Capítulo 13. Tortitas navideñas

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AVISO. La versión que hay en Wattpad es un borrador. Es posible que haya algunas faltas de ortografía o que el estilo no termine de estar pulido. Por favor, tenlo en cuenta a la hora de hacer valoraciones. Si quieres leer la historia corregida y con nuevas escenas te recomiendo leer la versión publicada por la editorial Fandom Books. Puedes conseguirla en librerías o en digital (enlace en mi perfil).


Gracias a las clases particulares de Key, a la paciencia de Lissa y Dave y a la renuncia de sus horas de sueño, Axel consiguió aprobar los exámenes. Sacó todo con suficientes y bienes bajos, pero él no necesitó más. Era la primera vez en años que no tenía que ir a ninguna recuperación.

Y así llegó la Navidad y, con ella, las vacaciones. Axel pensaba aprovecharlas para recuperar el sueño perdido, jugar a videojuegos, ponerse al día con los animes que tenía pendientes y leerse algún que otro manga.

Antes de que se diera cuenta, llegó el 24 de diciembre y con él la clásica cena prenavideña. En su casa siempre la celebraban los cuatro solos. Sus abuelos por parte de padre vivían lejos y los padres de su madre habían muerto hacía tiempo. Axel y Ben tenían un par de tíos y primos, pero eran tan lejanos que llevaban años sin saber nada de ellos. Por eso, la cena era algo sencilla. Su padre solía cocinar pavo asado al horno y Ben compraba pastelitos para ganarse el favor de sus progenitores. Después de cenar, abrían los regalos y jugaban a juegos de mesa hasta que les vencía el sueño —o fingían que les vencía el sueño, mejor dicho— y se marchaban a sus respectivas habitaciones.

El 25 de diciembre los Waters al completo comían con los abuelos, se entregaban los regalos y volvían a casa bien entrada la tarde. Cuando los mellizos habían sido pequeños, sus padres habían pasado con ellos el resto del día. Pero ahora que hacía tanto que habían dejado atrás la niñez, cada uno tenía sus propios planes. Sus padres, por ejemplo, se iban a dar una vuelta por la ciudad para ver el ambiente navideño y Ben siempre lo celebraba o con sus amigos o con la novia de turno, así que Axel solía pasarlo solo.

Ese año no era diferente. Lissa había quedado con su numerosa familia para comer y Dave se había marchado a Suiza con sus padres a ver a uno de sus hermanos mayores, que trabajaba en el CERN.

Con respecto a Key... mierda. Era complicado, eso seguro. Axel no sabía cómo celebraba él las fiestas y le molestaba querer descubrirlo. Seguro que había quedado con el idiota de su hermano y el resto de sus amigos y estarían en una fiesta o en una discoteca haciendo o el cafre por ahí.

Desde que habían comenzado las vacaciones apenas se habían visto. Hablaban a veces por mensajes, pero nada más. Axel no sabía en qué estaba metido Key, pero tampoco se atrevía a preguntar. No tenían esa confianza... ¿o ya sí? Después de esa noche en la que les pilló la primera nevada del año...

Se le aceleraba el pulso solo de pensarlo.

Por todos esos motivos, el 25 por la tarde Axel se encontraba tirado en el sofá leyendo un manga y comiendo dulces navideños que habían sobrado de la cena de ayer. En general, solía gustarle la tranquilidad de la casa, pero ese día se sentía un poco solitario.

Suspiró y se puso el manga sobre los ojos. Por mucho que odiara admitirlo, quizás lo echaba de me...

El timbre de la puerta sonó, interrumpiendo sus pensamientos. Con más recelo que otra cosa, Axel dejó el manga sobre la mesita de café y se levantó. Empezaba ya a reconocer esa forma de llamar al timbre una y otra vez, así que no le sorprendió ver a Key al otro lado de la puerta.

Lo que sí que le sorprendieron fueron sus pintas. Llevaba un ridículo gorro navideño en la cabeza y una barba blanca de pega encima de la boca.

—Oh, oh, oh. Feliz Navidad —dijo, tratando de imitar la voz de un octogenario. Axel tuvo que hacer un esfuerzo enorme por no echarse a reír y se mordió el labio inferior con fuerza.

La búsqueda del cliché perfecto (CLICHÉ 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora