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Las mañanas ya no me parecían extrañas al levantarme sintiendo esa agua conocida recorrer mis mejillas. Me repetí una y otra vez que llorar no era la mejor solución para mis problemas, pero mi inconsciente así lo malentendió y era quien las reproducía.

Estúpido creer que un recuerdo se esfuma con el paso del tiempo, porque al tener mi suerte, se hacía más presente.

—Te acabas todo —aludió mi mamá colocando un plato de fruta picada sobre la mesa.

—¿De dónde sacaste tanta comida? —cuestioné una vez haber metido varios trozos de sandía en mi boca.

—Minhee me trajo una bolsa ayer.

Rodeé los ojos.

Sabía que el ser amable era una virtud, pero demasiado de algo que se desconoce la intención, no es bueno.

Salí de mi casa minutos más tarde iniciando la usual y perezosa caminata hacia la escuela. Coloqué los audífonos en mis oídos y sólo bastaron segundos para que me perdiera en la música, hasta que escuché un relámpago. Apresuré el paso; sin embargo, en un minuto ya me encontraba plantada entre los arbustos al percatarme que unas siluetas conocidas estaban por cruzar la calle.

—¡Hyejoo, Mina! —agité mi mano cuando ambas voltearon y corrí hacia ellas.

—Ah, tú... —balbuceó Mina mirándome de pies a cabeza, mientras Hyejoo no se inmutó siquiera.

—¿Cómo están? —pregunté casi gritando por la repentina euforia que me causó verlas.

—Bien —respondió esta vez Hyejoo—. ¿Nos vamos? —le pidió a Mina, quien asintió de inmediato.

—¿Les pasa algo? —detuve el paso de ambas con mis manos, recibiendo sin haberlo imaginado, sólo gestos de fastidio por su parte.

—Linda, evitémonos disgustos y será mejor que ya no nos veamos.

—Además, debes estar muy ocupada. No queremos interferir —añadió Mina de repente.

—¿De qué hablan?

—Hyesuk, sabemos el problema de tus padres y las pocas posibilidades y tiempo que tienes ahora. Hemos decidido entonces que cada quien por su lado, así ninguna estará incómoda. Ya sabes, por el bien de las tres. Cuídate. Adiós —concluyó Hyejoo esbozando una sonrisa demasiado forzada y ambas voltearon en dirección contraria.

Intenté brevemente retomar mi camino, pero lo que acababa de suceder no era algo que podía ignorar y listo. Me estaba doliendo mucho.

—¿Lim?

Giré sobre mis talones al oír mi apellido, era Soobin quien yacía oportunamente de pie frente a mí.

—No preguntaré —manifestó abriendo los brazos, y sintiéndome a punto de desvanecer, me apagué a él, mis ojos cristalizándose en cuanto sus brazos rodearon los míos.

—¿Escuchaste todo?

—Mm... —afirmó— creo que ellas se lo pierden.

—Eso es lo que yo digo cuando estoy en mis momentos más egocéntricos —absorbí la nariz, aun cuando las lágrimas no se habían desalojado del todo—, pero esta vez... es tan real que no puedo pensar en eso siquiera.

—Mira, no diré que eres maravillosa, porque no lo eres; sin embargo, creo que tienes tus lados buenos.

—¿En serio? ¿Cuáles?

—Supongo que... —titubeó—: Eres como los juguetes armables de los cereales.

—¿Qué? ¿Reutilizable? ¿Inservible? ¿De mal material?

₂₀ᴄᴍ  | Cʜᴏɪ YᴇᴏɴᴊᴜɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora