₂₀ᴄᴍ | Cʜᴏɪ Yᴇᴏɴᴊᴜɴ

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Sus cristalizados ojitos aparecieron como una clara imagen al cerrar los míos.

Porque no cumplí mi promesa.

Di un largo suspiro en tanto dejaba que mi cabeza cayera sobre mis brazos, los cuales yacían cruzados en el escritorio.

Gracias por venir.

Para aquel tiempo su estatura iba por debajo de la mía. Ahora, él era más alto y su fuerza más grande. Tenía que recalcar; sin embargo, que la cálida sensación del abrazo no había cambiado.

Mis pensamientos volaron y bufé al recordar lo que pasó ayer. Le expliqué todo a Jihoon, aunque sólo se mostró escéptico, y me sentía mal por eso, pero el orgullo regresó a mí al visualizar a Soobin comparándome con esa caja de cereal, que, aunque parecía no tener sentido, lo tenía.

—¿Qué haces? —brinqué de susto por la desprevenida interrogante de la fémina mayor, a quién no noté y no supe si me estuvo mirando cómo jugaba a pensar durante los últimos minutos.

—¿Acaso no te enseñaron a tocar?

—Esta es mi casa por si lo olvidaste.

—También es mi casa. Quiero decir, tranquila, Daerin.

—Los Kim vinieron —agregó—. Te salvas por esta vez. ¿Qué haces?

—Tarea —expliqué, levantando mi cuaderno.

—¿Ya terminas? Quiero que vayas a comprar leche.

—¿Para qué?

—¡¿Siempre tienes que preguntar?!

—No te exaltes, mamá.

—Entonces ve, hice galletas.

Salí de la casa, no sin antes haber saludado a los nada extraños invitados, y me dirigí al mini market. La señora malhumorada que atendía me recordaba a una de mis tías por parte de madre, así que, debió verse raro que me riera sola mientras pagaba.

—¿Hyesuk?

Perdí el conteo de las piedras más grandes que encontraba en el camino al ser mi atención suspendida gracias a otro individuo que pronunció mi nombre.

—¡Hola, Hwiyoung! —Con sorpresa mencioné el nombre del causante de mi fracaso repentino y ex compañero de clase.

—Me alegra verte, esperaba encontrarte en el aniversario de Jihoon y Hyejoo. ¿Por qué no fuiste?

—¿Aniversario?

Él asintió.

—No me digas que no sabías, llevan saliendo una semana.

Como si fuera la gran cosa...  Quise decir: ¿Qué?

—Ah, sí —bajé la mirada esperando que la última piedra vista fuera a darme una respuesta—. No tuve tiempo.

La bocina de un auto sonó tras contestar y él levantó la mano, indicando que la persona que lo acompañaba dentro, lo esperase.

—Me gustaría hablar contigo, pero ya tengo que irme. ¡Encontrémonos otro día!

Asentí reiteradamente viéndolo subirse.

La duda me consumía, pero de todo, había algo más que no me cuadraba. ¿Por qué Hyejoo? Es decir, según yo sabía a Jihoon no le gustaban las mujeres.