III

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— ¡Dios mío! —exclamé —. ¿Esta es mi habitación? ¿Sólo mía? —el ojiazul asintió regalándome una sonrisa.

— Dejo tus cosas aquí y voy a ayudar a los chicos con Káiser. — Asentí y comencé a deshacer la maleta.

Al rato llegó Káiser corriendo y comenzó a dar vueltas por mi habitación.

— ¡Káiser! ¡Para! —Le ordené riendo —. Ven aquí —se acercó a mí —. Buen chico —acaricié su cabeza y le rasqué detrás de las orejas—, ¿quieres dar un paseo? —Vi como sus ojos comenzaron a brillar al decir esa palabra.

Rápidamente me cambié de ropa y bajé a la entrada, donde no me fue difícil encontrar las cosas de Káiser, ya que estaban sobre una mesa.

— ¿A dónde vas? —Escuché una voz a mis espaldas.

— A pasear a Káiser —Respondí —. ¿Quieres venir...?

— Finn —rió —. Y sí, solo espera que me ponga algo más cómodo —sonreí y asentí, él subió corriendo a su cuarto para aparecer a mi lado minutos después —. ¿Vamos? —Reí al oír la voz de niño pequeño que puso.

Salimos del terreno atravesando el jardín hasta llegar a la calle, Finn dijo de ir a un parque que había cerca, así que pusimos rumbo a este. Al llegar, nos sentamos en el césped a la orilla del lago.

— ¿Hermoso, verdad? —Sonrió.

— Sí, es como si lo hubieran sacado de un cuento —le miré.

—Cada vez que me toca pasear a Káiser lo traigo aquí y lo suelto, mientras yo disfruto del paisaje. —Confesó.

— ¿Cuánto tiempo hace que conoces a los chicos? —pregunté viendo a Káiser perseguir palomas.

— Joe y Josh fueron los primeros en llegar, Jack y yo de aquella tendríamos unos ocho años; Sean llegó dos años después, por sus primeras navidades en la familia le regalaron a Káiser; y, por último, llegó Ash, hace tres o cuatro años, es el que menos se adaptó a la situación.

— Entiendo —

Estuvimos ahí sentados hasta que comenzó a oscurecer, fue entonces cuando decidimos volver a casa. Al llegar a casa estaba todo hecho un desastre, objetos rotos por el suelo, ropa tirada, los chicos corriendo con mi sujetador color chocolate amarrado a la cabeza... «Hey, ¿qué hacen con mi sujetador? Oh, se la van a cargar ».

— ¡Chicos! —Grité pero pasaron de mi cara como si de una mierda andando se tratara. Miré a Finn exagerando una sonrisa inocente —. Finn, te aconsejo salir de la casa si quieres seguir vivo —salió corriendo a la vez que yo hacía crujir mis puños.

Corrí hacia los chicos furiosa, salté sobre ellos y comencé a regalarles cachetadas y patadas.

—¡Demonio! ¡Aléjate de nosotros! —Gritaron Sean y Jack para después subir al sofá.

— ¿Dónde está el ''soy macho porque estoy al mando"? —Señalaron hacia el patio trasero. — Como os mováis del sofá os juro que os dejo sin descendientes —amenacé y puse rumbo al patio trasero.

En el patio trasero se encontraban Joe y Josh encadenados a un árbol, nada más ver aquella escena comencé a reír como una loca. Después de un rato riendo, me calmé y me acerqué a ellos pegándoles varias collejas.

— ¿Cómo es posible que os hayan atado a un árbol? — Les regañé.

— Perdón, Lía —contestaron al unísono.

— Ahora entre los cuatro vais a arreglar todo —asintieron y los solté.

Volvimos a la casa donde se encontraban los otros dos en la misma posición que antes.

— Hey, chicos, tenéis hora y media para arreglar todo este estropicio, quiero todo donde estaba, y con todo también cuenta mi brasier —ordené.

— ¿Mientras qué harás tú? —Preguntó Jack.

— Buscaré a Ash y me iré al porche con Finn —dicho eso subí las escaleras y busqué la habitación de Ash, esta se encontraba frente a la mía.

— ¿Ash? —Pregunté.

— Dime, Lía —se encontraba tumbado en su cama, jugando a videojuegos. Al verme, se sentó y pausó el juego.

— ¿Has visto lo que han hecho allí abajo? —Asintió —. ¿No se te ocurrió frenarlos o algo por el estilo?

— Estás molesta porque cogieron tu ropa interior, ¿cierto? He de decir, que ese brasier es muy sexy —rió y mi cara se volvió roja como la nariz de Rudolph. Bufé y salí de la habitación, bajé las escaleras y me dirigí hacia el porche.

Mi vida entre chicos [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora