Ninfa aguerrida

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Chloe observaba a esa humana que paseaba junto a Adrien tranquilamente

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Chloe observaba a esa humana que paseaba junto a Adrien tranquilamente. Ambos charlaban con emoción acerca de un tema que ella desconocía, pero que aún así ella ansiaba saber. Llevaba un par de semanas y ellos habían salido un par de veces, al principio Chloe fingió que aquello no la alteraba, era común que los dioses de repente se enviciaran de algún humano y que después de una noche apasionada los olvidaban.

Pero esta chica en especial estaba captando más interés de lo deseado, cuando no estaba con ella el dios se mantenía enajenado viendo cualquier orquídea que se le cruzara de frente.

¿Qué le gustaba de ella? Ni siquiera era bonita, alguna que otra vez actuaba con torpeza, era demasiado pálida; y su voz era de una completa mártir, como si en serio ella fuera una víctima ¡Por Zeuz! Ella era el centro de atención de un dios que no se atrevía a tocarla, que la miraba como su todo, que  había hecho todo un caos para poder salvarla, además de que era atractivo ¿Cómo podría eso volverla una víctima?

—Ridículo, altamente ridículo.—escupió mientras se cruzaba de brazos molesta.

—Oh, no seas infantil; él nunca iba a fijarse en ti de todas maneras.— y ahí estaba esa irritante voz. El desgraciado sátiro que por razones desconocidas le daban épocas de espiar al dios de la destrucción como si fuera su protector. Rodó los ojos.

—¿Y ahora que quieres, Plagg? ¿No ves que estoy bastante ocupada?— el sátiro río y se acercó con tranquilidad a la ninfa. Ha decir verdad no recordaba haberlo visto alguna vez perturbada, o tan siquiera triste; la calma siempre lo acompañaba.

—Dale privacidad, Chloe; es de muy mal gusto espiar a los dioses con sus futuras prometidas.— la rubia abrió los ojos de par en par ¿Cómo se atrevía a decir eso?  Boqueaba sin saber que responderle, por supuesto que no tenía razón, pero ni siquiera sabía cómo decírselo.

—Eso no es cierto.— fue lo primero que pudo contestar.— Ellos no se casarán, por supuesto que no lo harán. Él sólo se estaba sintiendo solo últimamente, eso es todo.— Plagg chasqueó la lengua despreocupado y tomó por el hombro a la rubia para llevársela de ese lugar.

—Tienes razón, tienes razón.— exclamó mientras avanzaba con ella.— Imagínate, incluso para distraerse prefiere a una humana que a ti. No quiero imaginar al momento que le toque elegir a quien será su acompañante, sus ojos no se frenarán en ti ni en el más mínimo segundo.—  la rubia lo veía claramente molesta, quería desprenderse de su agarre y callarlo a cómo fuera lugar.

La seguía empujando lejos de la vista del dios y la humana con tranquilidad mientras ella seguía rebuznando por la actitud grotesca del sátiro.

—¿Por qué tienes que ser tan imbécil?— arremetió. Plagg resopló, no es que disfrutara de ser así de imbécil, sólo era que ella era un martirio para tratar.

"Plagg, encárgate de que el muchacho consiga ser feliz".

Trabajo más tonto no le habían podido poner. Como sea, si esa ninfa aguerrida se le ocurría hacerle algo a la azabache, Adrien se molestaría y él no habría cumplido con su misión. Justo ahora su única prioridad era que esa azabache estuviera bien, si Marinette estaba bien entonces él probaría que era capaz de cumplir cualquier labor mucho más importante que mantener ocupado a un tonto dios menor.

—Escúchame bien, ninfa.— enunció una vez que la había logrado alejar lo suficiente.—Déjalo ser feliz y búscate a alguien más.— Chloe no entendía ¿Cuál era el plan de Plagg? ¿Por qué le estaba pidiendo que dejara a aquellos dos a solas? Plagg nunca había mostrado preocupación por la plenitud del rubio ¿Por qué de forma repentina ahora estaba interesado?— Ni se te ocurra lastimar a la humana. Ya sé lo obsesionadas y apasionadas que pueden ser ustedes las ninfas con sus metas. Esa humana es intocable para ti. Si algo le llega a pasar, el Olimpo lo sabrá.— la rubia tiró una pequeña risa despreocupada mientras se acercaba a un río que estaba ahí cerca para remojar sus manos.

—¿Ah, sí? ¿Por qué al Olimpo le interesaría la muerte de una simple humana? Sólo es el interés de Adrien, por dios, ni que fuera Zeuz. Los dioses jamás se han interesado por lo que Adrien haga o no.— ahora Plagg fue quien soltó una risa, esa ninfa era demasiado confiada de sí para tratarse de alguien tan insignificante.

—No tienes ni idea sobre a qué dioses les interesa la vida de esa chica.— y desvío su paso lejos de la rubia, pero ella lo veía alejarse sintiéndose confundida ¿Qué quería decir? ¿La azabache sólo era importante porque estaba junto Adrien? ¿Adrien en verdad tenía influencia en el Olimpo?

—Plagg.— enunció con fuerza pero sin gritar para llamar la atención del mencionado. Él voltea y mantiene su mirada sobre la ninfa que aún tenía su cuerpo en cuclillas para beber agua del río.— ¿Quién te mando a vigilar a Adrien? ¿Por qué?

Plagg permaneció un par de segundos callado como si analizara la pregunta en su cabeza y qué debía responder hasta que finalmente tiró un suspiro y le dio la espalda para seguir avanzando.

—Son cosas demasiado complejas para que una ninfa pueda comprenderlo.— respondió con tranquilidad y un suave ademán. Chloe apretó los labios molesta, odiaba que alguien subestimara su inteligencia por su apariencia, odiaba ser tan poco solo por ser una ninfa. Entonces recordó algo, la historia de un viejo pero estúpido amor que no fue correspondido, la respuesta a por qué Plagg era un idiota.

—Por esa manera de pensar Tikki te abandonó ¿no? La subestimabas.— paró en seco. Tikki, hacía mucho que no escuchaba a alguien pronunciar ese nombre, y menos con esa familiaridad. Todos los recuerdos se le vinieron a la cabeza: cuando la conoció en ese mismo valle, lo dulce de sus ojos azules y lo tierno de su sonrisa. Apretó los labios.

Tú eres un simple sátiro, Plagg; nunca estuviste a su altura.

—¿Ella? Por favor, era como cualquier otra ninfa. Sólo busco quien le podía dar una buena vida para hacerse con él. Las ninfas jamás serán de mi interés.

Y por fin se logró alejar de la rubia, sintiendo sin aire sus propios pulmones.

Miró sus pelucas y oscuras piernas peludas, con esas pezuñas lastimadas. Sus manos, su cuerpo medio flacucho; pasó sus manos por su rostro, no era suave como el de un dios o el de alguna ninfa, era áspero, con alguno que otro rasguño. Su piel tenía marcas de sol por todas partes, le sorprendía no tener ninguna quemadura.

No tenía que ver su reflejo en el río para saber la razón por la que a Tikki no le costó cambiarlo.

She's mine (Greek AU Marichat)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora