugar en donde estábamos eran muy comunes. Algo me llamó la atención particularmente de ese árbol… su corteza, sus hojas, su nombre... me recordaba de donde venía Michelle, me recordó el viaje de mi madre.
- ¿Extrañas Francia? – pregunté –
- ¿Cómo? –dijo extrañada –
- Francia, tú me habías dicho que tu nombre es francés y en realidad no creo que solo tu nombre, tu aspecto también dice mucho, además, tienes un asentó más elocuente y cálido. Se me imagina a alguien que vivió en Francia.
- Supusiste bien Javi, no sólo mi nombre es francés, viví allí mucho tiempo – suspiró profundamente –
- ¿En París? – observe intrigado –
- ¿Que comes que adivinas? – paró a reír un poco y luego prosiguió - Viví allí una parte de mi niñez – aseguró con cierto grado de nostalgia –
- ¡Debió ser fantástico! Paris se ve una ciudad muy glamurosa, bonitos paisajes, la gastronomía debe ser excelente. Además, todas las personas se ven muy correctas y sofisticadas como…
- ¡No sabes de lo que estas hablando Javier! – Interrumpió molesta – no sabes como la gente vive allá ¡Claro! En las fotos y en las películas todo es belleza y perfección… ¿Pero sabes? No siempre es así, en la mayoría de los casos no es como te lo pinta la televisión o las revistas, no sabes en qué condiciones puede vivir alguien allí, ni qué tipo de personas hay... ¡No sabes nada! – aseguró enfadada –
- Hey Michelle... Lo siento –dije extrañado por el cambio brusco de humor y su raro comportamiento– de verdad no fue mi intención decir algo que te molestará, perdóname…
- ¡AGS! Perdóname tu Javier... lo siento, no debí responder así. Recordar esa parte de mi vida en realidad no me agrada. – admitió arrepentida –
- Lamento oír eso... Solo lo dije porque me recordó a mi madre, cuando fue a París y regresó fue una de las últimas veces que la vi tan feliz, tan radiante... tal cual como un sol. Al verla así pensé que París la había sorprendido, la había cautivado y bueno… quiero pensar que así fue. Por eso tengo cierto grado de estima a la ciudad que la hizo sentir dichosa y es un motivo suficiente para que hable bien de ese lugar – dije con cierto grado de tristeza –.
- ¿Y si no fue la ciudad la que la hizo feliz si no otra cosa? La felicidad no viene de un solo lugar. Es la combinación de sensaciones, de lugares, de personas, incluso hasta la música. Tu madre pudo regresar feliz por muchas razones – admitió con seguridad –.
- ¿Personas? personas... ¡Claro eso es! ¡Ahora todo tiene sentido!
- ¿Qué tiene sentido? – dijo Michelle intrigada –
- Gracias Michelle, de verdad gracias ¡has reafirmado lo que ya sospechaba! – afirmé exaltado–
- De nada... Pero, aun no entiendo bien lo que me estás hablando. – admitió confundida –
- No te preocupes, te lo diré muy pronto de verdad ¡te lo prometo! tenía pensado decírtelo ahora pero tengo que hacer algo urgente – me levante rápidamente del asiento –
- Ok Javier entiendo, me alegra haber sido de ayuda, aunque no sé exactamente en que – dijo con una risilla nerviosa –
- ¿Sabes como siempre me has ayudado? –la mire fijamente –
- En realidad no lo sé, por favor, dime en que soy útil. – pregunto interesada –
- Tú das paz y tranquilidad a las personas, las ayudas a pensar, a no recordar sus problemas y tu presencia es relajante. Endulzas cada lugar al que vas. Sé que no nos hemos visto o hablado tantas veces como quisiera, pero… cuando estoy contigo siento que todo lo negativo de mi día se disipa, como si huyera de mi al instante, y eso solo me pasa contigo – admití un poco sonrojado –
Al decir aquello, Michelle solo atinó a mirarme directo a los ojos y sonreír, una sonrisa radiante por supuesto, como si ya lo supiera, como si todo esto ya se lo hubiera dicho en algún momento, por eso, ella vino a encontrarse conmigo en este parque para darme esa paz y esa claridad que tanto necesitaba, para ayudarme en estos momentos de angustia.
En ese momento ella se levanta de su asiento de una manera muy suave, se voltea a verme, posa su mano en mi mejilla con extrema ternura y me dice: “todo va a estar bien”. Acto seguido, me da un fuerte abrazo, una acción de genuino interés y comprensión. Al estar entre sus brazos, siento como cada parte de su cuerpo está pegado al mío, como si fuéramos uno solo, como si Michelle fuera otra parte de mi… es una sensación tan envolvente y satisfactoria que podría estar horas así, simplemente junto a ella, como si nada más importara… solo estar juntos brindándonos paz uno al otro, en una conexión magistral que solo he experimentado a su lado. Ese ambiente tan acogedor se trastornó mágico e inolvidable, sintiéndonos infinitos el uno con el otro, y eso era todo lo que necesitaba para ser feliz.
Después de un buen rato nos separarnos, no dijimos nada más que un simple “adiós”. Cada uno se fue por su lado, ella a la izquierda y yo a la derecha, poco a poco nos íbamos alejando haciéndonos más pequeños con cada paso que dábamos. Me sentía decidido, resuelto a terminar lo que empecé costara lo que costara, nada me impediría abrir esta “caja de pandora” y así descubrir los secretos que esta escondía. El momento había llegado… era claro, mi madre había conocido a alguien en parís, por eso ese viaje fue tan significativo para ella, eso explica su regreso tan lleno de gozo, y la bastarda es la clave de esa felicidad. ¡Tengo una corazonada! el certificado de adopción en francés, su viaje a ese mismo país, las fechas coinciden perfectamente, todo está en su lugar, es muy probable que la bastarda sea mi hermana perdida y que tenga respuestas que yo no tengo. A pesar de eso aún no me explico porque mi padre la odia ¿será porque no es su propia hija? Eso me lo tendrá que explicar ella. Decidido, la llamo.
El celular marca, cada sonido es una gota de sudor que cae de mi frente, el corazón iba a mil por hora y por mi mente pasaron miles de preguntas acerca de que diría y como lo diría. Estoy muy nervioso, siento como mis manos sudan y se mueven sin intención alguna, como si tuvieran vida propia. Sigue marcando, sigue marcando… entre más tiempo pasa, más me desespero y más son mis ganas de colgar. “¡RESPONDE!” Gritaba en mis adentros… no encontraba respuesta ¿Qué es lo que espero? Siendo sincero, por ahora no tengo muchas expectativas, solo quiero acabar con esto rápido. No hay respuesta, por un momento me siento derrotado, pero como dije anteriormente, no me rendiría tan fácil… Marco otra vez. El viento soplaba cada vez con más intensidad, lo que llevó a mi oído un leve pero continuo sonido que al parecer provenía de detrás de mí, era un sonido familiar, ¿Dónde lo he oído antes? ¿en la casa? ¿En la calle? ¿En mi vecindario? No… lo he escuchado en los pasillos de la universidad, era una melodía que me recordaba a…
¡inmediatamente di media vuelta! y observé aterrado a la distancia como Michelle en medio de la tempestad que se avecinaba se detenía en seco de su caminar, llevando su mano al bolsillo trasero de su pantalón sacando así su celular, levantándolo lentamente a su oído derecho con un gesto de desconcierto y a la vez de intriga, contestando de forma casi instantánea. En ese preciso momento su dulce e inconfundible voz sonaba por el parlante de mi celular. Completamente aturdido y estupefacto solté el teléfono que cayó rostro a tierra, mas mientras descendía oí un fino pero audible “alo ¿diga? ¿Quién es?”. Ya al caer, choco con una piedra puntiaguda que hizo pedazos la pantalla de mi teléfono esparciendo así los restos de vidrio por todo el suelo, graficando lo que estaba pasando en mi interior en ese instante ¿Por qué todo cambia tan rápido? –Me pregunte a mí mismo – ¿Por qué a mí? No lo entendía, cada vez el nudo en mi garganta era más insoportable, tan rasposo que me sentía asfixiado, encerrado en un lugar sin salida, en mi mente todo el lugar se había ennegrecido, se había vuelto nebuloso, solo la veía a ella a lo lejos sin poder hacer nada, paralizado. Todo este maldito tiempo me negué rotundamente a creerlo, al final todo era tan obvio que me sentía como un idiota al no aceptarlo ¡había estado frente a mis narices y no lo vi! Mis peores pesadillas se hicieron realidad… quería llorar, no de pena, sino de impotencia al darme cuenta que había encontrado a la bastada… esa era Michelle, el amor de mi vida.
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Le Survivant
Mystery / ThrillerEl Superviviente es la historia de Javier, un joven que ve como su mundo se desmorona, al darse cuenta que su familia tiene un oscuro secreto...