Quince: Compras

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Ava decidió no dormir, aunque se sentía bastante cansada por el viaje era muy temprano por la mañana y tal vez debería empezar a hacer algo de provecho, eso le recordó brevemente a su madre y se preguntó como estarían. Ava abrió el pequeño armario y sonrió un poco al notar un kit de baño para ella con cepillo de dientes incluido, tenia la leve sensación de que era obra de la madre de Jared.

La ducha aunque diminuta fue una bendición para sus huesos congelados y se odio un poco cuando abrió su maleta y vio que no tenía suficientes suéteres para sobrevivir el invierno, rápidamente se vistió con lo más abrigado que encontró y rezó para no estar atrapada aquí hasta navidad. Una vez lista bajó al encuentro de la peculiar familia Russel, siguió sus voces hasta que los encontró en lo que parecía una acogedora sala de estar.

—Oh linda, pensé que ibas a descansar un poco —Ava sonrió y negó, el abuelo la miraba con dificultad desde su silla cerca de la chimenea, como si a penas pudiera verla a distancia aún con los anteojos puestos.

—Estoy bien, solo quería saber si podía ayudarles en algo —la madre de Jared hizo un movimiento despreocupado con las manos y le sonrió.

—Nada en realidad, el abuelo y yo vamos a empezar nuestro juego de ajedrez y puedes unirte si quieres —Ava empezó a moverse pero las palabras de la madre de Jared la detuvieron —O tal vez podrías ir con Jared al pueblo por provisiones ¡Y así puedes comprarte un abrigo decente!

—Yo no creo que eso sea necesario.

—Linda no creo que hayas traído mucha ropa adecuada ¡Estás temblando! —Ava quiso protestar pero su cuerpo la traicionó dando una sacudida involuntaria, luego se escuchó la puerta principal ser abierta y el abuelo gritó.

—¡A ver si le compras un abrigo decente a la chica que se está muriendo de frío! —Ava se giró para ver a Jared entrar en la sala, le dio un rápido vistazo y asintió obedientemente, su madre se movió rápidamente hasta él entregándole un pedazo de papel.

—Ten hijo, necesitaré todo esto y llevate a Ava contigo, así le enseñas el pueblo —ella se giró sonriente hacia ella y Ava empezó a tener problemas en decirle que no a una mujer tan adorable —Puedes tomar uno de mis abrigos mientras tanto.

—Gracias —fue lo único que pudo decir. Vio a Jared moverse hacia la entrada y lo siguió como un perrito sin dueño, él abrió un armario junto a la entrada y rebuscó dentro hasta que dio con un abrigo color café que le tendió, estaba impregnado del perfume de la madre de Jared pero no le prestó mucha atención a eso. Jared no le habló durante la media hora que tardó el viaje, dentro del auto solo de escuchaba la suave voz de Frank Sinatra.

Ava se sorprendió cuando después de media hora de casas distantes al menos un kilómetro entre si, por fin empezó a ver los edificios y las tiendas, se sorprendió aún más cuando se detuvieron en una tienda departamental enorme y de hecho estaba llena de gente al igual que sus alrededores.

—¿Esto es una broma? —Jared elevó una ceja en su dirección mientras ella levantaba un par de suéteres de lana —¡Tres por cinco dólares!

—Apuesto que en la ciudad te costaría al menos cien —ella asintió embobada y empezó a rebuscar entre las opciones y como siempre que compraba ropa el tiempo voló y ni siquiera notó que Jared ya no estaba a su lado. Ava tenia al menos un poco de todo en un carrito y miraba todo con un asombro casi aniñado, tanto que ni siquiera noto cuando su carrito chocó con alguien más.

—¡Lo siento! —dijo ella mirando a la chica de cabello oscuro que acaba de ser atropellada a mitad del pasillo, por suerte solo la había empujado un poco —Qué torpe, lo siento mucho de verdad no veía hacia donde iba.

—Descuida —dijo ella con una voz delicada, de hecho toda ella era bastante pequeña y delicada —eso me pasa por no poder decidir qué color de cortinas quiero.

—Esas grises son bastante bonitas y elegantes —ofreció Ava en un intento por ser amable, la chica miró las cortinas con apreciación y asintió de acuerdo.

—Creo que tienes razón y un buen ojo —Ava sonrió y se preparó para seguir su camino pero la chica parecía tener curiosidad por ella.

—¿Estás de paso por el pueblo?

—De visita —Ava miró alrededor pero no vio la cabeza rubia de Jared.

—¿Ah si? ¿Con qué familia? —Ava giró hacia ella y la miró con recelo, la chica sonrió inocentemente —Por aquí nos conocemos todos.

Ava abrió la boca para decir algo pero fue interrumpida por un brazo que se enroscó en su cintura y luego Jared estaba demasiado cerca de ella.

—Aquí estas —tanto Ava como la chica quedaron mudas con la presencia del policía que solo sonrió como si nada —Hola Mónica, veo que conociste a Lucy.

—Nos... nos estábamos conociendo —dijo Mónica, Ava como una tonta casi había olvidado su nueva identidad, aunque por fortuna la chica no le había preguntando su nombre —No sabía que estabas en el pueblo, Jared.

—Llegamos anoche —fue todo lo que dijo antes de tomar el carrito de Ava y alejarlo de Mónica, dando por terminada la conversación —Salúdame a tu madre.

—Claro —Ava fue tras Jared dándole una última mirada a la chica Mónica que parecía aturdida aún en su sitio. Cuando llegaron a la caja las cosas de Jared ya estaban empacadas y solo faltaban las de ella que inmediatamente empezó a protestar cuando lo vio entregar su tarjeta.

—Yo puedo pagar por eso —Jared rodó los ojos pero se contuvo porque la cajera los miraba con demasiada atención.

—Sabes que no puedes desde que bloqueaste tus tarjetas —ella quiso refutar pero una mirada de Jared la hizo callar. Una vez salieron del lugar y estuvieron cómodos y calientes en el auto, Ava volvió a hablar.

—¿Qué fue todo eso? —Jared la miró unos segundos en silencio y luego arrancó el auto como si ella no hubiera hablado, después que salieron del estacionamiento él habló.

—No puedes usar tus tarjetas, están a tu nombre y cualquier idiota puede rastrear un historial crediticio —ella asintió mientras su molestia disminuía un poco.

—¿Y qué hay con esa chica? ¿Mónica? —esta vez la reacción fue más rápida y Ava tuvo curiosidad cuando lo vio fruncir el ceño casi al instante.

—Eso no fue nada —respondió aunque por su postura parecía incómodo —Conozco a muchas personas.

—Claro ¿A dónde vamos? —Ava no estaba muy convencida pero prefirió dejarlo estar por ahora.

—Bueno, tenemos muchas paradas y espero que no te moleste ensuciar un poco tus pantalones, princesa.

Guardaespaldas: Programa De Protección A TestigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora