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Habían transcurrido alrededor de trece días desde la desaparición de Yeonjun. Durante ese tiempo, mis mayores estuvieron distantes. Sobre todo, mi padre.

Ni siquiera Soobin sabía algo de Yeonjun. Debí golpearlo por el pésimo servicio.

Al principio me convencí de que era una exageración; sin embargo, ya había pasado mucho y empecé a creer que mis padres sí tenían que ver en algo. Concordaba con lo dicho aquella noche, pero no podía decírselo a los policías. No si no estaba cien por ciento segura.

—Lucas, ¿has visto a Hyunsuk? —le pregunté al chico que estaba sentando en silencio en su banca mirando atentamente su teléfono.

—En el jardín —respondió sin alzar la vista—. Por cierto —volteó rápidamente el teléfono dejándolo sobre la mesa—. ¿Yeonjun está mejor?

—Sí, gracias —hice una reverencia rápida y salí brevemente de la clase. No podía responder a otra pregunta que no fuera la mentira que Taehyung inventó.

Yeonjun tiene varicela y no puede asistir.

Resoplé. El tonto de Hyunsuk debía esperarme para salir juntos, pero las cosas se le olvidaban cuando una rubia se le cruzaba en frente.

—Choi- —pospuse mi oración al ver al de cabellos negros tratar de esconder un cigarrillo que tenía en la mano, y que con anterioridad sacó de su boca.

—¡Oye! —gritó para darse la vuelta, arrojarlo al suelo y pisarlo.

—¿Fumas?

—No —ironizó por mi pregunta que era más que obvia. Me acerqué y negué repetidas veces con la cabeza.

—¿Qué era eso? —señalé el piso donde yacían todavía los restos fallidos del cigarrillo.

—Nada —retrocedió intentando taparse la boca.

—Ajá, ¡Hyunsuk! ¿Desde cuándo lo haces? Espera, ¿Yeonjun también lo hace?

—Déjame explicarte —sostuvo, manteniendo mis hombros quietos—. No es mucho que lo hago, pero Yeonjun no... —pestañeó confuso—. No. Para nada. Es más inocente de lo que crees.

—¿Está bien? ¡Ay! —renegué conmigo misma por no tener el derecho de reclamarle—. Desconozco tus razones y no soy quién para decirte lo que debes o no hacer, pero espero que al menos puedas controlarlo. ¿Has ido a terapia? —apunté su frente con mi índice.

—Sólo lo hago por diversión, tontita —ladeó la cabeza, intentando convencerme con un puchero—. Y sí, lo mantengo bajo control, ¿correcto?

—Agh. Este día no podía ser peor.

—En fin —sonrió soltándome—. ¿Irás hoy a la casa de Hyung?

—Si. Es más, ya deberíamos irnos, el timbre está por sonar.

Hyunsuk asintió cargando un extremo de su mochila que descansaba en el suelo y salimos.

—¿Crees que esté bien?

—Eso espero.

Había llegado a pensar que lo que dijo mi mamá pudo ser cierto, pero los padres de Yeonjun murieron en un accidente de auto hace como once años y a este punto sería casi imposible.

El resto del día pasó igual a los trece anteriores, sin saber absolutamente nada. Era obvio que le habían retirado el dispositivo de apoyo y lo apagaron, pero como dijo Hyunsuk, seguí esperando que sucediera como en las películas, que hubiera algo más que pudiera mostrarnos su paradero.

—Tengo una duda —hablé frotando mis manos. Hacía mucho frío afuera, sólo que, era mejor a estar caminando de un lado al otro en la casa y sin saber nada.

₂₀ᴄᴍ  | Cʜᴏɪ YᴇᴏɴᴊᴜɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora