VI

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— ¡Lía! —gritó Joe.

— Te juró que yo no fui —corrí hacia las escaleras.

— Finn no dijo lo mismo —sonrió perverso, cosa que me hizo correr más rápido.

— ¡Finneas, eres un traidor! —grité al pasar junto a él, corrí hacia mi habitación, pero estaba cerrada, así que entré a la más cercana que había.

Cerré la puerta rápidamente y puse el cerrojo, suspiré y, al girarme, me encontré con un Ash sorprendido. Se encontraba tumbado en la camilla de pesas, vestido solamente con un pantalón de chándal, me sonrojé y me di la vuelta.

— ¿Qué ocurre, Lía? —preguntó.

— Joe me está persiguiendo porque le gasté una broma junto con los gemelos —reí nerviosa.

— Yo me encargo, siéntate en la cama, yo voy a hablar con Joe —asentí y me senté al borde de su cama.

Se puso una camiseta de tirantes, caminó hacia la puerta y salió. Vi, en su mesita de noche, un marco con una foto en la que salían una pareja aparentemente joven y un niño de unos diez años, todos sonriendo. El niño tenía rasgos parecidos a los de Ash, por lo que supuse que sería él junto a sus padres biológicos, sonreí ante aquel tierno momento.

— Solucionado —interrumpió mis pensamientos y se sentó junto a mí. — Murieron en un accidente de avión, yo tenía casi once años, a veces, todavía se me aguan los ojos al hablar del tema con los Powell —cubrió su rostro con las manos, dejé el cuadro sobre la mesita de noche.

— Te entiendo, a mí me ocurre igual —aparté sus manos de su rostro y, lo vi, las lágrimas fluían por sus mejillas —. No, Ash, no llores, no me gusta verte así.

— Lo siento, no lo puedo evitar —me abrazó y apoyé mi frente en su cuello, él hizo lo mismo.

— A veces, está bien desahogarse —susurré y acaricié su cabello.

— Gracias, poca gente se lo toma enserio, me alegra tener alguien que me entienda.

Continuamos abrazados hasta que, de repente, los gemelos entraron sin aviso alguno, y sus caras mostraban sorpresa. Bajamos a la cocina, donde se encontraban los demás, por lo visto intentaban cocinar. Me senté en la isla y permanecí quieta observándolos.

— ¿Qué se supone que estáis haciendo? —noté como se tensaban todos y se giraron lentamente a mirarme.

— ¿Cocinar? —contestó Sean no muy convencido, reí junto los demás.

— ¿Qué queréis cenar? —pregunté acercándome a la vitrocerámica.

— ¡Pasta! —exclamaron al unísono todos, excepto Joshua, que se veía molesto.

— ¿Y tú? ¿Qué quieres cenar? —pregunté con un tono de voz suave y le regalé una pequeña sonrisa.

— Con un par de sándwiches me basta, no tengo hambre —asentí.

— Bueno, voy a elegir dos de vosotros para que me ayudéis a preparar la cena, los demás os iréis al salón o a la sala de juegos —tomé a Sean y Joe por los brazos, y los arrastré hacia la cocina —. Ash, tú te encargarás de que no hagan nada malo ellos tres mientras nosotros hacemos la cena —asintió.

Sean, Joe y yo nos pusimos manos a la obra con la cena, mientras que los demás se iban a la sala de juegos.

— Sean, tú harás los sándwiches de Josh, Joe y yo la pasta —cogí la sandwichera y se la entregué a Sean, después, saqué una olla y el temporizador, una sartén y los ingredientes —. Joe, necesito que llenes la olla de agua, que la pongas en el fuego y esperes a que empiece a hervir. Después echarás la pasta y yo pondré el temporizador para que sepas cuando echarla al colador y poder servirla —asintió y yo eché el tomate frito en la sartén, tras eso, esperé que se calentara y eché la carne y las especias.

[...]

— Mmm... —gimieron los chicos.

— Lía, la salsa te ha quedado genial —sonreí.

— Me alegro de que te guste, Jackie —reí.

— ¿Dónde aprendiste a hacerla? —me tensé, miré mi plato apenada y jugué con la pasta moviéndola de un lado a otro con el tenedor.

— Jackson, come y calla —gruñó Joshua entre dientes.

Sentí un leve empujón por parte de Ash, que se encontraba a mi lado, mirándome con preocupación.

— Tranquila, todo estará bien —sonrió de lado y tomó mi mano con delicadeza por debajo de la mesa.

— Estoy bien, Ash. Es solo que me vinieron recuerdos y... —mi voz se cortó, con mi mano libre tapé mi boca para evitar sollozar.

Me levanté rápidamente, subí a mi habitación y me encerré en el aseo. Me apoyé en la pared y me deslicé hasta quedar sentada abrazando mis piernas, poco a poco volví a recordar y las lágrimas brotaban de mis ojos y los sollozos se hacían presentes.

Mi vida entre chicos [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora