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No lograba imaginar cómo sería entrar en ese lugar y verlo a los ojos, porque estaba segura de que estaría ahí puntual como siempre y más que probablemente riéndose de mí.

—¿Desde cuándo eres una pervertida?

Aun así, lo pensé y efectivamente pasó. Si tuviera que marcar un récord por la pregunta más hecha durante una semana, estaba segura de que ésta ganaría en primer lugar.

—Ni enfermo cierras la boca —articulé cruzando los brazos.

—¿Desde... —volteé enojada a verlo antes de que inquiriera de nuevo— cuándo tienes ese tatuaje? —señaló con quijada lo que supongo fueron mis tobillos. Bajé la mirada a inspeccionar, antes que nada.

—Lo hice cuando atravesaba mi época emo.

—¿Tú también la tuviste...? Es bonito. —Y por consiguiente soltó un estornudo. El milésimo en el día, de hecho. Me alejé un poco para molestarlo y esperando que no me pasara el virus; porque al igual que él, yo tardo mil años luz en reponerme.

—¡Yohan! —llamó el profesor exaltando al resto—. Es tu turno.

El chico de cabello negro corrió al borde de la piscina donde comenzó a calentar las piernas antes de entrar. A decir verdad, mal no se veía. Lo que al parecer sí se vio mal fue mi reacción, o quién más podría dejármelo saber sino el enfermo Choi que esta vez carraspeó a mi lado, después me codeó el brazo «disimuladamente»

—Tiene novia.

—¿Y la tuya? ¿La enviaste a la luna?

Él rodó los ojos mas no respondió.

El contexto para aquella pregunta tiene que ver con lo que pasó el día que escondieron mi mochila, pues un niño desconocido me la devolvió más tarde diciendo que "unos hyungs" prometieron pagarle un viaje a la luna a cambio de que lo hiciera. Como si eso hubiera sido posible para el par de incompetentes.

Seguí esperando mientras mi nombre en la lista se acercaba. Los que ya rindieron la prueba de natación salieron y se vistieron, mientras yo sólo de ver sus cabezas mojadas, temblaba del frío.

De pronto —cuando intenté poner mi atención otra vez a los malabares que hacía Yohan por nadar rápido— sentí una mano tomarme del brazo, pero no de una forma amigable, más bien como queriendo empujarme o sujetarse para no caerse, sólo que, yo nunca estaba lista para hacerle favores a la gente, menos si se trataba de Yeoreum.

Y en lo que pude haber pestañeado, ella cayó al agua. Cabe mencionar que ya estaba vestida, porque su turno pasó hace rato.

—¡Jinsook! —llamó el profesor y la chica salió de un brinco como cual Úrsula.

—Sé que te gusta nadar, pero al menos te hubieras quitado el uniforme, Jin —comentó Lucas en voz alta. Consecuentemente, se escucharon risas en la instalación.

—¡Hyesuk me empujó! —gritó después de salpicar con ambas manos agua en dirección a Lucas.

—¿Yo qué?

—¡Me empujaste! ¿Por qué eres así? Solo trato de ser tu amiga —sollozó saliendo de la piscina para correr posteriormente fuera del recinto haciendo rechinar sus zapatos.

—¿Es cierto? —preguntó el mayor de atuendo deportivo.

—La odia, es por eso —contestó Dayoung antes de que pudiera decir algo más. Estuve por agregar algo a mi favor, pero él levantó la mano indicando que me callara.

—Yeonjun, ¿puedes ir por ella?

En realidad, no pude culparlo por lo que hizo a continuación, aunque no niego que me hubiese gustado que se quedara a apoyarme. Lo que claramente me fastidiaba más, era el hecho de que el mayor no hubiera salido tras la peli negra en lugar de Yeonjun.

₂₀ᴄᴍ  | Cʜᴏɪ YᴇᴏɴᴊᴜɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora