Su estómago se contrae y su corazón duele, Mark mira hacia la pared tratando de concentrarse en cualquier cosa menos en aquellas manos desnudándolo otra vez, rozando débilmente la piel de su pecho, es por JiSung, necesita dinero para sus exámenes y su trabajo actual no le dará ese dinero, al llegar al segundo botón el hombre se acerca a su cuello y aspira su aroma, Mark retiene con todas sus fuerzas las ganas de llorar, él aún ni lo ha tocado y ya se quiere morir, necesita ser más fuerte.
Después de todo, la falta de dinero es su culpa, podría haber conseguido un trabajo mejor, podría haber usado el dinero que su padre les dejó al morir para hacer una inversión inteligente, era una cantidad modesta, ni mucho ni poco, suficiente, de haberlo usado bien se habría multiplicado, pero no, él prefirió seguir sus estúpidos sueños de ser un compositor de canciones e invirtió con su mejor amigo en comprar un estudio de grabación.
Es un negocio que podría dar mucho dinero, sí, pero en su caso nadie compra sus canciones, el único dinero que entra a su cuenta es el de algún que otro artista independiente interesado en alquilar su estudio por un par de horas.
¿Cómo pudo ser tan idiota? Debió conseguir algún trabajo con un sueldo fijo y mensual, debió invertir el dinero en un negocio rentable, debió pensar un rato que tenía una nueva responsabilidad en sus manos y que su hermano no debía vivir con una estabilidad económica básica sólo para que él pudiera cumplir sus estúpidos sueños.
—Estaba bromeando, tranquilízate —entra en pánico Johnny al verlo llorar profundamente otra vez —no voy a follarte, lo de mi dinero sí era verdad, no lo perderé, así que ya que pagué por tu "compañía" y no planeas darme del tipo que yo buscaba, al menos ven conmigo a un sitio.
La noche no está saliendo como la planearon ninguno de los dos, a esas alturas John supuso que ya se habría corrido dos veces y Mark, bueno Mark sólo quería que no le tocara alguien muy viejo, muy brusco o con fetiches extraños, es decir, con que tuviera una edad pasable y buscara sexo casual, pensó que estaría bien, ni siquiera se atrevió a desear que su cliente fuera tan... comprensivo.
Y sexy, diablos debe admitirlo, hace un momento estaba en plena crisis de ansiedad por toda la mierda de su moral, dignidad y el hecho de que estaba vendiendo su cuerpo, de haber sido otra situación, se habría acostado con Johnny sin pensárselo mucho, lo ve entrar a la habitación usando sólo unos jeans, en una mano tiene unas botas y en la otra una camiseta con un estampado minimalista.
Ahora que no está avergonzando, nervioso, como cuando recién llegó, y lo más importante, ahora que no llora como si se le fuera la vida en ello, nota el gran cuerpo que tiene al frente, sus brazos, torso, y en especial su abdomen, se ven firmes, duros como hierro, hay gruesas venas casi al final de su estómago que se ven hasta perderse bajo sus pantalones, Mark traga saliva, estuvo de rodillas entre sus piernas, pero nunca notó esas venas y menos aún, lo marcados que tiene los huesos de la cadera.
—¿Nos vamos? —John lo saca de sus pensamientos, ya se puso las botas y mientras le habla se pone la camiseta —¿Estabas pensando en algo?
—N-no —aquella vestimenta casual lo hacen ver mucho más joven y menos temible.
El lugar al que lo lleva es una casa de dos pisos, con un bonito jardín y un sorprendentemente espacioso estacionamiento que sólo se puede ver cuando ya estás dentro de la propiedad, al pasar a la casa Mark mira confundido a todas partes, hay una recepción y un chico con ropa de mesero que pregunta el tipo de mesa que les gustaría, ¿es acaso un restaurante? ¿A qué clase de restaurante hay que entrar tocando el timbre? Ni siquiera tiene un mísero cartel fuera que indique lo que es, ¿cómo van a conseguir clientes si se camuflan como una casa?
—Dame tu mano —le pide Johnny, o más bien se lo ordena, la frase no tiene nada de amenazante, pero su tono de voz sí.
Tras entrelazar sus manos, John lo lleva a través de un pasillo hasta el interior, como se estaba imaginando, es un restaurante, en el salón no hay ventanas, por lo que el lugar da la apariencia de ser oscuro, las sillas son de cuero, espera que sintético, con forma de U y una mesa en medio, colores marrones y beige predominan.
El hecho de que haya un restaurante encubierto en lo que parece ser una casa, no es lo más extraño de ese lugar, o al menos no lo es tanto como la gente de dentro. Por alguna razón se dividen entre quienes tienen collares y en quienes no los tienen, lo cual debería ser perfectamente normal si los collares no fueran tan peculiares, algunos parecen shockers y se ven lindos, pero otros le recuerdan a los collares que usan las mascotas, gruesos, de cuero, con una medalla que parece tener escrito sus nombres.
Guiados por un camarero John y él se sientan en una de las mesas del fondo.
—Buenas noches, ¿qué va a pedir? —sonríe el chico mirando hacia Johnny.
—Quiero una hamburguesa sencilla, la bebida que sea una limonada y una porción de patatas bravas.
—¿Y su acompañante?
—Yo también quiero una hamburguesa —Mark siente que su boca se hace agua mirando el menú, por los nervios no comió antes de ir a casa de John, temía vomitar en el camino —y el postre de frutas, ¿puede ponerle mucha sandía por favor?
El chico no anota nada, mira extraño a Mark y luego regresa su mirada a Johnny.
—¿Qué debería servirle al joven?
—Quiero la hamburguesa y sandía —repite Mark, tal vez habló muy bajo.
—Supongo que su acompañante no comerá hoy —lo ignora por completo.
—Tráigale una pasta de mariscos y una ensalada sin sazonar, quiero los sazonadores en vasitos aparte y para beber jugo de naranja.
—Entendido —asiente el mesero anotando todo lo que Johnny le dijo.
Pero.
¿Y su hamburguesa? ¿Y la sandía?
—¿Qué es este lugar? ¿Por qué ese chico no quiere darme sandía?
—Está bien, cuando regrese le diré que te traiga sandía —ríe Johnny —pero antes quiero hablarte de algo serio, así que escucha con atención —cuando cambia drásticamente su voz se le eriza la piel —sabes que tuviste suerte hoy conmigo, ¿verdad? —Mark asiente —Mañana, cuando vayas a ese lugar para que te asignen un nuevo cliente, no sabes dónde te enviarán ni a quién te encontrarás.
A él se le hacía desagradable tocarlo cuando ni siquiera podía respirar bien de lo mucho que lloraba, pero a otro maldito loco podría parecerle de lo más excitante, follarse al pobre chico mientras se ahoga en lágrimas, Jeno maneja a clientes muy poderosos y si algo ha aprendido de la gente con poder, es que la mayoría están jodidamente enfermos, cuanto más jóvenes y vulnerables sean el chico o chica, más se les endurece la polla, un asco.
—Entiendes que no muchas personas van a parar sólo por ponerte a llorar, ¿verdad? —Mark vuelve a asentir, su estómago revolviéndose —Es verdad que la clientela de Jeno es una mina y que en ningún prostíbulo te pagarán tan bien como ahí, pero también es verdad que esto no es para ti, mañana cuando vayas con tu nuevo cliente y él te toque, vas a ponerte a llorar y probablemente él no se detendrá.
Con lo poco que vio de Mark en su habitación, puede asegurar que si el cliente no se detiene, lo terminará haciendo él, no es mentalmente fuerte para vender su cuerpo y le quedó claro que toda esa situación, aparte de provocarle mucha ansiedad, lo asusta, cuando el tipo se esté preparando para penetrarlo, Mark lo hará a un lado, el problema es que las personas ricas muchas veces son estúpidas, creen que por tener poder pueden hacer lo que quieren y por lo mismo, no aceptan un "no" como respuesta.
—No llores —suspira John —no te estoy diciendo esto para hacerte llorar.
—No estoy llorando —frunce el ceño Mark con su naricita roja y sus labios reprimiendo un puchero.
—No lo estás haciendo, pero estás a punto.
—Por favor, no me asuste más, sé que trata de advertirme y sé que no sirvo para esto, pero no puedo dejarlo, realmente necesito el dinero.
—Nunca le he dicho esto a alguien que apenas conozco y a quien ni siquiera he probado, pero ¿quieres que te compre?
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DOLCE | JohnMark
FanfictionDesesperado por conseguir dinero, Mark termina en las manos de un extraño sujeto que lo lleva al sitio más bizarro de todo Seúl, "la mesa".