Capítulo 20. «Me gustas»

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AVISO. La versión que hay en Wattpad es un borrador. Es posible que haya algunas faltas de ortografía o que el estilo no termine de estar pulido. Por favor, tenlo en cuenta a la hora de hacer valoraciones. Si quieres leer la historia corregida y con nuevas escenas te recomiendo leer la versión publicada por la editorial Fandom Books. Puedes conseguirla en librerías o en digital (enlace en mi perfil).


—Estoy bien, ya os lo he dicho. Solo ha sido una caída tonta. Podéis volver a esquiar, si queréis. Yo ya he tenido suficiente para toda una vida. —Axel podría haberlo dicho con el corazón en un puño y no mentiría. Después de semejante día, no pensaba volver a pisar una pista de esquí nunca más.

Lissa negó con la cabeza y suspiró. Dave estaba inclinado sobre él, tratando de examinarle el tobillo que estaba morado y comenzaba a hincharse.

—Ya te vale —le recriminó su amiga—. Solo se te ocurre a ti enfrentarte a esa gente. ¿Qué mosca te ha picado? Siempre has odiado meterte en peleas.

Axel apartó la mirada, sin saber bien qué decir. Sabía que Liss tenía razón, pero... ¡estaba tan enfadado! ¿Cómo podía explicarles sus motivos sin contarle también la verdad sobre su relación con Key? No podía, así que dejó que Lissa siguiera echándole la bronca y que Dave decidiera si se había roto el tobillo o no.

Parecía una broma cósmica, porque era el mismo que se ha- bía torcido antes de los exámenes. Axel recordó cómo Key lo examinó en aquel entonces, y no pudo evitar comparar la seguridad de las manos de Key con los temblorosos movimientos de su amigo.

—Ha sido una locura —murmuró su amigo—. No sé si te lo has roto, pero no tiene buena pinta. Tendrías que haber tenido más cuidado y...

—¡No solo cuidado! —le interrumpió Lissa—. Simplemente, no tendrías que haberte metido con Trent.

—Bueno, ¿qué más da? —estalló Axel, molesto—. No ha pasado nada grave.

Lissa lo miró con mala cara. Parecía furiosa.

—Me tomas el pelo.

—¿Tú te has visto el tobillo? —aportó Dave.

—Es una torcedura —murmuró Axel, pero al mirarlo perdió un poco la seguridad: lo cierto es que estaba un poco morado.

—Dios. —Lissa volvió a negar con la cabeza—. ¿Sabes lo que podría haberte pasado?

Parecían tan preocupados que no pudo evitar sentirse culpable. Había vuelto a actuar motivado por impulsos y sin pensar en las consecuencias. No solo podrían haberle pegado a él, sino también a sus amigos. Y eso no se lo podría perdonar nunca.

—Lo... —carraspeó—. Lo siento mucho.

Por fin, parecieron calmarse un poco. Dave le mostró algo parecido a una sonrisa y Lissa se mordió el labio inferior.

—Hay que llevarte a la enfermería —finalizó su amigo—. No creo que esté roto, y estoy seguro de que con un poco de hielo y un par de días de descanso se recuperará por completo, pero no me fío. Ya te lesionaste hace unas semanas y, a lo mejor, necesitas atención médica.

Axel empalideció. Lo que le faltaba ya para que terminaran de reírse de él, que fuera el único imbécil lesionado en la excursión.

—Estoy bien —se apresuró a decir—. Es más, puedo ir yo solo a la enfermería. No es más que una torcedura. Puedo andar, os lo prometo.

—Después de lo que acabas de hacer no me creo que estés en tus cabales —gruñó su amiga, y Axel enmudeció—. Vendrás con nosotros. No pienso dejarte solo.

La búsqueda del cliché perfecto (CLICHÉ 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora