Capítulo 1. El plan

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AVISO. La versión que hay en Wattpad es un borrador. Es posible que haya algunas faltas de ortografía o que el estilo no termine de estar pulido. Por favor, tenlo en cuenta a la hora de hacer valoraciones. Si quieres leer la historia corregida y con nuevas escenas te recomiendo leer la versión publicada por la editorial Fandom Books. Puedes conseguirla en librerías o en digital (enlace en mi perfil).


—¡Ni hablar!

Axel hizo un mohín con los labios y su voz adquirió un tono suplicante.

—¡Venga, Lissa! ¿Qué te costaría? Solamente tendrías que salir con él durante un par de años, hasta que cumpla dieciocho y pueda largarme de esa casa llena de dementes.

—¡No!

—Pero...

—¡Que no! —Su amiga negó con tal vehemencia que las gafas de pasta negra se le escurrieron por el puente de la nariz y un par de mechones rubios se le escaparon de la coleta. Sus ojos castaños refulgían como el fuego.

—¿Por qué? Pero si cualquier chica estaría encantada de salir con él.

Lissa le lanzó una mirada mordaz y Axel chasqueó la lengua. Se sentía como un vendedor de coches de segunda mano que intentaba engañar a un inocente para que se quedase con un coche destrozado.

Había que joderse. Él, suplicando. ¡A esos extremos lo llevaba la desesperación! Estaba dispuesto a lo que fuera con tal de conseguir que Lissa accediera a salir con su hermano.

Por desgracia, su amiga no pensaba dar su brazo a torcer.

—Me parece la peor idea que se te ha ocurrido desde que te conozco, Axel. Y somos amigos desde hace muchos años.

—¡Es una idea brillante! —exclamó él.

—No lo es —sentenció su amiga. Axel sabía que sería muy complicado convencer a Lissa, pero esperaba ablandarla poniendo un tono de voz suplicante y ojitos de cachorrito abandonado.

Uf. Iba a costar más de lo que creía en un principio. La idea era brillante. El desarrollo, no tanto.

Rindiéndose por ahora, Axel removió el puré de patatas con aire distraído. No tenía muy buena pinta y hacía rato que se había enfriado, pero tenía hambre. Y jamás renunciaba a la comida. Se animó a probar un bocado y sacó la lengua, asqueado. Sabía peor de lo que parecía, aunque su sufrimiento no consiguió ablandar a Lissa.

Pese al silencio que se había instalado entre ellos, la cafetería del instituto era un hervidero a esas horas. Los estudiantes iban y venían con bandejas colmadas de comida, llenando el comedor con sus gritos.

En general, Lissa y Axel no solían ser tan taciturnos. De hecho, se pasaban el día gritándose el uno al otro. Se conocían desde antes incluso de que se les cayeran los dientes de leche, así que no se andaban con delicadezas. Eran prácticamente inseparables, como una calcomanía, como Batman y Robin o Mike Wazowski y Sulley. Por eso, a la hora de elaborar su venganza, la primera persona en la que Axel pensó fue en Lissa. Con ella de su parte, estaba seguro de que su plan saldría bien.

Se había equivocado.

No había nada que hacer. Sin su amiga, Axel estaba en un callejón sin salida.

—¿A qué viene este silencio tan tenso? ¿Ya os habéis peleado otra vez?

Un chico bajito y poco reseñable estaba frente a su mesa con la bandeja en ristre. Tenía una mueca divertida en el rostro.

La búsqueda del cliché perfecto (CLICHÉ 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora