Estaba sentada en el borde de la cama, contemplando la habitación. Estaba realmente desordenada, pero no tenía ganas de recogerla, demasiado trabajo para el poco tiempo libre que tenía.Por la mañana había pensado quedar con Doreki para ir a comprar ropa, ya que me había dicho que le hacía falta una "Renovación de Armario". Pensando en los planes que tenía para ese día, tardé en darme cuenta de que era justamente la hora en la que había quedado con ella. Me puse la ropa rápidamente y salí por patas de casa.
Me la encontré sentada en el borde de la fuente dándole trocitos de chocolate a las palomas. Llevaba un abrigo de pelo con el gorro puesto, en el que había dos orejas de gato y una de ellas con un lazo.
-¡Qué guapa estás! -le dije sonriente.
-¡Arigato, Kokoro-chan! -dijo poniéndose las manos en la mejillas.
-Bueno, ¿vamos?
Doreki asintió y le ayudé a levantarse ofreciéndole la mano. Nos recorrimos el centro comercial de piez a cabeza, pasamos muchas veces por una tienda de ropa, que tenía cosas muy kawaii y a ella le encantó.
Terminamos repletas de bolsas esperando al autobús en la parada. Hacía un bonito día, estaba despejado y hacía calorcito, aunque corría una brisa bastante fría. Junto al asiento en donde estábamos sentadas, había una adolescente rubia, muy desarrollada y de ojos castaños y enormes.
-¡Konichiwa! -dijo Doreki, haciendo que me sobresaltara. ¿Cómo se le ocurría dirigirse así a una chica que ni siquiera conocía?-¿Cómo te llamas?
-Me llamo Helena -dijo con una sonrisa de oreja a oreja-. Voy a Tokyo, ¿y vosotras?
-También, resulta que vivimos allí. Oye, ¿cuántos años tienes?-preguntó Doreki confusa.
-Catorce, ¿y vosotras?
-Yo tengo trece, igual que Kokoro-chan. ¡Uy! Disculpa, no nos hemos presentado, Yo soy Doreki Mizu y ella es...
-Kokoro Koe -continué la frase sin apartar la mirada al frente.
Doreki asintió y Helena sonrió. Parecían niñas pequeñas. Miré a Doreki con compasión y me di cuenta de que no le guardaba el menor rencor, todo lo contrario, la veía tan inocente que hasta me dio vergüenza admitir que pensé que ella era una ladrona.
Llegó el autobús y enseguida subimos. Las dos estuvieron hablando de sus cosas, sin embargo yo me quedé callada sin hacerles caso, de vez en cuando sonreía para que no sospecharan. Me acordé de Tsuke, él me había dicho que cuando Doreki-chan y él eran pequeños, estuvieron juntos un tiempo, hasta que fueron separados porque ella se tuvo que ir de viaje. En el fondo estaba contenta de que se hubieran vuelto a encontrar, ahora podrían continuar el amor que habían dejado pendiente.
Al llegar a nuestro destino vimos a una persona que no esperábamos allí.
-¡¡TSUKE!! -gritó Doreki mientras iba directa a abrazarle-. Que sepas que de lo bien que me lo he pasado, no me he acordado de ti en todo el día -dijo sonriendo.
-¿Eh? ¿Y eso es bueno o malo? -preguntó confuso.
Todos nos echamos a reír y volvimos a casa caminando por la avenida. Tsuke iba con Doreki, pero también hablaba con Helena y conmigo. Fue una tarde inolvidable, incluso al final del camino nos sentamos en un banco para contemplar al sol ocultarse.
ESTÁS LEYENDO
KOKORO
RomanceSoy Kokoro Koe, una estudiante de una de las mejores escuelas de Japón. Sólo busco ser feliz, cosa que se me resiste. Mi confusión es amorosa.