El cuarto del conserje (Natalia g!p)

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Alba P.O.V

— ¡Lacunza! Sé que has sido tú, devuélvemelo — dije enfadada.

— ¿Yo? Pero si he estado a tu lado toda la mañana — se burlaba Natalia.

Era cierto, habíamos estado juntas desde que entramos; pero pondría la mano en el fuego a que Natalia había mandado a alguien para robarme mi mochila.

— Eso es cierto. A parte, Alma, eres capaz de buscar la mochila tú sola, sin necesidad de estar culpando a Natalia— defendía Alicia a Natalia.

Cerré mis manos en puños. Cómo no, la perra de Alicia. Alicia desde siempre había estado enamorada de Natalia. Lo supe cuando me amenazó, como si Natalia fuese su novia o algo por el estilo.

—Es Alba, no Alma—dijo serio Joan , mi mejor amigo, detrás de mí—Venga, Lacunza, dale la mochila a Alba.

Lo miré y le sonreí. Él me sonrió también y se puso a mi lado, colocando su mano izquierda alrededor de mi cintura.

—Por enésima vez Reche, yo no la tengo — respondió Natalia enfadada.

La miré fijamente y, segundos después, suspiré. Antes de que Joan dijera algo, hablé yo.

—Déjalo Joan, tampoco tenía nada importante—mentí.

En realidad tenía mi libro favorito, el cual iba a leer por cuarta vez. Tenía valor para mí porque tenía la firma del autor, que también era mi favorito.

Joan me miró, sabiendo que mentía, pero aún así no dijo nada más.

—¡Que viene el profe! —gritó alguien, haciendo que todos se sentaran en sus mesas.

Yo me sentaba delante de Natalia y, por desgracia, mi compañero que se sentaba a mi lado no había venido; me hacía reír mucho.

Durante la clase sentí la mirada fija de Natalia sobre mí pero no me giré.

Al acabar la clase , fui directamente a la biblioteca. Ése era el sitio en el que comía; no me atrevía a poner un pie en la cafetería.

Pasé la hora del almuerzo con la bibliotecaria con mis amigos, contando chistes y hablando de nuestras vidas.

Al sonar el timbre, fui a mi taquilla. Cuando me iba a quitar la pulsera que siempre tenía, grité ; no estaba en mi muñeca. Comencé a buscar en mis bolsillos y no estaba. En algún pasillo tendría que estar.

Comencé a buscar en los pasillos, sin importar si la clase ya había empezado. Vi una estantería y, con esperanza de que estuviera, me agaché para ver si estaba en el suelo.

Y, de repente, sentí una nalgada; seguidamente unas manos que tocaban a su antojo mi culo.

—Reche, si te pones en esta posición...

Rápidamente me levanté para enfrentar a la persona.

—Que te den Lacunza— dije empujándola y comenzando a caminar.

No pasaron ni tres segundos cuando sentí que me cogía de la cintura pegando mi espalda a su pecho, sintiendo su erección en mi culo.

—¿No prefieres que te dé yo a ti ? — susurró para empezar a besar mi cuello mientras se restregaba.

—N-no — dije bajito, tanto que dudaba de sí me había escuchado.

—Mientes — dijo mientras me daba la vuelta y me cargaba en su hombro como si nada, mientras masajeaba mi culo.

—¡Suéltame Lacunza! — grité golpeando su espalda, pero parecía no tener efecto.

Entramos a una habitación, que al parecer era del conserje. Encendió la luz y por fin me soltó, dejándole de pie delante de ella.

ALBALIA - One shoots +18 (g!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora