𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑽𝑰𝑰𝑰

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¡Hola! Hoy tuve examen y me fue súper bien (ay ni les importa y yo aquí contando mi vida). Anyways, les traigo el primer capítulo. Tal vez en un rato también les esté dejando otro. Disfruten. <3

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Al parecer la buena racha de Harry continuaba. Después del encuentro con Louis, se dirigió al gimnasio del colegio y tras una intensa rutina de abdominales y bíceps, se sintió más tranquilo. Descargó toda la energía extra que tenía en las máquinas de metal, y cuando iba camino a casa en su auto le llamó a su nana mientras esperaba a que el semáforo cambiara a verde, y le pidió que le preparara una ducha con las esencias que recién había comprado porque le recomendaron que servían como aromaterapia.

Cuando llegó, miró a la derecha y se encontró con el despacho vacío. "Como siempre" pensó. El rizado casi siempre llegaba con la esperanza de que su padre se encontrara sentado en la silla acojinada y que en cuanto lo viera entrar, le sonriera y se pusiera de pie para saludarlo y poder comer juntos. De antemano sabía que eso sólo se quedaría como una absurda idea y nada más, pues desde la muerte de su madre eran contados los encuentros o las palabras que intercambiaban.

Si no estaba en la oficina del bufete de abogados resolviendo casos de personas que ni siquiera conocía, estaba haciendo lo mismo pero en otro país. Si no era la primera ni la segunda opción, entonces estaba metido en su despacho con la puerta cerrada.

Harry todavía lo escuchaba llorar por su madre. A veces llegaba de la escuela y oía ligeros sollozos y se acercaba a la puerta para tratar de descifrar los susurros que provenían del otro lado, pero nunca los entendía. Muchas fueron las veces en las que estuvo a punto de entrar para calmarlo y aprovechar la situación para hablar con él, pero era interrumpido por el rencor que sentía en su pecho al recordar todo el tiempo que había sido ignorado por su este. Zayn tenía razón, no le faltaba nada pues su padre siempre trataba de darle todo, pero aún así no podía perdonar la actitud distante y hasta egoísta que el hombre que lo trajo al mundo tenía con él.

Porque si, Charles perdió a su esposa. Pero él perdió a su madre, y además estaba enfermo.

Esfumó todo pensamiento negativo de su mente porque no quería que el día tranquilo -en comparación con los que había tenido últimamente- se arruinara así que subió las escaleras para encontrarse con Constance, quien iba saliendo de su habitación.

"Harry" dijo y le apretó las mejillas en cuanto lo vio. Desde que era un crío, la mujer siempre hacía eso. A él no le molestaba, de hecho le gustaba porque su madre solía hacer lo mismo y era como tener un pedacito de ella aún en vida. "Ya preparé tu tina. Trata de no tardar mucho para que bajes a cenar."

"No te preocupes, nana" respondió y le dio un beso en la mejilla. "No tardaré. Vengo muy cansado y lo único que quiero hacer es ducharme, comer y dormir... tal vez leer un poco."

"Está bien, mi niño. Te dejo, iré a preparar la cena" dijo mientras se alejaba.

"¿Podrías hacer los wafles que tanto me gustan, por favor?" pidió el rizado mostrando sus dientes en una grande sonrisa y unos ojos semejantes a los que pone un cachorro cuando quiere que lo acaricien.

"Sabes que si" la mujer le dio una mirada cargada de ternura, pues aunque ya habían pasado los años y Harry ya era todo un hombre, había gestos o actitudes como esa que le recordaban a cuando era un niño tímido y callado.

"¡Eres la mejor!" se metió a su habitación y cerró la puerta.

El rizado aventó su mochila a la cama y entró al baño para comenzar a quitarse las prendas sudadas que llevaba puestas. Luego de despojarse de cualquier pieza de tela sobre su cuerpo y aventarlas al cesto de ropa sucia, se sumergió en la tina llena de agua y esencia de jazmín, suspirando cuando se dio cuenta que se encontraba en la temperatura perfecta.

𝑳𝒆𝒕 𝒎𝒆 𝒍𝒐𝒗𝒆 𝒚𝒐𝒖 || 𝒍.𝒔.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora