Mi historia
Si obedeces todas las reglas, te pierdes toda la diversión.
Katherine Hepburn
El mesero alcanzó a escuchar el comentario de Leslie y de inmediato se acercó a nuestra mesa llenando nuestras copas. En cuanto se alejó, Leslie preguntó: “¿Y qué ha pasado en tu vida en los últimos veinte años, Kim?”
“Ha sido toda una aventura”, comencé. “Recuerdo que cuando tenía trece años leí un libro sobre cuatro hombres y mujeres que viajaron por Europa, en sus últimos años de adolescencia, casi llegando a los veinte. La historia describe de manera vívida las aventuras que encontraron en el camino: lo bueno y lo malo. Como en esa época vivía en Nueva Jersey, donde nací y me crié, ese libro me abrió los ojos al hecho de que había un mundo más allá de Nueva Jersey, Nueva
York y Pensilvania, fue una de las razones por las que me mudé a Hawai.” “Recuerdo que tu familia vivía en Oregon”, dijo Pat.
“Cuando tenía catorce años nos mudamos de Nueva Jersey a Nueva York”, contesté. “Fue mi primer vistazo al mundo que existía fuera de la vida que conocí mientras crecía. Tuve una probadita de lo mucho que hay por ver en este mundo y decidí verlo.”
“Así que cuando mis padres me preguntaron en dónde quería estudiar la universidad, dije: ‘Hawai.’ Pensé que sería un lugar fascinante para vivir y explorar. No sorprende que me preguntaran cuánto tiempo pasaba en el salón de clases y cuánto en la playa. Punto válido. Pero sabiendo que yo no era la estudiante modelo y que probablemente no tendría éxito en una universidad tradicional, aceptaron el primer año… pensando que después sacaría de mi
sistema ‘ese asunto de Hawai’ y pensaría en serio en mi educación.”
“Sí, dejaste Hawai”, dijo Pat. “Pero regresaste.”
“Así fue”, reconocí. “Como quería viajar, de hecho me cambié de universidad cinco veces en cuatro años. Terminé graduándome en la de Hawai con un título en mercadotecnia. Soy la más pequeña de tres hijas y, como mis padres nos mantuvieron a las tres durante la universidad, cuando recibí mi diploma lo envié a mis padres con una nota que decía: ‘¡Felicidades! Ustedes merecen esto más que yo.’”
“Recuerdo haber conocido a tus padres en un viaje que hicieron a Honolulu”, dijo Pat. “¡Eran tan divertidos!”
“Soy muy afortunada”, dije. “Mis padres siempre han sido maravillosos ejemplos para mí. Desde que tengo uso de razón, siempre me dijeron que podía lograr cualquier cosa que quisiera. Ellos me animaron a pensar por mí misma y repitieron una y otra vez: ‘Lo más importante de todo es que seas feliz.’ Y ellos vivieron lo que me enseñaron. Mi madre, maestra de escuela que daba clases tanto en el sistema escolar tradicional como a niños con necesidades especiales, siempre ha sido la más optimista. A través de ella, aprendí el significado de la amabilidad, de preocuparse por los demás y de no quedarse atorado por las pequeñas contrariedades que se presentan. ‘¿Realmente vale la pena alterarse tanto?’, solía preguntar. Mi padre, hombre de negocios y vendedor profesional, fue mi ejemplo de honestidad e integridad. Él me enseñó que si hago un trato con alguien, debo cumplirlo a toda costa. Actualmente, mis padres son los más orgullosos de lo que hacemos Robert y yo.”
“Y, como todas nosotras, amabas las islas y te quedaste”, dijo Janice.
“Enfrentémoslo”, dije. “Todas éramos jóvenes, solteras, vivíamos en Honolulu y teníamos pocas responsabilidades. ¿Qué no es amar?”
“Es muy cierto”, dijo Janice. “Aquellos fueron tiempos muy divertidos.”
Mi primer empleo
Una de las primeras lecciones de padre rico que Robert compartió conmigo fue la siguiente: La clave para el cuadrante
‘I’ o del inversionista es tener tu dinero trabajando para ti de modo que tú no trabajes por dinero.
Continué con mi historia. “Mi primer empleo de tiempo completo fue en el departamento de medios de una de las agencias de publicidad más grandes de Honolulu. Era un empleo excelente. Como Honolulu es un lugar muy pequeño conocí muy rápido a la comunidad publicitaria. Y era un grupo muy divertido. De la agencia pasé al otro lado del terreno de la publicidad y conseguí un puesto en ventas publicitarias. Ahí trabajaba la última vez que nos reunimos. Como tal vez recuerden, las ventas no eran algo innato en mí y no tenía ningún programa de entrenamiento en mi trabajo. Estaba literalmente de aprendiz allí. Tenía 25 años y dirigía una revista que servía a la comunidad de negocios de Honolulu. Mi objetivo principal era vender anuncios para la publicación. Tenía otros dos representantes de ventas trabajando para mí. Si no vendíamos, no había revista. Con cada número existía la presión de incrementar el número de anuncios respecto al anterior. Luchábamos cada mes. Y cada mes lo sacábamos adelante.”
“Ahí estabas cuando tuvimos nuestro último almuerzo juntas en Honolulu. ¿A dónde te fuiste?”, preguntó Leslie.
“Estuve en la revista cerca de dos años y decidí que era el momento de un gran cambio. Mi plan era el siguiente: Paso 1, mudarme a Nueva York, la Meca de la publicidad para el mundo entero. Paso 2: ascender por la escalera corporativa. Paso 3: ¡ser recompensada con la oficina en la esquina de Madison Avenue! Era mi plan y lo seguía… o eso pensaba.
”Pronto me di cuenta de que había un problema. Resultó que para ascender por la escalera corporativa tendría que destacarme en acatar órdenes. Necesitaba ser una empleada ejemplar en seguir instrucciones. Y, como ustedes saben, realmente no me gusta que me digan qué hacer. La historia claramente ha demostrado que seguir instrucciones no es mi fuerte. No mencioné que me despidieron dos veces de mi primer empleo, ¿o sí?
”De modo que decidí que era momento de pasar a un Plan B. Acepté mi defecto de carácter. Era inútil trabajar para alguien más. Pensé para mis adentros: ‘Ya sé lo que haré. ¡Seré mi propia jefa!’
”Esto de inmediato me llevó a mi siguiente dilema: no sabía nada sobre cómo iniciar un negocio. No había crecido cerca de dueños de negocios. No tenía idea de cómo comenzar. ¿Qué tipo de negocio quería? Me abrumé sólo de pensarlo. Pero por lo menos sabía una cosa: quería mi propio negocio. Cómo llegar ahí era otra historia. Como era una chica audaz de veintitantos años, decidí mudarme a la ciudad de Nueva York y planearlo desde ahí.”
Mi primera cita con Robert
“Invité a mi amiga Karen al T.G.I. Friday’s de Honolulu para hablar sobre mis planes de mudarme a la Gran Manzana”, expliqué. “Nos vimos después de nuestro entrenamiento en el gimnasio y mientras estábamos sentadas en el bar ella vio a su amigo Robert con sus amigos. Saludamos y eso fue todo… o eso pensé.
”Para abreviar una larga historia, Robert me pidió que saliera con él durante casi seis meses. Yo seguía diciendo que no. Le expliqué que me estaba mudando a Nueva York y no podía pensar en una nueva relación. Para hacer más interesante la trama, resultó que Karen fue novia de Robert casi ocho años antes. Así que Robert llamó por teléfono a mi amiga Karen y le dijo: ‘Karen, sé que tú y Kim son buenas amigas. ¿Me harías un favor?’ Karen dijo: ‘Sé que tienes algo entre manos. ¿Qué quieres?’ Robert, como vendedor que es, dijo: ‘¡Quiero una recomendación!’ ‘Sabía que no era una llamada social’, rió Karen.
”Bastante segura, Karen empezó a decirme lo maravilloso que era Robert. El problema era que hacía un trabajo de ventas tan bueno que ahora estoy convencida de que Robert le sigue gustando. Y como soy muy fiel con mis amigas, no iba a salir con alguien por quien ella aún sintiera algo. Así que pasaron otros dos meses. Proseguí con mi plan de mudarme a Nueva York. Ya para entonces, Karen me había convencido de que no estaba interesada en Robert en el plano sentimental. En los meses en que Robert estuvo en plena persecución, me envió flores, postales de sus viajes, tarjetas con notas personales y más flores. Así que una tarde Robert me llamó al trabajo y me invitó a salir. Me intrigaba y me gustaban sus atenciones, así que dije: ‘¿Qué tal hoy en la noche?’
”De vuelta a las habilidades de Robert como vendedor, por las muchas llamadas que le hizo a Karen, descubrió mis dos cosas favoritas: buena champaña y paseos por la playa. Eso fue lo único que necesitó para poner en marcha el plan de nuestra primera velada juntos. Cuando me estacioné en la puerta del lujoso hotel frente a la playa Cabeza de Diamante, donde vivía Robert, el valet abrió la puerta de mi pequeño Toyota Celica color naranja y dijo: ‘Usted debe ser Kim; Robert la espera. Permítame llevarla a su apartamento.’ Entramos al vestíbulo y tomó el elevador hacia el apartamento de Robert. Abrió la puerta. Entré y hablamos un poco. Luego bajamos las escaleras para llegar a Michel’s, uno de los restaurantes más finos de Honolulu, justo en la playa. El maitre se acercó. ‘Señor Kiyosaki, tengo lista su mesa con vista a la playa y su champaña se está enfriando.’ Está bien… estaba impresionada. Mientras servían la champaña, el maitre reapareció para sugerir: ‘Si quieren, ¿por qué no toman su champaña y dan un paseo por la orilla del mar?’ Está bien, ya es suficiente. Me conquistó. Y hemos estado juntos desde entonces…”
Socios de negocios… a primera vista
“En esa primera cita, nos quedamos despiertos hasta las tres de la mañana hablando. Todavía recuerdo la pregunta clave que me hizo Robert esa noche: ‘¿Qué quieres hacer con tu vida?’ De inmediato, de mi boca salieron las palabras: ‘Quiero tener mi propio negocio. No soy muy buena recibiendo órdenes y amo los negocios, así que parece que la solución para mí es tener uno propio.’ Su respuesta fue: ‘Yo te puedo ayudar con eso.’ Un mes después, comenzamos juntos nuestro primer negocio juntos. Además de ser compañeros desde esa primera cita, hemos sido socios de negocios desde entonces.
”Esa noche, Robert me explicó el modelo de negocios que su padre rico le había enseñado. Dibujó este diagrama:
”Saqué una libreta de notas de mi bolso y copié el diagrama de los cuadrantes.
”‘Lo denomino Cuadrante del flujo de dinero’, dijo Robert. ‘Representa los cuatro tipos de personas en el mundo de los negocios. E es para empleado. A es para autoempleado. D es para dueño de negocios e I es para inversionista.’
”‘Justo en este momento soy una E’, dije. Y cuando vi por primera vez ese cuadrante, pregunté a Robert: ‘¿Cuál es la diferencia entre una persona autoempleada y el dueño de un negocio?’
”‘Robert explicó que una persona autoempleada puede ser médico, contador, mecánico o cosmetóloga. Ella es la dueña del negocio y trabaja en él. Los A con frecuencia son los únicos productores de ingreso en sus negocios. El dueño depende de otras personas que trabajan en el negocio y lo opera con muy buenos sistemas. Microsoft, Harley Davidson y Starbucks son ejemplos de D. Aquí está la diferencia entre los dos: si un A se toma un mes de vacaciones, entonces su ingreso se detiene un mes. Cuando descansa, su ingreso también lo hace. Si una persona del cuadrante D toma un mes o un año de vacaciones, cuando regresa, su negocio estará funcionando igual o mejor que sin ella. Robert dijo: ‘La clave para el cuadrante I o del inversionista es tener tu dinero trabajando para ti, de modo que tú no debas trabajar por dinero.’
”‘Así que idealmente quiero pasar del lado D al I del cuadrante, donde mi negocio me dé a ganar dinero esté yo ahí o no y mis inversiones hagan lo mismo’, concluí.
”‘Ése es el plan’, dijo Robert.
”Dos meses después iniciamos nuestro primer negocio juntos. Diseñamos un logotipo con las palabras ‘Ganar/ Ganar’ y lo bordamos en playeras y chamarras que vendimos en varias conferencias, seminarios y convenciones a lo largo de Estados Unidos. El propósito de ese primer negocio fue generar ingresos y financiar nuestro viaje y colegiatura para asistir a esos programas educativos durante un año, mientras nos preparábamos para construir nuestro siguiente negocio.”
Nota: Cuando hablo con mujeres sobre negocios e inversión, las animo a pasar del lado E y A del Cuadrante del flujo de dinero al lado D e I. Ahí es donde tus esfuerzos reciben mayor recompensa. (Por favor lee el libro El Cuadrante del flujo de dinero de la serie de Padre rico, publicado también por Aguilar, para saber más.)
1985. El año infernal
“En diciembre de 1984 vendimos todo lo que teníamos, que no era mucho, y dejamos Honolulu para empezar a construir nuestro negocio en el sur de California. No pasó mucho tiempo, cerca de dos meses para ser exactos, antes de que nos hubiéramos acabado el dinero que teníamos. Estábamos en bancarrota y sin trabajo. Nos faltaba mucho para lanzar nuestro negocio. Hubo veces en que incluso no teníamos ni un techo, dormíamos en un Toyota Celica golpeado.
Honestamente puedo decir que 1985 fue el peor año de nuestras vidas.” “¿Cómo fue?”, preguntó Pat.
“¿Han escuchado a alguien decir: ‘El dinero no compra la felicidad’?”, pregunté.
“Por supuesto”, dijo Leslie.
“Bueno, puedo decirles de primera mano que el dinero te puede hacer miserable. Yo solía pensar que los ricos eran avaros, malos y sin corazón. Pero luego descubrí de primera mano que esas características de ninguna manera están reservadas para los acaudalados. Cuando Robert y yo no teníamos nada, discutíamos, nos culpábamos el uno al otro. Surgió el resentimiento… definitivamente no estábamos en nuestro mejor momento, nos sentimos muy estresados. La peor parte para mí fue que mi autoestima tocó fondo. Siempre fui una mujer muy optimista, feliz, decidida y segura de mí misma. Pero cuando pasamos por ese periodo abrumador, comencé a dudar de todo lo que conocía y en lo que creía, incluyendo mi habilidad para lograr cualquier cosa. Solía preguntarme: ‘¿De verdad sé algo?’ Lo que comenzó como unas cuantas dudas personales, creció rápidamente en espiral a lo que en esa época parecía un enorme hoyo negro del que era imposible salir.”
“¿Y cómo superaste ese desastre?”, preguntó Pat.
Una noche de refugio
“Robert y yo tocábamos a la puerta de gente que medio conocíamos y preguntábamos si podíamos pasar la noche en su casa. Hubo una noche durante ese horroroso periodo, que ninguno de los dos olvidaremos nunca. Nuestras tarjetas de crédito estaban al tope. En esos días no todos tenían las máquinas para poder verificar el estatus de la tarjeta de crédito que se usaba. Así que una tarde nuestro amigo nos llevó al motel 6-Pence. Era barato, cerca de la autopista en San Diego. Entré al vestíbulo y puse mi tarjeta de crédito en el mostrador, cruzando los dedos para que el encargado no la revisara. Manualmente, tomó una impresión de mi tarjeta y me entregó la llave de nuestra habitación. Me contuve de saltar de alegría justo ahí, en el vestíbulo. Casi iba corriendo cuando crucé la puerta hacia el coche. ‘¡Tenemos un cuarto! ¡Tenemos un cuarto! ’, dije lo más fuerte que pude sin que me oyera el empleado del hotel.
”Para muchos, era un motel barato. Para nosotros, esa noche, era el cielo. Cruzamos la calle para llegar al Kentucky Fried Chicken y compramos una cubeta de pollo. Luego fuimos a la tienda de abarrotes y adquirimos un cartón de cerveza. Regresamos a nuestro cuarto, por fin, los dos solos. En ese momento todo estaba bien. Teníamos un refugio en medio de la tormenta. Esa noche simplemente nos abrazamos, sin saber qué nos depararía el día siguiente, pero por lo menos por una noche estábamos bien.
”Estoy segura de que ni Robert ni yo habríamos superado ese año, de no habernos tenido el uno al otro. Todo el tiempo, amigos y familiares nos decían a ambos: ‘¿Por qué no consiguen un empleo?’ Tomen el sueldo por un tiempo hasta que su negocio esté funcionando.’ Sabíamos que conseguir empleos sería dar un paso atrás. Habíamos llegado hasta ese punto, no renunciaríamos entonces. También sabíamos que si optábamos por la comodidad del sueldo, quizá nunca construiríamos nuestro negocio. Viendo en retrospectiva, nuestro motor fue esa horrible situación. Nos condujo a encontrar una forma de salir del desastre en que estábamos. Y la salida no fue fácil, pero no fue consiguiendo un empleo. Estábamos decididos a construir nuestro negocio.”
Es tiempo de tomar el control
Continué: “Finalmente llegamos al punto en que simplemente habíamos tenido demasiado de ese caos. Robert llegó a la conclusión de que nadie mejoraría su vida excepto él y de que era tiempo de tomar medidas drásticas. Yo dejé de sentir pena por mí misma. Dejé de culpar a los demás por mis circunstancias. Y los dos simplemente decidimos controlar nuestro futuro y ponernos a trabajar. Y eso hicimos.”
“¿De qué era su negocio?”, preguntó Janice.
“Construimos una compañía de educación enfocada al mundo empresarial”, contesté. “Mientras Robert construyó varios negocios en Honolulu antes de mudarnos a California, estudió por años la forma en que aprende la gente y nuevos e innovadores métodos de enseñanza. Nuestro negocio creció a once oficinas en siete países del mundo. Constantemente estábamos de viaje, sobre todo en otros países.”
Leslie preguntó: “¿Cuándo se casaron?”
“Nos casamos en noviembre de 1986 en La Joya, California”, dije. “Al negocio de ninguna manera le estaba yendo de maravilla, pero podíamos ver un futuro más brillante.”
“¿Qué pasó con ese negocio?”, preguntó Pat. “¿Todavía lo tienen?”
Expliqué: “En 1994, después de diez años de dirigir la compañía, la vendimos y nos retiramos. Yo tenía 37 años y Robert 47. Lo mejor es que éramos libres.” “¿Libres en el ámbito financiero?”, preguntó Pat.
“Sí. Ya no teníamos que trabajar para ganar dinero”, contesté. “Fue una gran sensación.”
Leslie preguntó: “Entonces, ¿debieron vender su compañía por mucho dinero para no tener que trabajar nunca? En especial si tú apenas tenías 37 años. Eso quiere decir que tendrían suficiente dinero para 50 o 60 años, o más.”
Me reí. “Es lo que la gente piensa. No fue la venta de nuestra compañía lo que nos permitió retirarnos. Si tuviéramos que depender de ese dinero para vivir, probablemente habríamos quemado el dinero obtenido en unos dos años.” “No entiendo”, dijo Leslie, confundida.
“Pudimos retirarnos en 1994 por nuestras inversiones. Cada mes obteníamos dinero proveniente de esas inversiones, en especial en bienes raíces, eso cubría nuestros gastos. A eso me refiero cuando digo que éramos libres a nivel financiero.”
Mi primera inversión
“Yo no sé nada sobre inversiones”, admitió Pat. “Me resulta muy ajeno.”
“Yo tampoco sabía”, dije. “Cuando empecé en el camino de los inversionistas, honestamente ni siquiera sabía lo que significaba la palabra inversión. Tenía una curva de aprendizaje muy escarpada frente a mí.” “¿En qué invertiste?”, preguntó Janice.
“Comencé con bienes raíces. Es lo que tiene más sentido para mí. Compré mi primera propiedad para alquilar en 1989. Era pequeña y linda, con dos recámaras y un baño, en Portland, Oregon. Estaba apenas a dos cuadras de donde vivíamos. Debo decirles que fue lo más aterrador que he enfrentado. Estaba muerta de miedo, preocupada. Temía cometer errores que nos costarían dinero. En realidad no sabía qué esperar.
”No entraré en detalles ahora. Pero estaba extasiada cuando después de mi primer mes como propietaria recibí la enorme ganancia o flujo de dinero de 50 dólares por esa inversión. En ese momento estaba pasmada. Hoy controlo bienes raíces por muchos millones de dólares al igual que otras inversiones. Y es gracias a mis inversiones, que arrojan grandes cantidades de flujo de dinero mensual, que soy completamente independiente y libre a nivel financiero.”
Janice dijo: “Cuando pienso en la palabra ‘invertir’ pienso en fondos de inversión o acciones y bonos. No pienso por lo general en bienes raíces. ¿Ganas dinero comprando y vendiendo casas?”
“No, no es mediante la compra y venta de casas, sino de comprar y conservar la propiedad. Pero ése es un tema importante. Podemos hablar de ello más tarde si queremos.”
Rich Dad Company
“¿Qué hicieron Robert y tú después de retirarse?”, preguntó Leslie. “No te puedo imaginar descansando en la alberca todos los días.”
“Definitivamente no fue el caso”, dije y sonreí abiertamente. “Ese año compramos un rancho de 34 hectáreas en un pequeño pueblo llamado Bisbee, una comunidad artística sobre las montañas del sur de Arizona. Había una choza destartalada en la propiedad, que en realidad era un viejo depósito de diligencias en los días del lejano oeste. Lo convertimos en una maravillosa casa de una recámara con estudio de artista separado. No había televisión, ni radio… sólo paz y silencio.
”Fue en la tranquilidad de Bisbee donde Robert escribió el libro Padre rico, padre pobre, con el subtítulo Qué le enseñan los ricos a sus hijos acerca del dinero, ¡que las clases media y pobre no! Mientras Robert escribía en Bisbee, yo estaba en Phoenix convirtiendo un pequeño hotel en un edificio de apartamentos. Era la primera vez que lo hacía y me alegra decir que resultó un éxito.
”Y hablando de éxito, Padre rico, padre pobre es ahora uno de los cuatro libros que han estado durante más tiempo en la lista de libros más vendidos del New York Times. Antes del lanzamiento de Padre rico, padre pobre, creamos un juego de mesa llamado Cashflow 101. Diseñamos el juego para enseñar con detalle a la gente qué hicimos para alcanzar libertad a nivel financiero. Al jugar, la gente obtiene experiencia de primera mano en inversiones y en manejo de su dinero. En el juego, el propósito es salir de la ‘carrera de la rata’, donde vive la mayor parte de la gente todos los días, y llegar al ‘carril rápido’, donde se encuentran las mayores inversiones. Y la clave para pasar de un carril a otro es algo llamado flujo de dinero: cuando el flujo que recibes de tus inversiones es mayor a tus gastos mensuales, ¡entonces estás fuera de la carrera de la rata!
”Robert, yo y nuestra socia de negocios, Sharon Lechter, publicamos Padre rico, padre pobre. Imprimimos mil ejemplares del libro en abril de 1997. Para ser honesta, pensamos que tendríamos regalos de Navidad que nos durarían los siguientes diez años. Ninguna librería lo quería. Ningún distribuidor estaba dispuesto a tocarlo. Ningún mayorista nos devolvía siquiera las llamadas. Así que empezamos a venderlo nosotros mismos. El primer lugar donde lo pusimos a la venta fue en el lavado de autos de un amigo nuestro. Lo colocamos donde pudimos. El libro lentamente comenzó a vender. Se corrió el rumor y en dos años Padre rico, padre pobre estaba en la lista de libros más vendidos del New York Times. ¡Estábamos por las nubes!
”Francamente, no nos propusimos construir otra compañía, pero The Rich Dad Company ha crecido más de lo que esperábamos. Hoy, el libro se ha traducido a más de 46 idiomas y se vende en más de 97 países; el juego Cashflow 101 a 16 idiomas y sigue aumentando. Hay una serie completa de libros de Padre Rico, al igual que de Asesores de Padre Rico, escrita por personas que nos asesoran en materia de inversiones. El negocio ha crecido y lo sigue haciendo como una marca a nivel mundial que representa independencia y libertad financiera. Nadie está más agradecido y rebosante de alegría que Robert y yo.”
“¡Vaya vida!”, exclamó Leslie. “Has estado muy movida los últimos veinte años… desde no tener hogar, luego retirarte y tener ahora una compañía internacional sumamente exitosa. Eres muy afortunada. Me encantaría estar en tu lugar hoy.”
“Definitivamente soy afortunada”, reconocí. “Pero no sé si la mayoría de las personas estarían dispuestas a pasar por lo que Robert y yo soportamos para llegar a donde estamos. Tomamos el camino difícil (el que muchas personas evitan) a cambio de lo que pensábamos sería el camino más fácil en el futuro. Por fortuna, proceder así dio frutos. De modo que ésa es mi historia. Una cosa es segura, no ha sido aburrido.”
Una nota especial para las mujeres
Cunado hablo con tantas mujeres que he conocido gracias a The Rich Dad Company, en repetidas ocasiones me piden: “Por favor, ¿podrías hablar sobre inversiones a las mujeres?” Fue el motor para este libro. Su propósito principal es simple y sencillamente inspirar a las mujeres a entrar en acción y entender que volverse independientes a nivel financiero no es gran ciencia. Cualquiera puede hacerlo. Sólo toma un poco de tiempo y educación.
Un punto que espero esté claro como el agua en este libro es el siguiente: hoy más que nunca nosotras, como mujeres, no podemos depender de alguien más, sea marido o pareja, padres, jefe o gobierno, para que se encargue de nosotras a nivel financiero. Lo que era verdad para nuestras madres y abuelas, no aplica en nosotras el día de hoy. En mi opinión, las mujeres deben aprender a invertir para garantizar una vida segura para ellas y sus hijos. Ya no es sólo una opción. Las reglas han cambiado y es el momento de controlar nuestro futuro financiero.
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mujer millonaria
Historical FictionElla es la espoza de Robert Toru Kiyosaki, se lo recomiendo si estan empezando a conseguir tu libertad financiera 🤧 y a ser mas seguro de tus habilidades