Dieciseis: suposiciones

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De camino Jared paró varias veces en varias tiendas para recoger alguna cosa de la lista de su madre, Ava se sorprendió que ahí donde fueran todos lo saludaban y le hablaban como si fueran muy cercanos, él admitió que la mayoría de las personas del pueblo lo conocían desde que era un niño.

Ava se sorprendió de lo familiar que se sentía esto, pues ella también venía de un pueblo pequeño de Kentucky y la gente de esos lugares solía ser muy amable aunque también muy entrometida.

Lo que si la sacudió fue que Jared la llevara a una granja, específicamente la granja de su padre no muy lejos de su casa.

—¿Por esto me compraste esas botas de lluvia? —dijo Ava cuando salió del auto y casi cayó sobre su trasero por la cantidad de lodo y nieve que había alrededor. Ella miró la granja y le agradó el ambiente familiar, los niños corriendo y jugando y los enormes invernaderos que cubrían la mayor parte de su vista.

—¡Jared! —un hombre enorme y barbudo apareció por un lado de uno de los invernaderos, parecía un leñador pero con botas de plástico como las que ella usaba. Miró brevemente a Jared y notó que ambos tenían la misma forma de caminar y él mismo color de cabello además de la complexión física —¿Cómo estás, hijo?

—Hola papá —Jared se adelantó y le dio un abrazo a su padre, mientras tanto Ava escuchó el ladrido de un perro y luego las risas y gritos de los niños corriendo tras él, ella sonrió por inercia —ella es Lucy, nuestra invitada temporal.

—Ah claro, bienvenida señorita Lucy, Emmett Russel a sus órdenes—ella le dio su mano para estrecharla pero él la tomó y muy delicadamente besó el dorso de esta, Ava sonrió.

—Gracias, señor Russel —él le sonrió y a ella le hizo gracia ver dientes detrás de todo ese vello facial.

—Tu madre dijo que vendrías por un árbol —Jared asintió y ambos comenzaron a caminar, Ava los siguió sin querer quedarse sola —Tal vez la señorita pueda escogerlo este año.

—¿Escoger qué? —preguntó ella intrigada —Tiene una bonita granja.

—Un árbol para decorar la casa —explicó Jared.

—Me alegra que te guste —respondió Emmett agachándose para tomar un hacha que estaba clavada a un tocón cercano, tomó otra del suelo y se la pasó a Jared. Ava se sorprendió de lo mucho que se parecían ambos —la granja es mi mayor alegría, después de mis hijos claro.

—¿Tienes hermanos? —Preguntó Ava y Jared se encogió de hombros.

—Medio hermanos —respondió inexpresivamente, su padre le dio una mala mirada.

—Siguen siendo tus hermanos —lo regañó y luego miró a Ava con algo de vergüenza, tal vez por el comportamiento de su hijo —tengo una hija de 23 años, los renacuajos que ves correteando por ahí son sus hijos y el pequeño Colin solo tiene 12 años, fue una sorpresa pero una buena.

—Son una familia grande entonces —comentó Ava mirando hacia la casa, a la distancia pudo ver una mujer joven salir de ella y llamar a los niños que corrían como locos detrás del perro, habían tres y uno de ellos se veía como un adolescente.

—Supongo que así podríamos llamarlo —se burló Jared, su padre suspiró pero no agregó nada, Ava suponía que debido a ella.

Unos metros más de caminata y sus botas estaban llenas de lodo, hacia un frío de mil demonios pero tenía una vista bastante pacífica dentro del pequeño bosque de pinos que estaba dentro de las tierras de Emmett Russel. No tardaron más de unos minutos en encontrar un árbol apropiado y aproximadamente treinta minutos más los hombres lo derribaron con eficiencia, como si estuvieran acostumbrados a ello.

—Tienes buen ojo para los pinos —dijo amablemente el padre de Jared una vez que lo llevaron al auto que parecía que en cualquier momento soltaría toda su carga de lo lleno que estaba —¿Les gustaría quedarse a comer? Mi esposa hizo sopa y prometo que todos los ingredientes son del huerto, muy sanos y deliciosos.

—Tal vez otro día, papá —Jared terminó de atar el árbol al auto y le hizo una seña a Ava para que entrara, ella miró con cierto anhelo la casa que seguramente estaba caliente y tenía comida pero al ver la tensión emanar de Jared decidió despedirse y subirse al auto. No pudo evitar espiar desde su posición la interacción de los dos hombres, se dijeron algunas palabras y luego el padre de Jared fue por un abrazo pero se detuvo y solo palmeó la espalda de su hijo antes de irse a la casa, Jared lo observó hasta que entró y luego se deslizó dentro del auto sin intención de hablar pero ella sí tenía ganas.

—Es un lugar adorable —Jared la miró confundido y ella frunció el ceño —¿Qué?

—¿Qué parte te pareció adorable? ¿El lodo? ¿El olor a estiércol? Tal vez los animales sucios —Ava lo miró con escepticismo hasta que cayó en cuenta lo que estaba insinuando, Ava bajó los hombros con decepcionante inundando su corazón.

—Supongo que tienes razón, es un asco con toda esa suciedad, no como las tiendas Chanel en la quinta avenida —ella lo miró relajar un poco sus hombros y ni siquiera pudo creer que él en realidad pensara que ella era así de cabeza hueca ¿Esa era la razón por la que había sido tan hostil desde que llegaron?

—¿Ava? —ella ni siquiera lo miró cuando tomó las bolsas con sus compras y caminó directamente dentro de la casa de los Russel, la madre de Jared la recibió con una sonrisa que Ava trató de igualar aunque no la sentía y procedió a mostrarle a la mujer las cosas que había comprado.

El tío de Jared salió para ayudarlo con el árbol y el resto del día Ava se dedicó a ayudar a la señora de la casa a organizar todas las provisiones que habían traído. Jared nunca le quitó el ojo de encima y seguramente intuía que algo no estaba bien pero si él pensaba que no era más que una cabeza hueca chica de ciudad pues bien, que pensara lo que quisiera pero tal vez debería empezar a darle el trato que le correspondía, después de todo él no era más que un guardaespaldas.

Guardaespaldas: Programa De Protección A TestigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora