† 0 3┆ 𝚆𝚊𝚔𝚒-𝚃𝚘𝚔𝚒𝚎

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La electricidad se había cortado desde las seis de la tarde de ese mismo día, según logré escuchar de la conversación de unos vecinos que pasaban frente a la casa. Frente a mis ojos todo parecía estar normal, excepto por el hecho de haber presenciado el desastre en la autopista de la ciudad, qué tal vez no sean más que problemas militares.

No.

Eso no pudo haber sido un simple problema social-político. Era algo más grande.

La única luz presente de la lámpara de mi celular se apagó, dejándome en la absoluta oscuridad de mi casa. Suspiré con pesadez para después levantarme del sillón y extender mis brazos en la oscuridad no queriendo tropezar con alguna pared, guiándome por mi memoria para llegar a la cocina y buscar alguna vela que sirviera para iluminar mi estancia.

La cocina era levemente alumbrada por la luz nocturna de esa noche que se reflejaba a través de la ventana, en un tono rojo que ahora cubría el cielo que me daba esa rara sensación en el estómago, y que me hizo preguntarme otra vez ¿Que estaba pasando?.

Encontré la vela junto con el encendedor y no perdí tiempo, haciendo que una pequeña llama de fuego resplandeciera, iluminando algo del lugar.

Me dirigí de vuelta a la sala para colocar aquella vela, posada sobre un pequeño plato, en la pequeña mesa de centro. Sin más, me dejé caer en el sofá otra vez, sintiéndome impaciente ante la llegada de mi padre y mi hermano.

Miré el reloj de pared que estaba en aquella sala confirmando que eran las 11:55am. Ya debieron haber llegado hace tres horas.

Observé el Waki-Tokie sobre la pequeña mesa de centro y no dudé en tomarla, sintiendo mi garganta seca al no saber que esperar de toda esta rara situación.

¿Estaba asustada?

Si, lo estaba. No seguiría haciéndome la fuerte cuando en verdad me sentía más débil que nunca al no saber nada de mi padre o mi hermano. Angustia al ver el cielo nocturno tras la ventana en ese demoníaco tono rojo que hacía que mi estómago se revolviera de mal presentimiento. Y una confusión ensordecedora que no me dejaba pensar con claridad.

Hasta llegué a pensar que un ídol había llegado a la ciudad y por eso todas las personas habían bajado de sus autos para correr a verlo.

Me sentía paranoica encerrada en esas paredes que conformaban mi hogar. Me sentía asfixiada al no entender nada y débil al no saber a lo que me enfrentaba.

No sabía cuánto tiempo me había quedado observando la nada consumida en pensamientos erróneos, que el Waki-Tokie sonó entre mis manos, poniéndome inmediatamente alerta. Había interferencia, sólo se escuchaba ese molesto sonido que avisaba la falta de señal.

Rápidamente me levanté del sofá, como si eso fuera a devolverme la señal en aquel aparato. Estaba atenta a cualquier sonido diferente pero sólo se escuchaba la interferencia.

Levanté la mirada del Waki-Tokie cuando distinguí una figura tras la ventana principal, podía ver la sombra ya que la cortina era una tela muy fina. Era la figura de una persona muy encorvada que al parecer caminaba entre el jardín de mi casa a un paso tan flojo y lento que me desconcertó totalmente.

Sin soltar el Waki-Tokie me dirigí a la puerta asegurándome de que este tuviera seguro. Luego fuí inmediatamente hacia la ventana que se encontraba tapada por una fina cortina blanca con la intención de asomarme a ver quién era el intruso. Cautelosamente me acerqué tomando el borde de la cortina entre mis dedos para luego levantar un poco y asomar la mitad de mi rostro.

𝐓𝐇𝐄 𝐏𝐔𝐑𝐆𝐄 𝐎𝐅 𝐃𝐄𝐀𝐓𝐇  ||  J.JKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora