₂₀ᴄᴍ | Cʜᴏɪ Yᴇᴏɴᴊᴜɴ

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—Entonces algo cayó, pero no era un meteorito. Era ese chico de nombre extraño, detrás venía un pelirrojo que se veía bastante enojado.

—¿Lo ayudaron? Me refiero a Kai.

—¿Ya te dije que el otro se veía bastante enojado...? Entonces escapamos.

—¡¿En serio abandonaron al niño?! —carraspeé la garganta una vez más después de gritar. El chico asintió avergonzado—. Hyunsuk, fuiste muy bueno hoy conmigo, pero no por eso te salvarás de que te llame idiota.

—Ya, ya —agregó—. Déjame continuar, corrimos al frente del gimnasio y una chica se nos acercó de repente avisándonos que Reum estaba en problemas.

—¿Y luego?

—Fuimos y las atrapamos con las manos en la masa —aplaudió sobresaltándome—. Eso es todo, tal vez la enfermera de turno la llevó a la dirección.

—¡Agh! Y yo ni siquiera sabía qué diablos ocurrió —crucé los brazos y las piernas, intentando crear un aura solitaria para así poder concentrarme, pero fallé en cuanto él me codeó.

—Ahora si quiero que hablemos de lo mío.

—Dime.

—Verás... el próximo sábado es mi cumpleaños.

—¿Ese era el asunto "importantísimo"? —me mofé construyendo un par comillas con mis dedos y regresando a mi posición normal.

—Of course —respondió para después abultar los labios—. Me gustaría que fueras.

—¿De este en ocho? —asintió todavía con el mohín en su boca—. Lo haré, gracias por tu invitación.

—Te mandaré la dirección por mensaje —simuló rápidamente teclear con los dedos un teléfono imaginario—. Y deja de pensar en lo que pasó, ¿ok?

Quizá debía desecharlo en aquel lugar cerrado de cuatro paredes y un retrete. En mi regreso, mientras analizaba cómo podría dejar de pensar de una vez por todas en aquella situación, encontré a Yeoreum, quien, junto con el club, murmuró algo en mi dirección y pasó por mi lado empujándome.

Procedí a inhalar y exhalar para conservar la calma en tanto veía que se alejaban por completo.

—Hyesuk.

Lo que faltaba.

—¿Qué quieres?

—Lo siento. —Era Yeonjun. Relamió sus labios después de disculparse y terminó mordiendo la parte inferior de éstos—. Sé que nunca le harías eso a Yeoreum, a nadie. Lo siento mucho.

Me obligué a salir del breve trance en el cual me había introducido. No me ayudaba en nada que se hubiera interpuesto en mi camino, con sus manos elegantemente guardadas en aquel pantalón de tela y mordiéndose esos lindos labios.

—Tienes razón —contesté sólo segundos después, incorporando mi mente en donde debía estar—, dile eso a tu amiga.

—Eh... —ladeó la cabeza, por lo que, preferí bajar la mirada, no aguantaría sin sonrojarme por más tiempo—. ¿Tu teléfono está funcionando bien?

—Así es.

—Me alegro —asentí nuevamente sin verlo—. ¿Hyunsuk ya te avisó de su fiesta?

—Así es —repetí.

—Deberías ir, sería genial.

Iba a responder «así es», cosa que no vi del todo apropiado, pues lo más apropiado ahora era que me fuera, y eso fue lo que hice luego de puntuar un «lo haré» antes de que terminara humillada por tornar mi rostro en un tomate viviente.