10. Mentir

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La luz que se asomaba por un hueco entre ventana y cortina, resplandecía sobre el rostro de Nickie, quien se movía por la incomodidad de haber dormido sentado en un sillonsito en la habitación de Alexey. El pelirrojo se restregó los ojos y observó que el chico aún dormía plácidamente en su cama, desde su lugar observó que su pequeña carita reflejaba inmensa tranquilidad, nada que ver con su estado de la noche anterior, pensó.

¿Qué debería hacer ahora? ¿Debería marcharse antes de que el rubio despertara o esperarlo un poco más? Desde su llegada al apartamento no sabía cómo proceder, le preocupaba hacer algo que fuera mal interpretado por sus amigos o el mismo Lexy, pero esas dudas no lo atormentaban lo suficiente como para abandonar a la personita que lo mantuvo en vela.

Los rayos del sol que se colaban en la habitación también despertaron al menor. Se removió en su cama, despejando un poco su rostro, miró a Nickie que seguía con su vista clavada en las verdes pupilas, medio recostado en el sillonsito frente a la cama, no dijo nada, solo suspiró y permaneció en silencio volviendo a cubrirse con sus cobijas hasta el cuello. 

No volvió a dormir. Quería continuar recostado, solo pero acompañado. Era contradictorio, pero el rubio agradeció que Nickie entendiera sus sentimientos y permaneciera ahí en esa misma habitación, indicando que estaba con él, pero sin perturbarlo con preguntas o habladuría innecesaria. Continuaron en silencio.

Después de un largo rato, Alexey finalmente se levantó.

‒ Gracias por estar aquí, si tienes que irte está bien, yo estaré bien ‒

‒ Me iré si necesitas quedarte solo ‒

Lexy no respondió, se sentó en la orillita de su cama y miró el piso. Claro que no quería quedarse solo todavía; sabía que necesitaba la compañía de alguien porque en cualquier momento podía quebrarse nuevamente y la soledad terminaría desesperándolo, haciéndolo sentir vulnerable y desdichado. No era que necesitara a Nickie, necesitaba sentirse acompañado.

‒ Quédate un poco más, por favor ‒ dijo en tono avergonzado

‒ Te haré algo de desayunar ¿esta bien? ‒

‒ Gracias ‒

La mañana era silenciosa. Alexey escuchó claramente la sinfonía que Nickie componía en su cocina; sonidos de cuchillos picando, puertitas abriéndose, una estufa siendo encendida y agua hirviendo, finalmente el aroma a café lo hizo salir de la habitación, se sentó abrazando sus rodillas en la sala.

Nickie salió de la cocina con un plato de avena en una mano y en otra una taza de americano recién hecho, se sentó junto al chico rubio y le entregó primero el café, Lexy agradeció con una sonrisa débil pero genuina.

Ambos seguían sin intercambiar palabras, parecía que se habían acostumbrado.

El mayor acompañó a Lexy en su desayuno con su propio café. Cuando finalizaron Alexey finalmente sintió que debía hablar un poco más con Nickie, aunque se lo debía de alguna manera por haberlo traído a casa, acompañarlo y prepararle el desayuno, también quería hacerlo.

‒Hey Nick ‒ empezó a decir el rubio ‒ gracias por todo esto.

‒ Esta bien, yo... yo me quedaría contigo el tiempo que necesites ‒

Lexy tomó aire para suspirar fuerte antes de comenzar a narrar.

‒ Sabes ... 

Alexey relató al pelirrojo su tragedia personal, contó cómo sucedió todo sin omitir detalles sin importar lo asqueado que pudiera sentirse al recordar, porque sabía que quizá esa sería la única vez que tendría el valor para contar todo de manera explícita, que aunque le causaba dolor, obligadamente tenía que hacerlo a modo de catarsis. Mientras hablaba, sus ojos verdes se volvían cristalinos.

Lo que somos tu y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora