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Antes de empezar, pedir disculpas de nuevo porque mi forma de escribir no sea igual o parecida a los capítulos anteriores, el paso del tiempo es lo que tiene.


JungKook recogía el material de su escritorio mientras su mente danzaba sin rumbo en las diferentes escenas que poblaban su vida en esos momentos. Cuando su mochila dejó de aceptar más cosas dentro de su interior, el joven alzó la vista observando que no quedaba ni un alma en aquella habitación donde minutos antes, el profesor de historia de España, los masacraba con hazañas de viejos tenientes mientras que las contrastaba con sucesos de su vida, todo un tostón a su parecer.

Ya en el pasillo se colocó sus cascos discretamente y dio play a una de sus listas  de música preferidas. Vio pasar a Hyuna cargada con sus carpetas y este le dedicó su típica mirada de asco. La ex novia de su amigo, mucho antes de que rompieran, se había ganado a pulso esta miradita. Se alegraba de que por suerte, esta ya no fuera su profesora, ya que con el cambio de año, los profesores se iban sucediendo de unos a otros. Cosa que les supone un gran alivio a los estudiantes en la mayoría de ocasiones. Porque seguramente todos recordemos cagarnos en muchas cosas al pensar en aquel típico profesor fijo, al que le caes mal en el primer año en que cruzáis la vista, y parece que hayas matado a toda su familia en vidas pasadas, o al menos, te coge el mismo asco que si se hubiera dado el caso. Supongo que lo hacen por no correr riesgos frente a esta suposición, más explicación no tiene.

Cuando la recién entrada en la adultez se perdió en una de las salas del pasillo, JungKook volvió la vista al frente y casualmente encontró su taquilla. Le alegraba no encontrar una de esas estúpidas notas allí pegada, para ser sinceros, hacía bastante que nadie le molestaba, algo muy raro en su día a día.

Pasó de largo y siguiendo con sus pensamientos dio con el comedor, donde se adentró para hacer la cola interminable de personas que justo al mismo tiempo decidían estar hambrientas o necesitadas de ir a la máquina expendedora para saciar su apetito con algún paquete lleno de aire y falto de alimento. JungKook miraba por encima de los hombros de los niños de primero, cual sería su víctima, hasta dar con las galletas oreo. ¿Quién se resistía a su tentación?

Tras unos buenos 12 minutos allí parado, avanzando a paso lento, consiguió lo que quería y fue a buscar un lugar tranquilo en el que poder comérselo. Pero no había dado ni 20 pasos cuando una mano se posó en su hombro.

-Kookie. -La voz de TaeHyung llegó acompañada de una sonrisa y un corto beso en sus labios, en la escuela habían adoptado una forma de relación discreta. -¿Tu examen?

-Bueno, digamos que bien, no me he puesto tan nervioso como otras veces. -Le sonrió en respuesta a su mirada y le dio un pequeño toquecito en el hombro para que continuara andando, ya que sus galletas esperaban.

-Algo es algo, ¿ya has vuelto a comprarte la mierda esa?. -Torció su boca analizando el paquete. -No, no me repliques, que yo te soplo en la boca y te alimenta como eso, sin costarte dos euros.

-No seas rata y camina pesado, ni que tuviera mucho más que hacer con el dinero.

Los dos llegaron hasta un pequeño rincón libre de gritos de los recién llegados al instituto y de de los pelotazos de los seguidores fieles del fútbol, o de las miradas insdiscretas de las jovencitas hacia TaeHyung, todo en aquel rincón eran ventajas. 

Como bastantes patios en los que se ponían allí, decidieron llenar los 18 minutos que restaban de este para ponerse al día y planear las tardes o los fines de semana. Aunque con la cantidad de trabajos con los que contaba JungKook, era difícil establecer un plan sin que esa misma tarde tuviera otro final.

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⏰ Última actualización: Jun 05, 2020 ⏰

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